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Libro aborda la mirada feminista en el teatro


La publicación "Teatro y feminismo" de Kim Solga indaga en cómo la teoría y la práctica del teatro feminista permiten entender la forma en que la performance construye y reafirma el género. Hablamos con Milena Grass, una de las traductoras de este libro y profesora de la Escuela de Teatro, acerca de los aportes de la mirada feminista en el teatro, la distinción entre teatro y performance, y sobre el peligro de la traducción como un ejercicio colonizador.

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photo_camera “Si bien la producción teórica en castellano es bastante importante, tenemos pocos libros como este que entreguen un enfoque general respecto de los estudios teatrales en ciertos temas específicos. Eso se mezclaba con la idea de poder dar a conocer lo que había sido esta discusión sobre el teatro y feminismo de los años 80 en el mundo anglo”, explica la profesora de la Escuela de Teatro y una de las traductoras de "Teatro y feminismo", Milena Grass.  (Fotografía: Editorial OsoLiebre)

Para escribir la historia del teatro y el feminismo se deben tener al menos tres consideraciones. Lo primero es corregir dicha premisa y precisar que no existe solo una historia, sino múltiples. Lo segundo, establecer el lugar político y social desde donde se sitúa la escritura. Y lo tercero, dar cuenta de las redes colaborativas que han sido parte de la construcción del relato.

En Theatre & Feminism (2015), Kim Solga se posiciona desde el occidente angloparlante para contar la historia de la teoría y crítica de la performance con enfoque feminista, un movimiento que se configuró entre mediados de los años setenta e inicios de los noventa, y que ha estado ligado a su propia historia personal, como académica e investigadora. 

En tres apartados, la autora explora los postulados de investigadoras como Elin Diamond, Jill Dolan, Peggy Phelan y Elaine Aston, recomienda otras investigaciones de diversas partes del mundo e incluye estudios de caso de actuaciones recientes de artistas feministas establecidas y emergentes. “Esta historia es sobre mujeres y teatro, mujeres en el teatro, mujeres de teatro y dentro del teatro; pero también es más que eso. Se trata, sobre todo, de cómo la teoría y la práctica del teatro feminista nos permiten entender la forma en que, para bien o para mal, la performance construye y reafirma el género en su totalidad, para todos los seres humanos del planeta”, afirma Kim Solga en la introducción de este libro. 

La publicación de la editorial Palgrave Macmillan, es parte de Theatre & Series, una colección de libros que proporciona información breve y precisa sobre temas clave para estudiantes y entusiastas. “Estos libros son como un punto intermedio entre saber poco del tema y sumergirte en investigaciones especializadas”, explica la directora del Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo (NMAPA) y académica de la Escuela de Teatro, Milena Grass, traductora de esta publicación junto con la posdoctorante de la Facultad de Artes UC, Andrea Pelegri.

Para su edición en castellano, Teatro y feminismo (2021) de editorial OsoLiebre incluye un prefacio de la académica de origen puertorriqueño Jessica Pabón-Colón, quien es citada por Kim Solga en la publicación original para enfatizar la importancia de la práctica feminista a la par de la teoría feminista. Además, cuenta con un posfacio de la integrante del colectivo feminista LASTESIS, Sibila Sotomayor, quien se sitúa desde el sur global para reflexionar de ciertos aspectos relativos a la performance feminista colectiva expresada en el espacio público en Chile, en los últimos años.

Espacios en continuidad

Así como escribir de feminismo desde el norte, no es lo mismo que escribir de feminismo desde el sur, abordar el feminismo en 2015, tampoco es lo mismo que abordar el feminismo en 2021. Entonces, ¿por qué traducir este libro?
 
“Si bien la producción teórica en castellano es bastante importante, tenemos pocos libros como este que entreguen un enfoque general respecto de los estudios teatrales en ciertos temas específicos. Eso se mezclaba con la idea de poder dar a conocer lo que había sido esta discusión sobre el teatro y feminismo de los años 80 en el mundo anglo”, afirma Milena Grass. 

La directora del Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo agrega: “Creo que el libro plantea súper buenas preguntas en relación a qué tipo de conocimiento genera el teatro o cómo lo ampliamos. Cómo estudiamos el fenómeno teatral en redes, cuál es el rol de los afectos en el teatro, cómo discutimos en relación con el teatro realista o cómo lo estudiamos con una perspectiva de género. Amplía las posibilidades metodológicas del teatro y vincula el teatro con la performance”.

De acuerdo con Milena Grass, Kim Solga aborda el teatro y la performance como lo escénico, o incluso como un problema del cuerpo en el espacio y el tiempo. “El foco del Núcleo es cómo estudiamos los cuerpos manifestándose en un espacio y en un tiempo, que son las movilizaciones, la performance o el teatro. Eso es lo que hay que problematizar”, explica la directora del NMAPA. “Para nosotros no es tan fácil generar esa línea entre el teatro y la performance. Este libro ilustra la posibilidad de no entender teatro y performance como cosas distintas, sino como espacios donde hay una continuidad”, puntualiza Milena Grass. 

Sobre las cosas que han cambiado desde la publicación de Theatre & Feminism, Kim Solga afirma que el despertar feminista de los últimos años visibiliza algo que las mujeres siempre han sabido: cómo es funcionar desde la categoría oprimida dentro del binario patriarcal. Según la académica canadiense: “Hubo un momento de liberación y alivio, pero no tengo claro que hayamos realizado lo que ese momento nos prometía. Y aún así, el trabajo de Black Lives Matter, el movimiento trans y, especialmente, la resistencia que ha habido ante feministas anti trans, en la forma en que piensan o hacen teoría, le ha sumado otra capa más rica a todo el movimiento. O al menos en el hemisferio norte, que es lo que conozco mejor”.

