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Los secretos que esconde el "libro de oro"


Creado hace 35 años, el libro Grados académicos honoríficos no sólo es un registro de casi 200 personajes —premios nobeles, cardenales, premios nacionales y más— honrados con el título de Doctor Scientiae u Honoris Causa: también es un recuento de la historia de nuestra institución. Este es un artículo de la nueva edición del diario Visión UC.

Mucho antes de obtener el Premio Nobel, mucho antes de que la Academia Sueca reconociera a Pablo Neruda, la Universidad Católica honró al poeta con el grado de Doctor Scientiae et Honoris Causa. Fue en 1969, dos años antes de que el vate fuera premiado con el más alto galardón literario del mundo. Pero Neruda no sería el único Nobel que aparecería en la lista de los personajes honrados con estos grados que la universidad entrega desde 1929, y que consigna el volumen Grados académicos honoríficos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, más conocido como el “libro de oro” por su cobertura marrón y sus casi dos kilos de peso.

Entre los laureados con la medalla sueca que aparecen en estas páginas también se encuentran Theodore W. Schultz (Nobel de Economía 1979) y quien firmó el convenio entre la Universidad de Chicago y la UC; Carlo Rubbia (Nobel de Física 1984); Robert C. Merton (Nobel de Economía 1997); James J. Heckman (Nobel de Economía 2000);  Arieh Warshel (Nobel de Química 2013); y Randy W. Sheckman (Nobel de Medicina 2013).

La idea de crear una lista con los antiguos honrados que a su vez sirviera para atesorar a los futuros galardonados con una breve reseña de su labor surgió en 1981. “De repente aparecía en la universidad un señor que decía tener una distinción y nadie sabía si era cierto. Era absurdo que una institución tan antigua no tuviera este registro con todas las personas honradas”, recuerda el profesor de Derecho civil, Raúl Lecaros, secretario general de la UC entre 1978-86 durante el período del rector Jorge Swett.

Fue precisamente Swett quien decidió reunir en un solo libro a los condecorados no sólo con los grados mencionados, sino también a los rectores eméritos y a quienes obtuvieran el título honorífico de miembro honorario perpetuo del Consejo Superior, un título que ya no existe y que sólo alcanzaron a obtener los nuncios papales Héctor Felici y Maurilio Silvani.


Los primeros doctores del mundo


Del latín honoris causa que significa “por razón o causa de honor”,  los primeros grados de este tipo entregados en Occidente datan del siglo XV.  Según el libro The Degree ceremony de Dudley Buxton y Strickland Gibson, el primer grado de este tipo fue concedido a Lionel Woodville, obispo de Salisbury, por la Universidad de Oxford en 1479. Es verdad que en un principio estos grados se entregaban para conseguir favores, aunque con el tiempo se asentaron como grados de honor de alto prestigio, tanto prestigio que el crítico literario inglés más famoso de la historia, Samuel Johnson, quien nunca terminó sus estudios superiores, fue condecorado como doctor por el Trinity College de Dublín en 1765, y por Oxford en 1775. Desde entonces, Johnson se autodenominó Doctor Johnson, nombre de pila con el que hoy es recordado en la literatura.

En la UC, estos grados académicos honoríficos fueron instituidos por el Consejo Superior el 14 de septiembre de 1929 a proposición del rector Carlos Casanueva. La idea era distinguir a ciertos académicos que cumplían veinticinco años en el desempeño de sus cátedras o reconocer a determinadas personalidades de relevantes condiciones humanas e intelectuales, como Pablo Neruda, el expresidente Eduardo Frei Montalva o el último condecorado, el profesor y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, Juan Carlos Castilla.


Fue así que la Dirección Superior acordara, según escribió el rector Swett en el frontispicio introductorio de este volumen, “el 1 de diciembre de 1981 compilar y registrar en este libro todos los títulos honoríficos ya otorgados y por conceder. Aquellos conferidos con anterioridad a la fecha señalada, figuran resumidos en las primeras páginas de este documento histórico, mientras que los grados honoríficos que se otorguen en el futuro, se registrarán por separado”.

No existen ni fechas ni períodos específicos en que deban presentarse los nombres de los candidatos a un grado de este tipo. Eso sí, una vez que se efectúa la proposición, la Secretaría General debe citar a una sesión de la comisión de títulos y grados, y aprobada la proposición por ésta, el tema queda listo para ser llevado al Consejo Superior. “Es preciso agregar que estos dos grados académicos honoríficos requieren que la proposición sea efectuada en forma conjunta por el Gran Canciller y por el rector”, sostiene la secretaria general, María Elena Pimstein.

193 personas han sido condecoradas, sin considerar a los dos nuncios mencionados ni a Jorge Swett, Juan de Dios Vial y Pedro Pablo Rosso, nombrados rectores eméritos de la universidad. Del grueso, tres son mujeres: María Roque, Ligia Gargallo y Erika Himmel, honradas cada una en los años 1953, 2007 y 2015, respectivamente. De este gran grupo no pocos eran cardenales o futuros purpurados como el jesuita Henri de Lubac, Raúl Silva Henríquez y Angelo Sodano, u hombres emblemáticos que hicieron de la UC la competitiva institución que es hoy, como el catalán Jaime Pi-Suñer, Héctor Croxatto o Joaquín Luco.
 


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