La IA y la creatividad

photo_camera A la izquierda fotografía del cuadro de La Gioconda o Monna Lisa pintada por Leonardo da Vinci. A la derecha imagen generada por Chat GPT de la misma obra.

La creatividad ha sido tradicionalmente entendida como una facultad exclusivamente humana, ligada a la inspiración, la emoción y la expresión personal. Sin embargo, el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial (IA) ha desafiado esta concepción.
Desde una perspectiva funcionalista, la IA puede ser considerada creativa si produce obras nuevas, sorprendentes y valiosas para una audiencia humana. En este enfoque, lo que importa no es la intención ni la conciencia del agente, sino el efecto que produce su obra. Esta visión permite integrar la IA como un estímulo autónomo y maleable que amplía las capacidades expresivas del artista humano.
Entre las ventajas de este uso destacan la democratización del acceso a la creación artística y la posibilidad de romper con estructuras elitistas. La IA puede generar obras sin necesidad de formación académica previa, permitiendo que personas de diversos contextos participen en procesos creativos. Además, puede analizar estilos, experimentar con nuevas combi- naciones y explorar espacios conceptuales que serían difíciles de alcanzar solo con intuición humana.
No obstante, los desafíos éticos son significativos. Existe una tendencia a subestimar el valor del arte generado por IA, debido a nociones antropocéntricas y a la falta de comprensión sobre su funcionamiento. También se corre el riesgo de desplazar a artistas humanos si se priorizan criterios de eficiencia sobre los de sentido o agencia. Por ello, el uso ético de la IA en la creatividad exige transparencia en los procesos, reconocimiento justo de las autorías y una reflexión crítica sobre los valores que guían nuestras prácticas artísticas, además de cuestionarnos conceptos fundacionales como la idea de belleza, imaginación o incluso de experiencia artística.
En definitiva, promover la creatividad usando IA implica comprenderla en sus limitaciones técnicas y sus oportunidades creativas, orientando su uso hacia la expansión de las capacidades humanas, no su supresión.