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La Tercera

ONU: no dejemos morir al paciente


Foto de Jorge Sahd
account_circle Jorge Sahd launch
Director Centro UC Estudios Internacionales
Que las Naciones Unidas estén en la UTI no significa que debamos desconectar al paciente. Aunque su burocracia sea asfixiante, que incurra en prácticas clientelistas, o que su falta de diversidad política sea mirada con desconfianza, la respuesta no puede ser dinamitarla, de acuerdo a la visión del también profesor de la Facultad de Derecho.

El camino es la reforma, pero la pregunta es quién debe liderarla. Una parte de la respuesta es obvia: la propia organización. Sucesivos secretarios generales han prometido una ONU más eficiente, con programas racionalizados, mayor transparencia en la contratación y menos espacios para programas y agencias innecesarias. Pero cuando llega la hora de gobernar, se impone la política del “no quebrar huevos” y las promesas se diluyen. Sin un secretario general con coraje para desafiar inercias y asumir los costos, la reforma nunca pasará de los discursos.

Pero es sólo una parte. La responsabilidad más importante recae en las potencias. El Consejo de Seguridad está paralizado desde hace años, atrapado en una composición anacrónica y en vetos que responden más a cálculos de poder que al bien común. La imagen surrealista del Consejo discutiendo “propuestas de paz” en febrero de 2022 mientras Rusia invadía Ucrania es un retrato de la decadencia. Lo mismo ha ocurrido con los estériles llamados del secretario Guterres frente a la masacre en Gaza, bloqueados por la incapacidad –o la falta de voluntad– de las potencias para defender el derecho internacional. Al final del día, los organismos internacionales son exactamente lo que sus miembros (especialmente, las potencias) quieren que sean.

La ONU fue creada para evitar que el mundo repitiera la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Y cumplió. Durante décadas fue decisiva para desactivar conflictos, negociar tratados de paz, asistir a países en desarrollo y consolidar los derechos humanos. Si el planeta ha vivido uno de los períodos más pacíficos de su historia reciente, es en gran medida gracias al sistema internacional construido en torno a la ONU y a la globalización económica, que actuaron como diques de contención frente a los conflictos. La Carta de las Naciones Unidas, por su parte, fue el instrumento fundamental para consagrar principios como la soberanía de los Estados y la prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales. (...)

 


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