Chile: déficit fiscal, desempleo y pobreza
La economista Claudia Martínez Alvear proviene de una familia profundamente vinculada a la política chilena: sus padres, el exdiputado Gutenberg Martínez y la excanciller Soledad Alvear, militaron en los partidos de centro Democracia Cristiana (DC) y Amarillos por Chile. Pero ella eligió navegar por otros rumbos, prefiriendo dedicarse a la investigación, academia y a las políticas públicas.
Fue parte del equipo de expertos que se organizó en el segundo gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022) para elaborar un plan de emergencia en medio de la pandemia. En 2023, Martínez partió a Washington para ser economista líder del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en mayo de este 2025 regresó a Santiago para asumir como la primera mujer en dirigir el Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. “Regresé a un país más tranquilo, ya sin el nivel de incertidumbre por debates como el constitucional o de reforma de pensiones, y donde lo que más llamó mi atención fue que, positivamente, tomaron fuerza los discursos a favor del crecimiento y de la seguridad”, dice. Pero también asegura estar preocupada por las altas tasas de desempleo, la pobreza y los niveles de deuda pública. “En algún momento hay que hacer algo: recaudar más o gastar menos. No hay otra solución. Si uno quiere disminuir la pobreza se deben generar ingresos privados o por transferencias públicas. Pero en el caso de las transferencias públicas ya hay un déficit”, explica. (…)
P. ¿Qué tanto ha incidido la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario mínimo en cuanto a la contratación de personal?
R. Nuestro salario mínimo está relativamente alto. La evidencia que he visto, y que ha mostrado el Banco Central de Chile, es que en los periodos en que hay estas alzas también se produce un efecto en el empleo. De las 40 horas, también existe un costo laboral. En ese sentido, es importante pensar las políticas en su conjunto. Si se aplicara una de estas medidas a la vez, quizás el efecto esperado sería más bajo. Pero si las consideramos todas juntas, es razonable que haya un efecto sobre el empleo.
P. Usted decía, en una columna en La Segunda, que la estrategia para superar la pobreza debía enfocarse en generar empleos.
R. Cuando tenemos una situación fiscal tan deficitaria, no se puede pensar que la gran estrategia de superación de la pobreza serán más transferencias del Estado. Hoy una comisión de expertos propone una actualización de la medición de la pobreza, lo que implicaría que en vez del actual 6,5% sea un 22,3% las personas consideradas en pobreza. En ese contexto, es difícil pensar en transferencias para un cuarto de la población.
Lo que nos queda es el empleo, generar ingresos desde el trabajo. Y otra forma es realizar redistribuciones: capturar más impuestos en alguna parte de la distribución para transferirlo a las personas con menos recursos. Se puede tener una discusión tributaria, pero en un contexto de bajo crecimiento, no sé si sea el momento adecuado. Así que diría que se debe actuar en distintos niveles. Por un lado, hay una fracción de la población que no puede esperar que las políticas de crecimiento detengan la pobreza: los que tienen una discapacidad severa, los adultos mayores e, incluso, las personas dedicadas exclusivamente a las labores de cuidado. Pero también existen otras personas en situación de pobreza (desempleadas) que sí podrían trabajar y, en ese caso, si hay crecimiento económico, que les genere empleos, pueden mejorar sus condiciones. (…)