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Revista Diálogos

Sigamos haciendo lío


Foto de Ángela Parra
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Directora de Pastoral y Cultura Cristiana
No existe una mejor sociedad aboliendo la opción de las mujeres a ser madres. para que los puestos de liderazgo sean ocupados por más mujeres, se necesita verdadera corresponsabilidad y un correcto entendimiento de las labores que realizan hombres y mujeres.

En marzo son incontables las actividades disponibles para reflexionar acerca de la baja participación de la mujer en puestos de liderazgo, en todos los sectores de la sociedad. Sería de esperar, entonces, que siendo el tema tan repetitivo el tema, ya no fuera necesario ahondar más en él. No obstante, muchas veces la mujer sigue excluida y sin el reconocimiento que merece. Es impactante pensar que solo hace 75 años tenemos derecho a voto, gracias al trabajo de muchas mujeres que querían reparar tamaña injusticia. Hoy somos cada vez más las que, sin importar la ocupación, buscamos que nuestra sociedad sea más equitativa.

Con base en esta nueva realidad, en la que podemos levantar la voz si es necesario, y la sociedad entera realiza cambios sustanciales para darnos un lugar, cabe preguntarse entonces: ¿por qué seguimos “haciendo lío” respecto de la mujer y puestos de liderazgo? En primer lugar, las estructuras sociales son difíciles de cambiar, requieren de tiempo y de la modificación de creencias personales que, en el conjunto, benefician al cambio total.

En el caso de la iglesia, la inclusión de las mujeres es un proceso lento y que precisa de todos quienes la conforman para permear toda la institución. Las mujeres son, en gran parte, quienes se encargan de las parroquias y capillas, quienes tienen vocaciones religiosas y realizan una labor indispensable para la Iglesia, son las madres quienes transmiten los valores cristianos de la fe haciendo prevalecer el anuncio del evangelio. Contrario a ciertas corrientes del feminismo radical que, utilizando a la sociedad como “caldo de cultivo”, buscan convencernos de que el gran obstáculo para llegar a puestos de liderazgo es la maternidad; cuando poder concebir, dar y custodiar una nueva vida es un regalo inconmensurable de Dios que mantiene viva a la humanidad. El verdadero problema para el liderazgo de la mujer es la ausencia de corresponsabilidad. Es en la crianza compartida, con un real involucramiento del padre, donde las mujeres y los hijos enfrentan mejor el mundo.

No existe una mejor sociedad aboliendo la opción de las mujeres a ser madres. Para que los puestos de liderazgo sean ocupados por más mujeres, se necesita verdadera corresponsabilidad y un correcto entendimiento de las labores que realizan hombres y mujeres, puesto que «la división del trabajo no puede darse en función del género, sino en función de valores, de capacidades, de ética y de reciprocidad”. (…)


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