Un triunfo amplio; desafíos complejos
El amplio triunfo de José Antonio Kast no solo implica la alternancia del poder, sino que también confirma el declive de la dictadura como el eje ordenador de la política chilena. Esta elección presidencial es la segunda en la que el partido ganador es distinto de los tradicionales y Kast es el primer Presidente electo que apoyó abiertamente la opción “Sí” en el plebiscito de 1988. El debilitamiento de este eje articulador y la adopción del voto obligatorio consolidan un escenario menos institucionalizado y de mayor volatilidad, lo que impone importantes desafíos para la gobernabilidad y el éxito del nuevo gobierno.
Primero, el gobierno no debiera interpretar el amplio apoyo electoral recibido como un mandato ideológico, como le sucedió el gobierno del Presidente Boric, sino como la expresión de preocupaciones urgentes de un electorado pragmático. El reto inmediato es, entonces, mantener en el ejercicio del gobierno la lógica de la campaña y evitar, por acotadas que sean, iniciativas identitarias que reactiven las divisiones asociadas a la dictadura.
Segundo, la dificultad de largo plazo para el gobierno será consolidar el eventual fin de ciclo político postdictadura y abrir otro. Ello requiere articular un proyecto que incorpore tanto a la centrodere-
cha como al centro político. La diversidad de las distintas derechas supone un reto importante. El asunto fundamental es si estas derechas se unirán solo para abordar agendas específicas o si encontrarán un mínimo ideológico para reconfigurar el debate político. Asimismo, aunque el centro político se encuentre hoy muy debilitado electoralmente, continúa cumpliendo un rol simbólico relevante para construir un relato con sentido de transversalidad.
Finalmente, entre estas tareas de corto y largo plazo, el desafío central para el nuevo gobierno será cumplir las expectativas generadas. (...)