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Decano José M. Sánchez: “El COVID-19 va a aumentar la desigualdad”


Reelecto por segunda vez, el decano de Economía y Administración, José Miguel Sánchez, no sólo da cuenta de los grandes cambios de esta facultad que renovó sus estatutos, sino también cómo el impacto del estallido social y la pandemia los ha desafiado.

Retrato del decano José Miguel Sánchez, de la Facultad de Economía y Administración.

photo_camera José Miguel Sánchez fue reelegido con el 75% de los votos de los académicos y académicas de la facultad.

Por primera vez en su historia, la última elección de decano en la Facultad de Economía y Administración fue realizada por los propios académicos. Hasta antes de este año, era el rector de la UC quien designaba al decano o decana de esta unidad tras oír al comité de búsqueda. 

“Hubo una reforma a los estatutos de la facultad… Esta era una de las pocas facultades con sistema antiguo donde el rector decidía entre los nombres propuestos por el comité de búsqueda. Hoy nos hemos movido al modelo que tienen casi todas las facultades de la UC, que es el modelo donde también está la figura del comité de búsqueda”, sostiene José Miguel Sánchez, decano desde 2013, ingeniero comercial de la UC y doctor en Economía por la Universidad de Minnesota, y quien llegó al Instituto de Economía de este recinto en el año 2000. Aquí se desempeñó como director de postgrado e investigación, encabezando la creación del Doctorado en Economía. Fue director del mismo instituto entre 2009 y 2013. Sus áreas de investigación se concentran en organización industrial, economía de la regulación y economía del medio ambiente.

Sánchez explica que resultado de esta reforma también fue el cambio de nombre de la unidad. Atrás quedó el extenso de Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas por el más breve de Facultad de Economía y Administración, manteniendo el acrónimo de FACEA. 

-Se lo reeligió con el 75% de los votos. Esto significa una confirmación de su gestión. ¿Qué se le encargó a usted para este nuevo periodo?
Lo primero y fundamental: una revitalización por la carrera de Ingeniería Comercial. Hemos avanzado muchísimo en investigación, algo que nos tiene en los primeros lugares en Latinoamérica. Pero la carrera necesitaba una nueva visión. De hecho, este 2020 empezó a regir el nuevo currículo. La malla pasada era muy rígida. Y lo que hace esta nueva es generar espacios de flexibilidad con nuevos minors que permitirán a los alumnos y alumnas explorar distintos temas y áreas de acuerdo a sus vocaciones. Además, reformula cursos y se introducen otros nuevos, como el de “Ética aplicada” obligatorio y el de "Introdución a la computación". 

-La ampliación de la facultad con este nuevo edificio, ¿de qué manera apoya esta reforma? 
Era parte del plan de desarrollo de mi periodo anterior, que tenía tres partes: crecimiento en número de alumnos (crecimos 70% en tres años); crecimiento de planta académica, con nuevos académicos que ingresaron todos por concurso internacional, y gente joven, tanto en el Instituto de Economía como en la Escuela de Administración. Tercero, el espacio físico para acoger todo esto: de ahí la construcción de este edifico. Aquí hay otro cambio fundamental: este recinto de la facultad no era parte de la universidad, era propiedad de la fundación de egresados. Como parte del acuerdo con la UC, la fundación le donó el edificio y el terreno al plantel. A cambio de eso, la universidad estuvo dispuesta a invertir en la ampliación de este inmueble. Y claro, esto también implicó un cambio cultural, pues estábamos muy encerrados en nuestro edificio, pues como era nuestro, todas las clases eran aquí y de aquí no salían los alumnos y tampoco venia nadie de afuera.

Ahora todas las aulas son parte de la universidad, y nuestros estudiantes salen fuera de la facultad a tomar cursos, se mueven por el campus. Y también hay alumnos y alumnas de otras carreras que vienen a tomar clases acá. La nueva arquitectura ayuda para estos cambios culturales, al transformar un edificio que era bastante opaco. Con el nuevo edifico el primer piso es traslúcido, ahora vas a ver lo que pasa adentro y viceversa. Por último, también se cambió la puerta principal: antes, esta daba a la calle Monseñor Carlos Casanueva, o sea, le daba la espalda al campus. Ahora la puerta principal se va a abrir por el lado del templo del campus. 

"(Esta crisis) es mucho peor. La otra (de 2008) fue una crisis financiera. Esta todavía no tiene esas características. Esta es una crisis real tanto de oferta como de demanda"- José Miguel Sánchez, decano de Economía y Administración

 

La facultad de los cien años al servicio del país

El nuevo edificio, que complementa al antiguo de la facultad, está en funcionamiento desde agosto de 2019, ofrece nuevas salas de clases, oficinas para profesores, salas de reuniones y un aula magna con capacidad para 500 personas.

-Usted ha dicho que quiere que la investigación generada aquí sea útil a la sociedad, que resuelva los problemas que la aquejan. ¿De qué manera?
Lo primero que debo decir es que nosotros respetamos mucho la libertad académica. Lo segundo, que nuestros académicos y académicas, por su propio interés, se motivan a querer investigar estos temas con impacto social. Por ejemplo, acaba de salir un paper de tres profesores del Instituto de Economía (Alexandre Janiak, Caio Machado y Javier Turen) en el Journal of Economic Behavior and Organization, donde se analiza el efecto de la cuarenta del COVID-19 sobre la economía. Además, varios académicos están hoy en comisiones de gobierno para distintos temas contingentes.  

