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La Tercera

¿Cómo retomar la confianza en el transporte público?


Foto de Patricia Galilea
Profesora Facultad Ingeniería
La repentina y rápida propagación del virus SARS-CoV-2 a lo largo del mundo ha tenido diversos efectos en nuestro estilo de vida, rutinas y también la forma en que nos transportamos.

Al principio, tuvimos periodos de confinamiento prolongados y tuvimos que adaptarnos a trabajar y estudiar desde nuestros hogares. Esto impactó fuertemente los viajes, reduciendo especialmente los viajes de transporte público (buses y aún en mayor medida metro). A medida que fuimos avanzando en las fases del Plan Paso a Paso, comenzamos a retomar actividades fuera de nuestros hogares, desplazándonos más, pero seguimos tratando de evitar los viajes en transporte público por miedo al contagio.

Aunque esta percepción de riesgo de contagio ha ido disminuyendo este año, en gran parte gracias al exitoso plan de vacunación del país y a la disminución de casos que hemos tenido en los últimos meses, todavía no hemos retomado la confianza en el transporte público y, aquellos que pueden, priorizan realizar sus viajes en auto. Y esto es un problema para nuestro planeta, porque más allá de la pandemia, estamos viviendo un periodo de rápido cambio climático con alzas sostenidas de las temperaturas globales. El fomento del uso del automóvil, en desmedro de otro modos de transporte como el transporte público, crea una espiral negativa conocida como el círculo vicioso del transporte público. Al haber más autos hay mayor congestión en las calles, redunda en un peor servicio de transporte público (dado que los buses también están expuestos a este aumento de congestión, se demoran más realizar sus rutas y en llegar a los paraderos a recoger pasajeros). Por lo tanto, empeora la calidad de servicio de los buses y pierden demanda de pasajeros. Al haber menos pasajeros, hay menor recaudación, lo que generalmente redunda en una disminución de las frecuencias de los servicios. Esto sigue empeorando el servicio de buses, disminuyendo nuevamente su demanda y haciendo aún más atractivo al auto. Y si consideramos que el auto contamina más (un bus en Santiago transporta entre 28 y 65 pasajeros en promedio dependiendo de su tamaño, mientras que el auto tiene una ocupación promedio de 1,5 pasajeros, Sectra, 2013), estaríamos fomentando el uso de un modo que es menos sustentable para nuestro medio ambiente. Además, el auto ocupa entre 10 y 15 veces más espacio vial que el bus. (...)


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