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La Tercera

Ciencia, seudociencia y mala ciencia


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Director Instituto de Éticas Aplicadas
"(...) es urgente clarificar sus alcances y límites, y combatir los factores que la debilitan y generan desconfianza: la seudociencia y la mala ciencia", escribe el también profesor de la Facultad de Ciencias biológicas en esta columna en La Tercera.

El combate contra el Covid-19, el uso del hidrógeno verde, la vertiginosa irrupción de la inteligencia artificial, son ejemplos del impacto de la ciencia. Y aun así, la credibilidad en la ciencia está decayendo. Por ello es urgente clarificar sus alcances y límites, y combatir los factores que la debilitan y generan desconfianza: la seudociencia y la mala ciencia.

La ciencia, o más bien las ciencias, son una actividad humana colectiva que genera conocimientos y explicaciones acerca de fenómenos naturales y sociales, que se evalúan en base a diversos métodos, incluyendo la evidencia empírica. Conocimientos que se caracterizan por estar abiertos a la crítica, a ser contrastados, e incluso rechazados, y que generalmente, pero no siempre, usan las matemáticas.
El éxito de las ciencias no debe inducirnos a pensar que no tienen limitaciones o que son la única forma de buscar la verdad. El entendimiento más profundo y comprehensivo de la realidad, en especial sobre el ser humano, no se agota en las ciencias, y requiere de la contribución fundamental de las humanidades, la literatura y las artes. Además, las ciencias no pueden reemplazar a la religión ni abordar el mundo sobrenatural.

Respecto de los factores que pueden confundir es importante saber que la seudociencia corresponde a proyectos no-científicos diseñados para hacernos pensar que tiene la autoridad y legitimidad de las ciencias. En este ámbito se ubican, por ejemplo, la astrología, el creacionismo y el diseño inteligente, el desconocimiento del origen viral del SIDA -con graves consecuencias para la salud en Gambia- y las posturas negacionistas respecto de la contribución antropogénica al cambio climático. O bien, afirmaciones recientes planteadas en nuestro país afirmando que el cáncer se originaría en la falta de perdón o la invitación a terapias de sanación cuántica. (…)

El otro factor que atenta contra la confianza pública en las ciencias es la denominada mala ciencia. Las ciencias, por ser una actividad humana, pueden ser afectadas por las malas conductas de personas e instituciones, incluyendo fraudes, negligencias y sesgos cognitivos involuntarios. Los fraudes, que por su intencionalidad y gravedad pueden ser tipificados como delitos, corresponden a plagios y a la alteración o fabricación de resultados. Las negligencias, que constituyen graves faltas éticas, incluyen el sesgo en el “uso” de estadísticas o la selección de datos con el propósito de favorecer las propias hipótesis o de satisfacer a la entidad que financia los estudios, como también la interpretación exagerada e interesada de los resultados que no considera las limitaciones de la ciencia. En cuanto a los sesgos cognitivos propios de todo ser humano, aunque inevitables, deben identificarse, reducirse y explicitarse. (…)


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