Crean un laboratorio “vivo” en Villarrica para aprender sobre cambio climático
Investigadores de CEDEL UC, junto a otras instituciones de la región, desarrollaron en el Parque Nacional Villarrica un recorrido donde los visitantes pueden aprender sobre servicios ecosistémicos, la importancia del agua y bosques, y el monitoreo ambiental y de la biodiversidad, en medio de la naturaleza. A un mes de su implementación, ya han participado más de 3 mil personas, especialmente provenientes de colegios y comunidades de la región.
photo_camera “Cada una de estas estaciones está pensada para que los visitantes se conecten directamente con el entorno natural", afirma Nicolás Galvez, director de Laboratorio Vivo e investigador de CEDEL UC. (Fotografía gentileza de CEDEL UC)
En pleno corazón de la región de la Araucanía, en el Parque Nacional Villarrica, se instaló hace poco más de un mes, el Laboratorio Vivo del Bosque, Agua y Cambio Climático. A través de un recorrido inmersivo guiado por educadores y mediadores del proyecto, en el sendero Rukapillán, busca que los participantes comprendan, desde distintas perspectivas, cómo se interrelacionan los ecosistemas del bosque y los efectos que el cambio climático genera en ellos.
Esta es una iniciativa del Centro UC de Desarrollo Local (CEDEL UC), en conjunto con CONAF Araucanía, la Universidad Católica de Temuco y el Museo Regional de La Araucanía, financiada por el programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
Los módulos temáticos abordan los servicios ecosistémicos, la importancia del agua y bosques, el monitoreo ambiental y de biodiversidad, promoviendo la vinculación de la ciudadanía con el rol de las áreas protegidas en la adaptación al cambio climático y su involucramiento en actividades de monitoreo y ciencias participativas.
“Cada una de estas estaciones está pensada para que los visitantes se conecten directamente con el entorno natural; desde entender la importancia de los servicios ecosistémicos que nos brindan los bosques, hasta cómo podemos contribuir al monitoreo ambiental y la conservación de nuestra biodiversidad. Queremos que cada persona se lleve algo más que información: buscamos que se lleve una reflexión, una experiencia y un compromiso con la naturaleza”, explica el director del proyecto e investigador de CEDEL UC, Nicolás Gálvez.
El recorrido integra tres miradas distintas: la mirada humana, del insecto y del cóndor, las que nos invitan a incorporar otras perspectivas en cómo percibimos la naturaleza. “Como humanos, tenemos un acceso limitado a ver, sentir y experimentar las cosas”, explica el encargado de Contenidos del Laboratorio, Daniel Opazo. “Invitarnos a experimentarla a través de los pies, cuerpo, corazón y ojo de otros seres, nos facilita empatizar con otros modos de ser habitantes, de habitar los espacios compartidos”, agrega.
Una experiencia memorable
La experiencia no solo busca transmitir conocimientos científicos, sino también despertar los sentidos y las emociones frente a la vida que nos rodea. Este recorrido ha permitido reconocer las especies que habitan el bosque: flora, fauna y funga, que ha convertido esta experiencia en un laboratorio natural para aprender junto a la naturaleza y reflexionar sobre nuestro rol en su cuidado.
Durante su primer mes de implementación, el espacio ha recibido a casi tres mil personas de la Araucanía lacustre y comunidades educativas de toda la región, quienes han vivido jornadas de descubrimiento, aprendizaje y conexión con el territorio.
Un grupo de estudiantes del Liceo Luis González Vásquez de Nueva Imperial vivió esta experiencia, la que fue definida por la directora del establecimiento, Alejandra Lavín, como una experiencia “realmente maravillosa”, en un entorno natural “espectacular".
”Desde el momento en que llegamos, los estudiantes estaban felices y fueron recibidos con una calidez increíble por el guardaparque y los dos guías a cargo del recorrido. La actividad estuvo muy bien organizada, con estaciones lúdicas que mantuvieron a todos motivados y participando activamente; nadie quedó fuera, y eso hizo que la jornada fuera aún más especial. (...) Fue una jornada invaluable, llena de aprendizajes, risas y asombro”, aseguró.
Cada grupo visitante ha sido acompañado por un equipo de guías y educadores, quienes facilitan dinámicas participativas, observación directa y momentos de conversación en torno a la importancia de proteger los ecosistemas y fortalecer la educación ambiental en el territorio.
El proceso de creación del Laboratorio Vivo contó con la participación de investigadores y expertos de distintas instituciones, como María Angélica Casanova, doctora en Recursos Naturales y académica de Ciencias Naturales y Biología de la Universidad Católica de Temuco (UCT). “Nosotros tenemos en el suelo del Parque Nacional Villarrica suelos que son suelos volcánicos”, explica, en una invitación a reflexionar sobre las características ecosistémicas del Sendero Rukapillán.
“Uno puede ver la historia de la Tierra, en realidad, la historia del planeta, de los últimos millones de años, y este suelo se va construyendo lentamente en base a aquellas especies pioneras, aquellos organismos que logran colonizar estos suelos volcánicos y establecer una base para que otros organismos vayan poblando. Para eso nosotros reconocemos en nuestros organismos pioneros, por ejemplo, a las bacterias, reconocemos las microalgas, los hongos microscópicos, los líquenes y los musgos”.
Durante los próximos meses, el laboratorio continuará recibiendo a delegaciones escolares, familias y público general, en un camino que busca consolidarlo como un espacio abierto para la educación, la ciencia y el contacto directo con el entorno natural. Como concluye Nicolás Gálvez: “Esperamos que más de 5000 personas puedan participar, aprender y llevarse una nueva comprensión sobre el cambio climático y la conservación de nuestra biodiversidad”.