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Obesidad infantil y adolescente: 27% de niños entre 5 y 19 años la padecen


Foto de Melina Vogel
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Académica Facultad de Medicina
Esta enfermedad crónica está determinada por la mala alimentación y el sedentarismo.

Un nuevo informe de UNICEF advierte que hoy existen más niños y adolescentes con obesidad que con bajo peso, con 188 millones de jóvenes afectados a nivel global. Esto significa que uno de cada diez menores en todo el mundo padece obesidad. Una cifra alarmante que refleja un problema general a nivel mundial y que, al hacer un zoom en Chile (considerado un país de ingreso alto), la situación es especialmente grave: el 27% de los niños y niñas de entre 5 y 19 años vive con obesidad, lo que los ubica entre los más afectados, mientras que en naciones como Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos la cifra llega al 21%. 

Según el informe “Alimentando el negocio: Cómo los entornos alimentarios ponen en peligro el bienestar de la infancia”, basado en datos de más de 190 países, la prevalencia del bajo peso entre niños y niñas de 5 a 19 años se redujo desde el año 2000, pasando de cerca del 13% al 9,2%. Sin embargo, la obesidad aumentó de un 3% a un 9,4%. Incluso, el documento revela que la obesidad supera al bajo peso en todas las regiones del mundo, exceptuando África Subsahariana y Asia Meridional.

El texto señala que el aumento de la obesidad se debe principalmente al “abandono de los hábitos alimentarios tradicionales y a la incorporación de productos de alta densidad energética, baratos e importados”. Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF, explica que el concepto de malnutrición ya no se restringe únicamente al bajo peso, sino que incluye de forma creciente la obesidad. (…)

Melina Vogel, miembro de la Unidad de Trastornos Alimentarios UC CHRISTUS y jefa del Instituto de Neurociencias de esa entidad, indica que en los últimos años diversos factores han transformado los hábitos familiares, en especial la alimentación y la actividad física. Entre ellos destaca el acceso creciente a alimentos procesados de bajo costo, la pérdida de los espacios familiares de comida compartida y la sustitución de prácticas tradicionales como cocinar en casa por modalidades rápidas, muchas veces instantáneas, que privilegian la simplicidad sobre la calidad nutricional.

Agrega que la pandemia de Covid-19 profundizó estas tendencias, al restringir actividades cotidianas, laborales y educativas. “Estas medidas limitaron la actividad física al aire libre y deterioraron aún más los hábitos saludables dentro del hogar”, agrega. (…)

 


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