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Judoca Mary Dee Vargas obtiene el Premio Espíritu UC 2023


La alumna de Arquitectura ha logrado combinar con éxito sus estudios con la práctica del judo, deporte del cual es seleccionada nacional. En el futuro, sueña con poder continuar fusionando sus dos pasiones para, desde ellas, aportar al país.

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photo_camera Entre 2020 y 2022, Mary Dee Vargas logró bronce, plata y oro en el Campeonato Panamericano de Judo que se lleva a cabo anualmente, además de otro bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Por estos días, Mary Dee Vargas se encuentra a 10.852 km de Santiago. Más precisamente, está en España, donde es alumna de paso en la Universidad Politécnica de Valencia. Y aunque el paisaje que la rodea haya cambiado, sus metas siguen siendo las mismas: avanzar en sus estudios de Arquitectura mientras entrena judo, disciplina en la que busca representar a Chile en los Juegos Panamericanos 2023 y en la clasificación a los JJ.OO. de París 2024.

La judoca de 26 años sabe de medallas: entre 2020 y 2022 logró bronce, plata y oro en el Campeonato Panamericano de Judo que se lleva a cabo anualmente, además de otro bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Pero el galardón que acaba de conseguir es distinto a los anteriores: Mary Dee es una de las dos ganadoras del Premio Espíritu UC, que reconoce al estudiante de pregrado que en su etapa universitaria se haya destacado por su compromiso con la UC y el país.

“Es un honor recibir este premio”, dice Mary Dee, quien admite que estudiar y ser deportista de alto rendimiento no ha estado libre de desafíos, sobre todo porque se declara una persona perfeccionista que busca rendir al máximo en ambas disciplinas. “El judo y la arquitectura son dos cosas que nunca me imaginé que llegarían simultáneamente. Solo se encontraron en el camino y decidí enfrentarlas juntas”, cuenta.

“Me encantaría poder servir a la sociedad desde el deporte, pero sé que también puedo dar mucho desde la arquitectura” - Mary Dee Vargas, Premio Espíritu UC 2023

La arquitectura como motor social

Mary Dee en el patio de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos del Campus Lo Contador: “Me siento orgullosa de decir que estudio Arquitectura. La experiencia ha sido muy buena, mis profesores han ido hilando los contenidos de una manera muy especial y han estado muy abiertos a adaptar los tiempos de los trabajos y pruebas a mis competencias”, afirma. Créditos de foto: Karina Fuenzalida.

Su pasión por la arquitectura fue un amor que se cocinó a fuego lento: “Empecé un poco a tientas, sin tener muy claro qué quería hacer y la verdad es que me enamoré de la profesión. Cada vez que me han dado ganas de tirar la toalla por las dificultades de compatibilizar las dos cosas, me vuelvo a enamorar de ella”.

Cuando habla sobre el origen de su vocación por la arquitectura, Mary Dee explica que una de las razones principales es el servicio que esta disciplina entrega a la sociedad. Paradójicamente, ese mismo interés por el servicio estuvo a punto de alejarla de esta carrera, ya que originalmente su deseo de ayudar la había llevado a pensar en entrar a la Escuela Naval. Pero para esto necesitaba prepararse físicamente, y es así como a los 18 años retomó el judo que había comenzado a practicar cuando tenía 5 y que había debido abandonar debido a una lesión.

Una cosa llevó a la otra: volver a entrenar la reencantó con este deporte y se propuso esforzarse al máximo para volver a las competencias y ser invitada a la Selección Nacional de Judo. Para esto debía quedarse en Santiago, con lo que la Escuela Naval se fue desdibujando y en cambio apareció con fuerza Arquitectura.

13 minutos le bastaron a Mary Dee Vargas para vencer a su rival de Brasil en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en la foto. En dicho certamen, la estudiante de la UC obtuvo la medalla de bronce, su primera presea en unos panamericanos. Créditos: Reuters.

El judo la ha llevado a participar en competencias en todo el mundo. “Ese ha sido el reto más grande, tratar de estar presente desde la distancia”, menciona Mary Dee, y agrega que en todo caso siempre ha sentido el apoyo de su entorno: “Mis compañeros me contaban qué materia estaban pasando y me grababan las clases”, recuerda.

“Me siento orgullosa de decir que estudio Arquitectura. La experiencia ha sido muy buena, mis profesores han ido hilando los contenidos de una manera muy especial y han estado muy abiertos a adaptar los tiempos de los trabajos y pruebas a mis competencias”, afirma, señalando que en todo caso esa confianza de los académicos también se debe al esfuerzo que ha puesto por cumplir con todas sus obligaciones y tomar sus estudios con responsabilidad.

Mary Dee también agradece a su familia, que le ha dado la libertad de escoger su propio camino y “que ha sido el soporte fundamental. Ellos me han impulsado y han creído en mí”.

Y aunque todavía le queda tiempo, Mary Dee sabe que la carrera de un deportista no es de larga duración. Cuando llegue la hora de retirarse, espera poder dedicarse de lleno a su carrera, aunque sueña con poder combinar en el futuro sus dos pasiones: “Quién sabe, a lo mejor voy a terminar construyendo edificios para el deporte…”


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