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Una Reflexión Semanal

Los talentos y la música


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Profesora Instituto de Música UC y de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

La parábola ha sido uno de los medios con los que Cristo nos ha mostrado distintos caminos para llegar a Él, desde cada una de nuestras realidades. Estos relatos, aun cuando tienen siglos de existencia, nos continúan interpelando cuando nos preguntamos cómo desde mi condición humana, con las cualidades que poseo y con la consciencia de las que no, podría alcanzar la mejor versión de mí misma/o.

Es allí donde una de estas parábolas es especialmente clara y reveladora para el mundo del arte, específicamente la música. Nos referimos a la parábola de los talentos, aquella donde el Señor nos muestra que cada uno de nosotros ha recibido distintos dones, cualidades especiales que nos llaman, muchas veces con urgencia, a cumplir un mandato de vida.

La tarea inicial que se nos propone es el reconocimiento de ese talento que nos fue otorgado, mirarlo de frente y tener la valentía de reconocerlo con un corazón agradecido, para no ceder a la tentación de ocultarlo guiado por presiones económicas o sociales. Dios nos llama a asumir la responsabilidad de ese don y, a través de este, darle Gloria. Una vez que aceptamos que fuimos llamados a realizar una misión en el mundo con nuestros talentos, la pregunta que nos debemos hacer es ¿qué hacemos con él? ¿Lo mantenemos estático y no nos esforzamos para hacer más allá de lo que "sale" sin esfuerzo y cumpliendo mínimamente con lo que se espera de nosotros? ¿Usamos esos dones para alimentar nuestra propia vanidad? Claramente esos no son los caminos a los que nos invita Cristo en este relato, ya que lo que nos fue regalado no sólo nos pertenece a nosotros, sino que nos corresponde desarrollarlo y compartirlo en beneficio de nuestro entorno, de nuestra sociedad. 

Un músico excepcional, Claudio Arrau, quien nos dejó muchos ejemplos de vida no sólo a través de la interpretación en el piano, sino también en sus testimonios, nos decía que la mínima parte de lo logrado se debe al talento; el resto se logra con estudio constante. También nos advierte que la vanidad es el peor obstáculo en este camino del arte. (...)
 


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