Un enfoque correcto respecto de la delincuencia juvenil
La delincuencia juvenil conmueve y preocupa de forma particular porque encarna no solo un problema de seguridad, sino también un profundo fracaso social. Ver a jóvenes involucrados en actos violentos o delictivos interpela nuestras expectativas sobre el futuro, pero también debería llevarnos a reflexionar sobre las condiciones estructurales que los empujan hacia esas trayectorias: entornos marcados por la pobreza, la exclusión educativa, la violencia familiar o comunitaria, y la falta de oportunidades reales de desarrollo.
Cómo una sociedad reacciona ante este fenómeno se transforma en un debate común, sobre todo en épocas electorales o ante ciertos casos que alarman. Las reacciones son similares a las que observamos respecto de la delincuencia en general: más cárcel, más castigo y ojalá mayor severidad.
En este mismo sentido, se orienta la moción parlamentaria que busca modificar la ley 20.084 sobre Responsabilidad Penal Adolescente aumentando el castigo para los jóvenes que comentan delitos más graves. El fin retributivo de la pena siempre se ha considerado como parte del castigo penal, algo así como un mal por otro mal. Sin embargo, respecto de los adolescentes existe abundante evidencia internacional que la privación de libertad no es efectiva en la interrupción de carreras criminales. La cárcel, no genera efectos disuasivos en esta etapa del desarrollo y trunca la adquisición de roles prosociales y oportunidades para el cambio, que en la juventud son clave para cimentar una vida próspera. (...)
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