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En la intimidad con Francisco Rosende


Quien fuera decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas por 18 años, abre las puertas de su intimidad para contar parte de su trayectoria y su vocación. Adelantamos aquí la entrevista con este profesor honrado con el premio Monseñor Carlos Casanueva, la que será publicada en la próxima edición de Visión UC.

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photo_camera César Cortés.

El cuerpo se le cansa pero nos recibe. Su diagnóstico no es bueno. Está enfermo, pero aun así quiere terminar un libro sobre economía monetaria y por eso le agradecemos que comparta su limitada energía: “Me podría haber tocado el cáncer de Steve Jobs, que era mucho más benigno”, comenta irónico y tranquilo.
 
Francisco Rosende ha visto cambiar a Chile, desde la pobreza de los años ‘60 a las hileras de personas que hacían fila para comprar azúcar o aceite en los ‘70. Alcanzó a conocer la frustración ante esa realidad que parecía inamovible. Por entonces, gracias a un libro cuyo autor no logra recordar, se enamoró de una disciplina esperanzadora. Fue así como decidió ser economista.
 
Nacido en Santiago en 1956, su pasión por la economía es de familia: su padre trabajó en la Corporación de Fomento y su madre estudió Ingeniería Comercial en la Universidad Católica. Sus estudios secundarios los realizó en el Liceo 11 de Las Condes y los superiores en la Universidad de Chile, en la carrera de Ingeniería Comercial. En 1981 viajó a Estados Unidos a realizar un Master of Arts en Economía en la Universidad de Chicago que terminaría dos años después. De regreso en Chile, en plena crisis bancaria, se incorporó a “su gran escuela”, el Banco Central (1985-1990), lugar donde se trabaja con datos duros, datos que considera elementos clave para diagnosticar los gérmenes que agobian a la sociedad, pues “con datos construimos una visión más rigurosa y menos ideológica de los problemas”, señala. 


 
En el decanato


Son los datos los que efectivamente avalan su gran contribución durante los 18 años que estuvo al frente de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UC (1995-2013). Durante este periodo, la facultad aumentó su planta de 25 a 64 profesores, potenciando con ello la labor docente sin dejar de lado el desarrollo de la investigación en las distintas disciplinas. La creación y consolidación de múltiples programas de posgrado, incluyendo el MBA y el doctorado en Economía, así como su permanente compromiso con la docencia, son parte de su legado principal, señala su sucesor, el decano José Miguel Sánchez.
 
El alto historial de este experto en crisis financieras fue reconocido en 2013 con el Premio de Excelencia Docente y a principios de junio con la entrega del máximo honor académico que entrega la universidad: el premio Monseñor Carlos Casanueva que distingue la trayectoria universitaria. 


 
 
La economía como vocación


Pero los datos duros, como le gusta decir, no reflejan en su totalidad su aporte que se completa con el haber hecho de su profesión una vocación social. Recuerda que estaba en octavo básico cuando leyó ese libro de economía que decidió su destino. Más tarde, leyendo a Friedman, advirtió que la economía podía y debía aportar con soluciones concretas a los problemas que afectaban a la sociedad: pobreza, escasas oportunidades en comparación con las grandes expectativas de progreso de la gente; desigualdad e injusticia social.
 
Al vislumbrar esa realidad comprendió también que para contribuir en la construcción de una sociedad más justa la economía jugaba un rol clave. De ahí su participación en el sector público y privado, pues ha desempeñado cargos de consejero en la Comisión Resolutiva Antimonopolio, en la Comisión de Defensa de la Libre Competencia, y de investigador en el Centro de Estudios Públicos.
 
Acostumbrado a los detractores del libre mercado, no pierde la paciencia —se le ve más sereno que nunca— cuando se le pregunta por los economistas neoliberales y sus políticas de shock:
 
“No tienen nada que ver con Milton Friedman y sus alumnos. Los regímenes más diversos, a la hora de ordenarse, se han visto obligados a hacer cambios muy profundos para poder salir de sus crisis”.
 
Y así, puede hablar de temas históricos y de la contingencia, porque Francisco Rosende es un espectador lúcido de nuestro tiempo. Por eso hoy sigue deseando que los países, y también las personas, sean más eficientes a la hora de gastar sus limitados recursos, cuestiones básicas de microeconomía pero que en la práctica se complejizan. Y la autocrítica no se deja esperar. Nunca. “Los economistas con frecuencia no sabemos explicarnos, la gente cree que nosotros nos dedicamos a las recetas, cuando lo que nosotros aprendemos y tratamos de promover en la toma de decisiones es un método para mirar la realidad”, dice el exdecano.

 

Gentileza Visión UC


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