El Maipo, el riesgo que nadie quiere mirar
En las últimas semanas abundaron noticias sobre agua con nuevas plantas de tratamiento, debates por desaladoras, anomalías sanitarias detectadas y corregidas, y avances científicos para modelar mejor nuestros sistemas hídricos. Entre todos esos titulares, uno destacó por su tono celebratorio al cumplirse 15 años del saneamiento del Río Mapocho. Y sí, es un logro gigantesco.
El proyecto Mapocho Urbano Limpio transformó una herida urbana en un ecosistema vivo. El regreso de aves y biodiversidad, junto a la creación de nuevos parques demuestra que cuando el Estado, la ciencia y las sanitarias empujan juntos, Chile puede cambiar su historia ambiental.
Pero mientras celebramos ese éxito visible, el sistema que sostiene esa bella postal está en alerta roja. La calidad del Mapocho refleja un triunfo urbano; la seguridad hídrica de Santiago, en cambio, depende del Río Maipo, de su caudal, su gobernanza y su salud ecológica. El Mapocho es la foto. El Maipo es la infraestructura natural que alimenta a 8 millones de personas, sostiene la agricultura periurbana, regula ecosistemas y amortigua el cambio climático.
Sin embargo, lo tratamos como si fuera inagotable, como si no necesitara cuidados, como si la imagen del Mapocho limpio resolviera el problema estructural. Pero la realidad es otra. El Maipo muestra caudales más bajos, conflictos crecientes por el agua, degradación de sus riberas y una preocupante falta de información moderna. Sin datos actualizados, no sabemos realmente qué circula por nuestra cuenca. Y sin saberlo, no podemos prevenir crisis.
La cuenca Maipo-Mapocho requiere cambios que ningún Gobierno ha abordado activamente. Primero, necesitamos un monitoreo moderno y transparente. Mientras no midamos contaminantes emergentes (antibióticos, hormonas, microplásticos, PFAS, pesticidas) seguiremos gestionando a ciegas.
Segundo, urge una restauración ecológica del Maipo. No basta con tuberías e infraestructura. Hay riberas degradadas, acuíferos sobreexplotados y pérdida de biodiversidad que amenazan directamente la seguridad hídrica futura.
Tercero, Santiago debe avanzar hacia el reúso seguro de aguas residuales. Haber saneado la ciudad fue un hito, pero no es suficiente. Las capitales que enfrentan sequías similares, como California o Tel Aviv, recirculan su agua para sobrevivir. (...)
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