Reforma de salud, primero las personas

Una de las principales preocupaciones de las personas es la salud. Cuando algún miembro de la familia se enferma, sobre todo si se trata de algo grave, todo su entorno lo resiente no sólo en lo anímico, sino también en lo económico. En Chile conviven hoy realidades muy diferentes para quienes se atienden en el sistema público y quienes lo hacen en el privado. Destacando el esfuerzo de cientos de profesionales de la salud, es indudable que la urgencia de una clínica es una experiencia muy distinta de la urgencia de un hospital. Lo mismo vale a la hora de requerir una hora con un especialista si se vive en la Región Metropolitana o en una de las otras 15 regiones del país. Y ni qué decir de los sectores rurales.
Estoy consciente que estoy haciendo una aproximación poco técnica de un tema de enorme complejidad, donde además se mezclan intereses y miradas ideológicas, pero me parece que no partir de esa base constituye un error. Quiero decir con esto que, independiente de las visiones que se tengan sobre el tipo de sistema de salud, si no se hace sobre la base de una empatía mínima con las personas, con su experiencia concreta y su dignidad, no avanzaremos en la dirección correcta.
Lamentablemente el contexto de la discusión es ad-portas de un año donde las diferencias políticas se verán exacerbadas debido a la inminencia de elecciones parlamentarias y presidenciales. Ya hemos visto cómo los argumentos técnicos dan paso a luchas de poder y en donde la mirada de los pacientes se invisibiliza en medio de las consignas de cada sector. Por supuesto, no estoy en contra de las discusiones sobre políticas públicas, pero la realidad nos ha mostrado con contundencia que hacerlo en ambiente electoral solo nos aleja de posiciones de consenso. (…)
Creo que todas y todos debemos volver el foco a lo esencial: las personas, poniendo en ellas el sentido de urgencia. Pongo en nuestra retina a quienes están atravesando la dura experiencia del cáncer, a quienes padecen de las denominadas enfermedades raras o poco frecuentes, a quienes deben asumir cuentas médicas que les cambian la vida para siempre, o a quienes no tienen recursos para los medicamentos que necesitan para aliviar sus dolores o para el cuidado digno en la vejez o fin de vida. (…)
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