-¿De qué manera la contingencia del estallido y del COVID-19 los ha impactado como facultad?
Nos ha obligado a replantearnos muchas preguntas que nosotros pensábamos que estaban más o menos claras. La velocidad con que cambia el mundo y suceden las cosas nos ha obligado a que hoy nuestro foco esté más en hacernos preguntas que en tener respuestas. Hoy tenemos nuevas preguntas y usamos los métodos que tenemos para poder contestarlas. Teníamos ya desde antes varios académicos estudiando temas que se hicieron patentes con el estallido social, como los temas de pobreza y la desigualdad . 

"(La contingencia) nos ha obligado a replantearnos muchas preguntas que nosotros pensábamos que estaban más o menos claras"- José Miguel Sánchez, decano de Economía y Administración

La crisis nos hizo repensar el tema de la velocidad con que ocurren las cosas, nos obliga a actuar también con mayor celeridad en las políticas públicas. Hasta hace poco pensábamos que teníamos más tiempo para esperar que se fueran dando los resultados deseados. Por ejemplo, los resultados que obtuvo el profesor Claudio Sapelli en su libro nos mostraba  que la desigualdad estaba disminuyendo en Chile. Sin embargo, la pregunta que nos hacemos ahora es si lo estaba haciendo a la velocidad necesaria y si ahora, producto de la pandemia, esa disminución se mantendrá. Todo parece indicar que el COVID-19 va a aumentar la desigualdad. 

-En materia económica, ¿cómo ha manejado el Presidente Piñera, exalumno y exprofesor de esta facultad, los efectos del estallido y de la pandemia?
De una manera razonable, dada la situación crítica del país. El tema es que, en todas estas situaciones críticas, se ha requerido una participación mayor del Estado a través de su política fiscal, y pienso que ahí el gobierno se demoró un poco en reaccionar al principio (pienso, sobre todo, en la pandemia), y eso pudo haber afectado. Cuando tú mandas a la gente a la casa con el lema quédate en casa, hay personas que simplemente no pueden hacerlo, que debe buscar el sustento del hogar a diario. Entonces, llegar a esas personas tenía que ser rápido. Es fácil decirlo, por cierto, pero pienso que ahí se tardaron, y eso perjudicó bastante la manera en que se hicieron las políticas posteriores, como por ejemplo el retiro del 10%. 

-¿Cómo prevé usted, en términos económicos, el próximo año? Sin querer condicionar su respuesta, los epidemiólogos de la UC dicen que conviviremos con el COVID-19 durante todo 2021, independiente de las vacunas. 
Pienso que una cuarentena como la que tuvimos en invierno sería terrible. Económicamente botaría de espaldas al país. El Banco Central está esperando que en 2021 crezcamos entre 5.5 y 6.5%, que es bastante. Habrá un efecto base de comparación. Pero fuera de eso, la economía está lista para partir. La pandemia no es como un terremoto que destruye capital, porque acá el capital está. Hay que empezar a trabajar, pero esto depende de que podamos convivir con el COVID-19. Estoy de acuerdo que de acá a que podamos vacunar a un porcentaje importante de la población, un porcentaje suficiente para que haya inmunidad de grupo, va a pasar mucho tiempo, probablemente todo el año. Y poder volver al trabajo es fundamental para recuperar la economía del país.

-¿El precio del cobre, que está al alza con la demanda china, con un récord que no se veía desde 2013, podría ayudar a esto?
De todas maneras. El precio del cobre para nuestras finanzas públicas es vital. Hay mucho recurso comprometido en todos estos planes de ayuda. Y estos planes tendrán que mantenerse por un buen tiempo. Ciertamente los recursos públicos son cruciales para hacer políticas públicas. Lo que se necesitaba antes, y se seguirá necesitando si hay restricciones a la movilidad, es que la ayuda llegue a los bolsillos de las personas para que puedan adquirir los bienes y servicios para subsistir. 

-¿Esta crisis es similar o peor a la crisis sub-prime de 2008 y que afectó a Chile en 2009?
Mucho peor. Lo otro fue una crisis financiera. Esta todavía no tiene esas características. Esta es una crisis real tanto de oferta como de demanda.

-¿Qué tanto podrían perdurar los efectos de esta crisis?
Los efectos perdurarán décadas, más allá del ámbito económico. Por ejemplo, hay que pensar en lo que significará esta pandemia para el área de la educación, para la formación de estudiantes. Esta generación será distinta a las otras. Será una generación que estuvo un año sin la exposición a una educación formal. 

El nuevo edificio, que cuenta con 5.600 m², es parte de un proyecto que contempla, además, la remodelación completa del actual inmueble.

-¿Pudieron sortear como facultad el impacto de la cuarentena, que llevó a los alumnos a realizar clases en línea, y a muchos padres en el país a congelar sus matrículas o sacarlos de la universidad?
Fue bastante complejo tanto para profesores como alumnos. Pero nos adaptamos rápido, pues habíamos aprendido del año pasado con los acontecimientos de octubre. Terminamos 2019 en este formato virtual y esta experiencia nos sirvió para este año. El primer semestre aprendimos todos, profesores y alumnos, y nos adaptamos bien. El segundo semestre fue aún mucho mejor. Pero esto no reemplaza completamente a la educación presencial, puesto que la formación se hace en comunidad y eso requiere que nos encontremos. 

-Su unidad, en cuatro años más, cumplirá un siglo de vida. ¿Cuál es la facultad de los cien años que anhela?
Una facultad que esté al servicio del país, donde nuestros estudiantes vengan porque quieren servir a Chile desde su propia vocación. Algunos emprendiendo, otros en el sector público o en el privado. Pero cada uno con una vocación de servicio, de querer transformar el país desde su propia forma e interés. Quiero una facultad que haga sentir a los alumnos que ellos pueden hacer una diferencia.


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