Cómo repensar las ciudades desde la naturaleza

Las ciudades chilenas crecen, pero su expansión muchas veces avanza sobre ecosistemas como bosques, humedales, riberas y cerros, cuya desaparición no solo transforma el paisaje, sino que también agrava la contaminación, intensifica las olas de calor e incluso incrementa las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Esto satura el sistema de salud y genera pérdidas económicas.

“Lo que más se están perdiendo son los bosques”, advierte Carolina Rojas, docente del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica e investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus). “Sectores como Peñalolén, Puente Alto, Colina y Chicureo perdieron mucho bosque espinoso debido a la urbanización”. También mucha vegetación ribereña por erosión y extracción de áridos, y en el resto del país mucho bosque nativo, matorrales y humedales, que por lo general se secan y luego se rellenan para la construcción”, afirma. (…)

Sin embargo, cada vez más voces expertas advierten que desarrollo y naturaleza no tienen por qué estar en conflicto. La idea no es solo conservar árboles o ríos aislados, sino reconocer la infraestructura verde como una red de ecosistemas que prestan servicios vitales para las urbes, como filtrar el aire, regular el calor, absorber lluvias y mejorar la salud de sus habitantes.

Se trata de “espacios naturales o seminaturales interconectados en una red. Incluye no solo parques, sino también ríos, humedales, cerros y arbolado urbano”, apunta Rojas. (…)

No se trata de copiar diseños, sino de adaptar principios como reutilización de suelos subutilizados, participación ciudadana, enfoque ecosistémico y conexión con áreas verdes existentes. “En ciudades como Iquique, con clima árido, se puede usar paisajista xerofítico, especies adaptadas y sistemas de captación de aguas grises o desalación a pequeña escala”, señala Ricardo Truffello, académico y director del Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica. (…)