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Debate sobre duración de las carreras universitarias: ¿En qué está la UC?


A raíz de la eventual pérdida de la gratuidad por parte de miles de universitarios en el país y de las consecuencias que esto traería para los planteles de educación superior, se ha ido instalando en la opinión pública un debate sobre la posibilidad de acortar las carreras universitarias. En el caso de la UC, la Vicerrectoría Académica aclara que este no es un tema que se esté trabajando de forma transversal.

El vicerrector Académico Juan Larraín, explica que la universidad está revisando de modo constante sus planes de estudio y mallas académicas. “En el caso de Medicina, por ejemplo, se revisó y acortó la malla. En la actualidad, la carrera dura dos años menos que en Estados Unidos. En Ingeniería, por su parte, se constató que en el pregrado se estaban dictando cursos de magíster y se hizo un trabajo de articulación que permitió, entre otras cosas, acortar la carrera a cinco años y medio. Otro cambio significativo es que en Ingeniería los alumnos obtienen la licenciatura al cuarto año”, dice.

Según Larraín, en este debate es necesario precisar algunos conceptos pues no sólo se debiese considerar la duración formal de las carreras, sino también el tiempo extra que están tardando los alumnos es titularse. “En esta discusión hay que destacar dos conceptos que son clave: duración efectiva y duración nominal. La primera se refiere a cuánto tardan los estudiantes en completar la carrera y la segunda a la duración que tiene el currículum”, explica. Y agrega que en Chile los universitarios se demoran entre un 30% a un 40% más en terminar sus estudios, porcentaje que en el caso de los alumnos de la UC es de un 24%.

¿Mayor duración?

Andrés Bernasconi, director del Centro de Estudios Avanzados sobre Justicia Educacional (CJE) de la UC, sostiene que los estudiantes no llegan lo suficientemente preparados a la universidad y que esto se da en todo tipo de carreras e instituciones. Según el investigador, esto ha hecho que los planteles tengan que dedicar el primer año a impartir tópicos propios de la enseñanza secundaria. “El primer año de universidad es como un quinto medio y produce un atraso en la duración teórica de la carrera”, afirma.

Al ser consultado sobre cómo evalúa la opción de reducir la duración nominal de las carreras, responde con un “depende”. “Hay un montón de variables que inciden y que no son estrictamente de duración ideal en una carrera. Tenemos una cultura de que éstas duren cinco años, pero eso es poco justificable”, explica.

“La realidad de las carreras varía por instituciones. Sin embargo, el desafío es aprender a diseñar currículums de estudio apegados al perfil de egreso más que a las creencias de profesores sobre áreas y saberes acumulados”. El modo de operar, manifiesta, es que los planteles conversen más con el mundo del trabajo para saber qué necesita saber un profesional recién egresado. Una vez hecha esa lista se puede diseñar el currículum y no al revés.

Flexibilizar las mallas

Según Bernasconi, el sistema de educación superior chileno debe avanzar hacia la flexibilidad académica. “Ocurre una situación que no es imputable a los estudiantes, sino que a las universidades y tiene relación con la carga de ramos. En universidades extranjeras los estudiantes tienen alrededor de cuatro ramos por semestre; acá en general son siete u ocho, lo que contribuye al fracaso, aparte de existir muchos prerrequisitos entre ramos. Muchas veces el diseño curricular es una crónica de una muerte anunciada”, dice.

Según el académico, la solución a este problema no es tener muchos ramos, sino que los planteles experimenten con distintas organizaciones de tiempo. Como ejemplo, nombra la educación online, donde se realiza una asignatura a la vez en un plazo más breve. Además, explica que las mallas rígidas no se adecúan a las necesidades de los estudiantes.

“No somos modernos a la hora de diseñar nuestras mallas. No tenemos una estructura de aprendizaje que se adecúe a nuestros estudiantes. Hay insuficiente atención en la conveniencia de poner las necesidades de los alumnos por sobre las de los profesores”, afirma. Y es que según Bernasconi, muchas veces los estudiantes compatibilizan sus estudios con trabajo y no tienen demasiadas facilidades para hacerlo.


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