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UC en los Juegos Olímpicos de Río: La armada velerista de estudiantes en Brasil


Por primera vez un contingente de siete deportistas está presente con el sello de la universidad. Se trata de cuatro estudiantes de pregrado y tres egresados que durante siete días participarán en distintas regatas de vela. Allá llegaron no solo con el esfuerzo propio, sino también con el apoyo de su familia y de nuestra institución.

Nada de fácil la han tenido los veleristas que representan a Chile y a la universidad en los Juegos Olímpicos de Río. A un mes del inicio del evento que comenzó recientemente, el esbelto Francisco Ducasse (19) tenía la difícil misión de alcanzar los 70 kilos en un deporte donde el peso es casi tan importante como la visión (pesaba 68); Benjamín Grez (23) debió tomar un receso producto de un esguince en una rodilla; y el barco de la dupla de Nadja Horwitz (20) y Sofía Midleton (23) quedó pulverizado en un accidente cuando el camión que lo transportaba se volcó a 75 kilómetros de Río de Janeiro, ciudad en donde el grueso de estos veinteañeros entrena desde inicios de año.

La dupla no lo pudo creer. Sólo dos astilleros en el mundo fabricaban su velero y hacerlo implicaba invertir cerca de 20 mil dólares (casi 15 millones de pesos) y un mes de su tiempo, y eso sin contar el mes adicional entre el viaje de entrega y los trámites de aduana. Era una tarea casi perdida. Pero convencidos de sus posibilidades en esta prueba, uno de sus auspiciadores (Banco Santander) las ayudó con los gastos de un nuevo velero.

Las chicas se contactaron directamente con el astillero Mackay Boats en Nueva Zelanda y la línea aérea LAN-TAM les ayudó, sin cobrar, a transportar la embarcación en un avión de pasajeros, algo poco usual ya que el casco de estos veleros de casi 100 kilos de peso, suele transportarse en un container por mar, o en tierra en carros de arrastre. El Comité Olímpico de Chile (COCH), por su parte, les ayudó a acelerar la compleja burocracia aduanera de Brasil.    

“Los barcos son delicados. Fue mala suerte”, dice Nadja, estudiante de Ingeniería quien para la publicación de este artículo estará ya instalada en la bahía de Guanabará junto a Sofía Midleton, estudiante de Derecho, y a las hermanas Begoña y Arantza Gumucio (esta última acaba de egresar de Ingeniería Comercial).

El certamen se augura intenso. Serán cinco días de competencia más dos días de descanso entre medio antes de llegar a la llamada medal race (o la carrera por el oro donde llegan los mejores). Por eso, estos deportistas se han estado preparando en Río muy cerca unos de otros. El estudiante de Ingeniería Comercial, Francisco Ducasse, y su hermano Andrés, viven con el tándem de los hermanos Grez: Cristóbal (28) egresó de Ingeniería Comercial mientras que Benjamín es alumno de Ingeniería Civil. “Con ellos compartimos una casa”, dice Francisco. “Cada uno prepara lo suyo o a veces cocinamos para todos”. 

Quienes practican este deporte que requiere de una alta inversión en equipamiento no suelen ser muchos, y quienes lo hacen llegan a él a través de familiares o conocidos y lo practican todos en el mismo lugar, el que suele ser la playa Club de Yates de Algarrobo.

Conocido por ser el enclave de este club homónimo, esta playa es el destino favorito de los veleristas chilenos cuya relación, en el caso de estos veinteañeros, se estrechó aun más con su ingreso a la Universidad Católica, institución que por primera vez en su historia verá un número tan significativo de estudiantes y egresados en una olimpíada: los cuatro alumnos de pregrado ya mencionados y tres egresados considerando al veterano en regatas, Matías del Solar (41).

Apoyo integral

El último gran contingente UC se dio en Londres 2012. Allí asistieron cuatro deportistas ligados a la universidad: Gonzalo Barroilhet (decatlón), Felipe Van de Wyngard (triatlón), Matías del Solar y Benjamín Grez, ambos en vela: disciplina que en cuatro años más que triplicó a sus representantes para estos próximos Juegos Olímpicos. 

Las razones esgrimidas para explicar esta alta participación de veleristas no son pocas.  Es verdad que esta vez se abrió un cupo regional que incrementó el número de representantes nacionales, pero si consideremos la juventud de estos asistentes, cuya mayoría asistirá por primera vez a una competencia olímpica, este ingreso a la elite del deporte mundial es más que nada la coronación de un largo derrotero que empezó cuando eran, si no niños, preadolescentes.

Para el presidente del COCH, Neven Ilic, una de las explicaciones del por qué este número significativo de veleristas, se debe una combinación de factores, siendo el más importante la disciplina a lo largo del tiempo y el apoyo institucional de la universidad.

“Ser estudiantes y deportistas de elite es la combinación que nosotros quisiéramos tener siempre en los deportistas. Pero no todos tienen las mismas posibilidades (…) Por eso valoramos que la universidad tenga una forma distinta de valorarlos respecto a otros jóvenes que se dedican todo el tiempo a estudiar”, sostiene el directivo. 

Los actuales alumnos regulares de la universidad ad portas de participar en Río han tenido que congelar más de un semestre. Y en el caso de algunos, como Benjamín, han congelados más años que los estudiados: a sus 23, el sobrino nieto de la medallista olímpica Marlene Ahrens, lleva dos años de Ingeniería y dos años y medios congelados. Empezó con este deporte a los cinco. A los 14, en 2007 —año en que consiguió ser subcampeón mundial juvenil Optimist— decidió hacerlo de forma profesional. Ya para 2011 se dedicó a la vela a tiempo completo.

Benjamín, como Nadja, o Sofía o Francisco, cuentan con la llamada beca deportista de elite que les otorga un descuento de 25% en el arancel anual de la carrera. Sin embargo, el apoyo institucional va más allá de este estipendio. La universidad también se encarga de hacer un acompañamiento permanente con los seleccionados chilenos, gestionando sus asuntos académicos, permitiéndoles una mayor prioridad para la toma de cursos.

“Además, se les reconoce su calidad de deportistas destacados con un curso deportivo de selección válido por cinco créditos (con nota 7.0), se certifican sus participaciones en competencias y se coordinan todos los aspectos con sus unidades para que puedan representar a Chile sin descuidar sus compromisos académicos”, sostiene Álvaro Lara, director de Deportes UC.

La de la universidad es una ayuda importante, sin duda, porque por mucho que una familia quiera apoyar esta disciplina, suele haber un punto en su carrera en que se hace necesario golpear más de una puerta en busca de un soporte mayor que les ayude a cubrir todo tipo de necesidades: desde la médicas hasta las de equipamiento. De hecho, los entrenamientos suelen realizarse en playas extranjeras como hoy lo hacen estos olímpicos en la bahía de Guanabará y para eso se necesita no poca ayuda.

Pero “es difícil que una entidad te pueda auspiciar. El auspicio nuestro del Banco de Chile lo conseguimos antes de clasificar (el año pasado). Herbalife nos apoyó, pero con productos. En general, los deportistas tienen dos o tres barcos y nosotros solo uno. Es todo lo que tenemos”, explica Francisco.

Ninguno de los veleristas entrevistados para esta nota prometió volver con una medalla. Prefieren ser cautos y evitar las expectativas, aunque sus familiares, el COCH y, por supuesto, la universidad, tienen grandes esperanzas de que cuando se incorporen a clases en septiembre más de alguno, o alguna, traiga en el cuello una de las rutilantes preseas de Río.

Este reportaje está disponible en la última versión del Visión UC.

 


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