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La Tercera

Trabajando por las enfermedades desatendidas


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Pedro Bouchon
Vicerrector de Investigación
Esta columna fue escrita en conjunto con Luis Emilio Pizarro, director ejecutivo de Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi).

En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo el avance de la ciencia y la medicina ha cambiado el panorama de la salud global, mejorando sustancialmente la vida de muchas personas. Sin embargo, una de cada cinco personas en el mundo todavía permanece al margen de esta revolución. Enfermedades aún presentes en Chile, como el Chagas –en torno a 120 mil personas son portadoras del parásito en nuestro país- o el Hantavirus –que desde 1996 a la fecha ha infectado a cerca de 1.300 personas en Chile, con una letalidad de hasta un 40%-, no reciben suficiente inversión en investigación y desarrollo, y los tratamientos continúan siendo antiguos, ineficaces, tóxicos o simplemente inexistentes.

La Organización Mundial de la Salud clasifica un grupo de 20 afecciones como enfermedades tropicales desatendidas (ETD). Éstas afectan principalmente a las poblaciones más vulnerables del mundo. Las ETD incapacitan o desfiguran, perpetuando el ciclo de pobreza, manteniendo a millones de niños fuera de la escuela y adultos sin trabajo.

Para enfrentar esta situación, cuando la organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras recibió el premio Nobel de la Paz en 1999, comprometió los fondos recibidos para realizar un estudio que resultó en la creación de un modelo colaborativo, sin fines de lucro, para la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos para las enfermedades desatendidas. Así surge la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (Drugs for Neglected Diseases initiative, DNDi), que trabaja en forma de alianzas entre instituciones públicas y privadas, y desvinculando el costo de investigación del precio final del tratamiento.

DNDi ya ha desarrollado 12 tratamientos asequibles, disponibles y adaptados a las comunidades para seis enfermedades mortales, como la hepatitis C, que en Chile afecta a unas 35 mil personas. Como se trata de una enfermedad silente, la gran mayoría (25 mil personas en nuestro país) desconoce que están infectadas y, lamentablemente, una parte importante desarrolla infección crónica. Por eso es esencial promover estrategias de “diagnosticar y tratar” en el primer nivel de atención. (...)


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