Religiosa secuestrada por Al Qaeda: “Un Ave María era como una coraza que alejaba al enemigo"
Casi 5 años estuvo secuestrada por Al Qaeda en Mali (África). El único crimen que cometió: ser cristiana. Durante esos años de hambre, sed y sufrimiento en el desierto, la Hna. Gloria Narváez no cedió a las torturas de sus secuestradores que le pedían abandonar sus creencias y reconocer la que para ellos es la única religión: el islam.
photo_camera Su relato, a pesar de estar compuesto de horribles imágenes de tortura, no transmite un dolor desgarrador sino que la tranquilidad que embarga a esta religiosa que asegura haberse sanado gracias a que ha podido compartir las experiencias que vivió y gracias al amor de Dios. Fotografía: César Dellepiane.
Con un rostro calmado y una mirada dulce, la religiosa colombiana Gloria Narváez relata las atrocidades que le ocurrieron durante los casi cinco años que estuvo secuestrada por la organización terrorista Al Qaeda. Su voz apenas se quiebra cuando cuenta que pasaba días encadenada a un árbol con apenas un poco de agua o que, para castigarla por intentar huir, la arrastraban con una camioneta por el suelo.
Su relato, a pesar de las horribles imágenes de tortura, no transmite un dolor desgarrador sino que la paz que embarga a esta religiosa que asegura haberse sanado gracias a que ha podido compartir las experiencias que vivió y gracias al amor de Dios.
Los jóvenes universitarios, que ocuparon todos los asientos del auditorio de la Pastoral UC, escucharon en completo silencio a la religiosa de la congregación de las Franciscanas de María Inmaculada.
El encuentro se enmarcó en una actividad organizada por la Pastoral UC gracias a la ayuda de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, que busca visibilizar el drama de los cristianos perseguidos en el mundo.
“Me amarraron a un árbol. Luego de una semana, se burlaban: ‘Ahora sí que hablas de Jesús y predicas’” - Hermana Gloria Narváez.
Fe inquebrantable
La Hermana Gloria fue secuestrada el 7 de febrero de 2017 en Mali (África), donde cuidaba a niños huérfanos y acompañaba a mujeres en situación de vulnerabilidad. Ella se ofreció voluntariamente para que no se llevaran a otra religiosa más joven. “Entraron cuatro hombres fuertemente armados. El jefe de Al Qaeda dijo: ‘Necesitamos a una de ustedes que responda. Me sacaron, me amarraron con cadenas, me pusieron un artefacto en el cuello”, relató.
Durante cuatro días y cuatro noches fue llevada al desierto. “Me amarraron a un árbol. Luego de una semana, se burlaban: ‘Ahora sí que hablas de Jesús y predicas’”. A pesar de las torturas físicas y psicológicas, las privaciones extremas y los constantes intentos de conversión forzada, ella jamás renunció a su fe. “Siempre me mantuve firme en mi convicción religiosa. Yo sentía la presencia de Dios”, afirmó.
En su cautiverio, su fe fue su única defensa. “Un Ave María era como una coraza que alejaba al enemigo”, compartió. No pudo comulgar durante años, lo que definió como “el ayuno más doloroso”, pero encontraba consuelo en la naturaleza. “Miraba el sol, la luna, y hacía mi comunión espiritual hasta diez veces al día”.
Niños con armas
Relató cómo fue testigo del adoctrinamiento violento de niños entrenados para matar. “Me daba mucho pesar porque eran muestra de una sociedad que no invierte en educación”, expresó con dolor. Sin embargo, incluso en la oscuridad, fue capaz de mirar con misericordia. “Nunca una palabra mala para ellos. Siempre una mirada de compasión, porque eran niños o mujeres… personas que por el dinero cogen las armas”, reflexionó.
La espiritualidad franciscana fue su guía constante: “Donde haya odio, ponga yo amor”, decía orando por sus captores. “El sufrimiento me ayudó a comprender a mis hermanos que sufren. Ahora entiendo lo que es pasar hambre, lo que es morir de sed. El Señor me dio la oportunidad de purificarme y entender el valor de la vida”.
Fue liberada en octubre de 2021, tras múltiples intentos de huida y un mes caminando en el Sahara casi sin agua ni alimento. En Roma, el Papa Francisco le expresó: “Tú has sostenido a la Iglesia, y la Iglesia te ha sostenido”.
Escúchense entre ustedes
Hoy, desde la costa pacífica de Colombia, la Hna Gloria acompaña a mujeres víctimas de la guerrilla y personas que han sufrido el secuestro. “Estoy convencida de que Dios nunca nos abandona. He escrito mi historia a mano, sin internet, y eso me ha ayudado a sanar”. También ha creado espacios de acogida y escucha: “Que otros me escuchen ha sido mi manera de sanarme y de ayudar a otros a sanar”.
Con voz suave pero firme, hizo un llamado a los presentes: “Dense la oportunidad de escucharse. Nunca encadenen a nadie. Nunca tengan palabras armadas. Que nuestras palabras sean de amor y de bondad para todos nuestros hermanos”.
“Dense la oportunidad de escucharse. Nunca encadenen a nadie. Nunca tengan palabras armadas. Que nuestras palabras sean de amor y de bondad para todos nuestros hermanos” - Hermana Gloria Narváez.
Acoger y orar
Al ser consultada sobre el sentido del dolor, respondió con humildad franciscana: “El sufrimiento te hace comprender a los que sufren. San Francisco decía: si te azotan, bendícelos. Si te envían la prueba, acéptala como Dios te la envía”.
La Hermana Gloria vive hoy en Colombia en misión de servicio a comunidades vulnerables. “He escrito mucho, he avanzado mucho. Dios me dio la oportunidad de sanarme y ayudar a otros. Esa es mi misión”.