Revisa aquí la entrevista preparada por NMAPA a Kim Solga, a propósito de Teatro y Feminismo:

Una mirada feminista

Kim Solga sostiene que la teoría y crítica de la performance con enfoque feminista es un movimiento que considera tanto la diferencia de género como la experiencia del mismo, ejes centrales de la investigación del teatro y las prácticas performativas.

Para Milena Grass, esta mirada aporta varias cuestiones que son transversales a la práctica escénica. Por una parte, está el problema del casting. Cuáles son los cuerpos, las subjetividades o las identidades que están habilitadas para hacer qué tipo de personajes. Hablando en términos binarios: por qué solo los hombres van a interpretar personajes masculinos, o las mujeres personajes femeninos. Por otra parte, cómo las obras de teatro reproducen ciertos estereotipos de género y hasta dónde, cuando se montan estas obras, dichos estereotipos se dejan en evidencia o se naturalizan.

Según la directora del NMAPA: “Estas dos cosas son super importantes. Hacen que la pregunta por el feminismo y el teatro no dependa hoy en día de si es un teatro de texto o realista, sino más bien cómo se enfrentan ciertas decisiones. Por un lado de quiénes son las personas habilitadas para hacer esos roles, y por otro, qué es lo que significan esos roles. Si los queremos perpetuar o discutir”. 

Aunque el medio teatral chileno se caracteriza por contar con una dimensión política elocuente, de acuerdo con Milena Grass esto le agrega una capa más. “Una de las obras que me impresionó en este sentido, es la última versión de La viuda de Apablaza que dirigió Rodrigo Pérez. Siendo una obra muy canónica, esta versión llevaba la relación de Ñico con la viuda y las otras mujeres a un nivel de violencia sexual súper fuerte, que yo no había visto en montajes anteriores. El problema de la perspectiva de género no es una cuestión de las mujeres sino que es transversal, y en esa obra queda de manifiesto”, reflexiona la académica UC.

Además, Milena Grass destaca la obra Cariño Malo (1990) de la dramaturga Inés Stranger y la directora Claudia Echeñique. Esta obra es reconocida como el primer montaje universitario elaborado casi íntegramente por mujeres, ya que Ramón López estuvo a cargo de la iluminación. La obra profundiza en los conflictos de las relaciones sentimentales desde la perspectiva de tres mujeres adultas, exponiendo la complejidad de las expectativas sociales que determinan a la mujer contemporánea.

“Cuando Inés Stranger y Claudia Echeñique hicieron Cariño Malo (1990), el feminismo vivía un momento muy claro en Chile. Era una discusión que estaba muy hermanada con la cuestión política, con la Casa de la Mujer La Morada y con todo un movimiento muy fuerte que se identificaba a sí mismo como feminista”, explica la directora del NMAPA.

 

Milena Grass utiliza de ejemplo la versión de La viuda de Apablaza dirigida por Rodrigo Pérez en 2018, para ejemplificar que el problema de la perspectiva de género no es una cuestión de las mujeres sino que es transversal. Fotografía: Catalina Saavedra y Francisco Ossa, como la viuda y Ñico. (Fotografía: Jorge Sánchez/GAM)
Milena Grass utiliza de ejemplo la versión de La viuda de Apablaza dirigida por Rodrigo Pérez en 2018, para ejemplificar que el problema de la perspectiva de género no es una cuestión de las mujeres sino que es transversal. Fotografía: Catalina Saavedra y Francisco Ossa, como la viuda y Ñico. (Fotografía: Jorge Sánchez/GAM)

Traducción y colonialismo

Como traductoras feministas, Milena Grass y Andrea Pelegri tomaron una serie de decisiones editoriales. La primera está relacionada con la feminización del lenguaje. Cada vez que el texto original se refería a “researchers, creators, and artists”, la versión traducida se refiere a investigadoras, creadoras y artistas. Esto, porque la forma neutra del inglés es casi imposible de emular en el castellano, y porque la mayoría de nombres citados aquí corresponden a personas que se identifican con pronombres femeninos.

La segunda decisión fue agregar capítulos adicionales que permitieran ampliar el nivel de reflexión a un tiempo y a un espacio diferente al que tenía el libro. Esto a través del prefacio y el posfacio, y un apartado de lecturas recomendadas del mundo hispanoamericano. 

“Tiene que ver con el problema de la traducción y el colonialismo, la responsabilidad de estar usando fondos del Estado simplemente para reproducir desde afuera. Y el texto de Sibila, por ejemplo, es como la contraparte desde el sur global. Porque el peligro que tiene la traducción es que sea un ejercicio colonizador, ya que al traducir lo que se está haciendo afuera, dejamos de mirar cuál es la producción de conocimiento acá”, establece Milena Grass.

Por otra parte, las traductoras optaron por mantener el título original de las obras y textos que no contaban con traducción al castellano. En el caso de los materiales cuyos títulos sí estaban traducidos al castellano, optaron por incorporarlos en dicho idioma al cuerpo del texto, y agregar como nota al pie su nombre original en inglés. Para Milena Grass, esto se relaciona con una conciencia, “por un lado es reconocer que estas traducciones no están, y por otro, dejar en evidencia hasta dónde la literatura que nos llega es una literatura que proviene de otro contexto donde la producción teórica y artística del sur no es tomada en cuenta”, concluye la académica.


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