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Una reflexión semanal

"¿Eres tú el rey de los judíos?" (Jn 18,33)


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Académico Facultad Teología
"El Reino de Dios significa la proximidad de Dios que se manifiesta en el aquí y ahora dando vida, fraternidad y felicidad para todos y todas".

Tema central de la predicación de Jesús es el Evangelio, la buena noticia, del reinado de Dios. El Nazareno es efectivamente el Enviado de Dios que junto al Reino de Dios trae la salvación. En este sentido, tanto sus milagros como el perdón de los pecados, sus curaciones y exorcismos, sus palabras de consuelo y su costumbre de comer con la gente sencilla, son signos de la llegada del Reino. Por ello, acuden a Él los paralíticos, los ciegos, los leprosos, las mujeres, los hambrientos, las viudas, los pobres. Y todos ellos encuentran remedio para sus males. La soberanía de Dios se hace presente a través de las acciones, actitudes y enseñanzas de Jesús.

El Reino de Dios significa la proximidad de Dios que se manifiesta en el aquí y ahora dando vida, fraternidad y felicidad para todos y todas. Ante esta tremenda buena noticia no cabe sino una respuesta libre del ser humano que manifestando su alegría por el don recibido asume igualmente la tarea que conlleva el programa salvífico y liberador de Jesús. Es más, el Reino entraña en definitiva la superación de la muerte. Por ello, se nos promete la resurrección. Este reinado trae paz, misericordia y amor entre los seres humanos e implica, en fin y con todo, plenitud de vida y salvación de la muerte.

Esa tarea de hacer presente el Reino incitaba a que sus contemporáneos lo identificaran con el Mesías esperado, el Rey de la dinastía davídica que haría posible el restablecimiento político de Israel, la liberación definitiva del Imperio romano que en ese momento los oprimía. Ese restablecimiento sería obra del Rey Mesías, descendiente de la Casa de David. En contraste con esta visión política del Reino, Jesús no se presenta ni actúa como Mesías político ni viene a instaurar un reino desde el poder. Su mensaje es propositivo y pacífico. Buscando la originalidad del mensaje en el Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que Jesús entiende el Reino de Dios no en sentido político–nacional, sino como una realidad de alcance universal. Es, por lo mismo, la realidad humana, personal y social, incluso cósmica, en la cual Dios ejerce su soberanía desplegando su voluntad. (…)


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