Las voces del desierto
Junto a cuatro académicos de las facultades de Arte y Teología, un fraile dominico, dos miembros de la Pastoral y nueve estudiantes de Arte, Arquitectura, College, Estética, Música y Teatro, participamos en el proyecto Residencia Artística 2025, donde compartimos los desafíos propios de la cotidianeidad de un trabajo interdisciplinario y en terreno, pero también la experiencia de fe de un grupo humano que anualmente desborda los límites del poblado altiplánico de Ayquina, emplazado a 3.000 metros sobre el nivel del mar.
Ubicado a más de 70 kilómetros de Calama, en una quebrada que desemboca en el silenciado río Salado, las casas de piedra caliza y techos de paja amplifican la tonalidad ocre y grisácea del desierto y, pese a su tosquedad, delimitan grácilmente a la depresión geográfica que acoge a una ‘calle central’, subrayando algunos cambios de pendiente con estrechos pasajes.
El Santuario —Jubilar— preside a la plaza hundida, que se convierte en el escenario perfecto para emocionarse hasta las lágrimas con la belleza estruendosa del baile incansable de contingentes de diabladas, caporales, tinkus y osadas. ¿No es posible acaso pensar que el silencio de Dios es solo aparente, y que su voz emerge con los cantos que emanan, aunque sea por un instante, desde nuestros propios corazones? Ver, escuchar y gozar la sencilla alegría que emana de las voces del desierto es un imperdible.
"¿Dónde está el Señor que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de barrancos, por una tierra seca y tenebrosa, una tierra por la que nadie pasó y donde ningún hombre habitó?". El cuestionamiento que el profeta Jeremías (2,6) lanza al pueblo de Israel por su olvido de Dios es la apertura, perfectamente escogida por el autor Cristóbal Marín, para emprender un viaje a la memoria del desierto en su Atacama Fantasma (Penguin Random House, 2023). (...)
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