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La Tercera

Cohesión social y una cultura de cuidado


Foto de Paula Luengo
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Profesora Escuela Psicología e investigadora COES
“Para legitimar la autoridad, esta tiene que pasar a tener una cultura de cuidado”, afirma Paula Luengo. La experta en temas de cohesión social, cree que la sociedad necesita una intervención temprana para aprender a generar vínculos y bajar así la violencia.

Sacar el foco de lo negativo y comenzar a iluminar lo que hace bien, lo que mejora, lo que ha dado resultados. La fórmula es la propuesta -y apuesta a largo plazo- que plantea la sicóloga Paula Luengo. Y lo dice a propósito de las manifestaciones de violencia que hemos visto últimamente en las calles, colegios, en linchamientos ciudadanos. Tras años investigando sobre cohesión social -hoy es académica de Sicología de la UC e investigadora del Coes-, advierte la necesidad de un cambio de dirección: asegura que el camino es incentivar comportamientos prosociales - justamente lo contrario de lo antisocial- que desarrollan la vinculación, la empatía, el respeto. Eso, acompañado de un Estado que transite hacia una “cultura del cuidado” y con autoridades que recuperen su legitimidad.

¿Cómo explicaría la violencia que estamos viendo estos días?

Mira, mucho se hablado de que esto tiene que ver con la pandemia. Pero creo que hay una serie de otros factores que entran en juego. Lo que estamos viendo es la punta del iceberg. Como sabemos, la pandemia exacerbó las desigualdades sociales y acá los escolares volvieron de golpe a las escuelas sin ningún tipo de transición. Recordemos que las escuelas públicas, que cubren casi el 90% de la matrícula del país, regresaron ahora a la presencialidad y los estudiantes han vivido años complejos no sólo en términos de sociabilización, sino de pérdidas familiares, de graves problemas económicos en sus hogares, entre otras cosas. No podemos tratar el regreso como si nada de esto hubiera pasado. Y vuelven a sus escuelas y hay vidrios rotos, y los baños no funcionan, y muy probablemente eso también hace que se genere una reacción frente a la falta de cuidado, a la desprotección, con un quiebre en la relación con la autoridad, con la sensación de que no se ha preocupado de ti. Y a un nivel más amplio, no olvidemos que, además, están viendo desde sus redes sociales en tiempo real una guerra que normaliza la violencia de alguna manera.

Muchos de los hechos de violencia en colegios se relacionan con denuncias de abusos de alumnos e incluso de profesores. ¿Tiene que ver, también, con que lo que antes se toleraba -por ejemplo denunciar y que el colegio no haga nada-ya no es tolerable después de los dos años de pandemia?

Yo diría que no es tolerable sobre todo después de dos años de pandemia precedidos por los hechos de octubre del 2019. Creo que la conciencia de esta generación estudiantil está mucho más atravesada que otras por los movimientos sociales de reivindicación de derechos, de educación no sexista, de conciencia ecológica. En algunas de nuestras investigaciones vemos, por ejemplo, que en los últimos tres años la confianza en la participación escolar y en la acción colectiva de estudiantes ha crecido cerca de un 30%. Junto a esta conciencia, yo diría que hay que considerar también que la pandemia resignificó nuestra relación con el tiempo y despertó nuevos sentidos de urgencia frente a la vida que ahora percibimos más vulnerable. Y, además, hay que considerar que varias de las manifestaciones estudiantiles de estas ultimas dos semanas han tenido que ver con la condición de las estudiantes mujeres, la violencia de género, y aquí hay un asunto de reconfiguración de paridades que no se resuelve de un día para otro y que produce muchas y profundas resistencias. (...)


 


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