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Las lecciones que nos dejó Semana Santa, en tiempos de pandemia


Retomar el verdadero sentido de esta celebración, reflexionar sobre la fragilidad de la vida y buscar nuevas formas de colaboración, generosidad y conciencia del otro, es la oportunidad que planteó esta fiesta en época de emergencia sanitaria.

Semana Santa, fiesta religiosa, Covid-19

photo_camera Comunicaciones UC

El Covid-19 marcó un antes y un después. Qué duda cabe que nuestra vida no es la misma que llevábamos antes de esta pandemia. Nuestras rutinas, formas de relacionarnos y hasta de celebrar, ya no son las mismas. Y la Semana Santa no es la excepción.

La Semana se dio inicio con un Domingo de Ramos completamente atípico: el Papa Francisco celebró la misa en una basílica de San Pedro, en Roma, prácticamente vacía, mientras los fieles lo siguieron a través de sus computadores y celulares. Todas las actividades son online. El Vaticano, a través del decreto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina: Sacramentos para Semana Santa y Pascua, dio las indicaciones para celebrar esta fiesta “sin la presencia del pueblo”. Un hecho inédito, ni siquiera ocurrido durante las guerras mundiales.

En Chile, el Arzobispado de Santiago anunció las distintas ceremonias y actividades religiosas, incluidos retiros, en formato virtual. De igual manera, la Pastoral UC transmitió por Youtube las liturgias, misas, vigilia, retiro y hasta el Vía Crucis. Así mismo elaboró un libro con reflexiones de las 14 estaciones del Vía Crucis, enfocadas en este tiempo de pandemia, y material para celebrar con los niños; también creó el portal Anclados con recursos de fe y cultura para esta época de cuarentena.

Como afirma el padre Fernando Valdivieso, capellán general de Pastoral UC, quien da algunas recomendaciones prácticas para esta celebración (ver al final de la nota), “la liturgia es importante. Nos transporta al pie de la cruz y a la roca removida de la mañana de la resurrección. Ese misterio de nuestra fe les da a las celebraciones cristianas la potencia que el Pueblo de Dios percibe con sencillez y celebra con fe. Va a ser difícil no poder congregarnos físicamente en la liturgia. Pero vamos a congregarnos de todas maneras. La tecnología nos ayudará”.

Se trata de “abrir la idea de lo que significa celebrar comunitariamente. Pensamos que se restringe a un espacio físico, a un templo y un anfitrión, el sacerdote”, dice el vicedecano de la Facultad de Teología Federico Aguirre, y agrega: “Esta es una oportunidad para replantearnos lo que significa la reunión de la comunidad que celebra. Son muy importantes el templo y la liturgia oficial, pero si esta no se traslada a la vida cotidiana, la comunidad inmediata de la que somos parte -familia, el grupo de trabajo o los amigos- no tiene mucho sentido”.

"Va a ser difícil no poder congregarnos físicamente en la liturgia. Pero vamos a congregarnos de todas maneras. La tecnología nos ayudará”, dice el padre Fernando Valdivieso, capellán general de Pastoral UC.

Como agrega la académica de Teología Haddy Bello en esta entrevista, “para mantener vivo este espíritu, incluso insertos en una cuarentena, son fundamentales la fe, la esperanza y el amor.

Fe, para creer que a pesar de la distancia física somos realmente miembros de un mismo cuerpo que vive en cada uno de nosotros y con todos a la vez.

Esperanza, de que esta pandemia no es más fuerte que los vínculos de unidad que la Pasión, muerte y resurrección de Cristo ha fundado entre nosotros.

Y amor, para ser originales e innovadores en la promoción de nuevos espacios que propicien el bien común, el respeto y la participación de todas las personas que deseen encontrarse con Dios y con su prójimo durante esta semana, y todas las semanas venideras -con o sin “encierro”-. Este sería el verdadero desafío”.

“Esta es una oportunidad para replantearnos lo que significa la reunión de la comunidad que celebra. Son muy importantes el templo y la liturgia oficial, pero si esta no se traslada a la vida cotidiana, la comunidad inmediata de la que somos parte -familia, el grupo de trabajo o los amigos- no tiene mucho sentido”, afirma el vicedecano de Teología Federico Aguirre.

 

La transformación de una fiesta a lo largo de la historia

La celebración de Semana Santa, sin embargo, ha sufrido numerosos cambios mucho antes de esta pandemia. Esta fiesta forma parte de nuestras tradiciones desde la presencia española en América. A principios del siglo XX, “en la medida que la catolicidad tenía un mayor peso, esta fiesta era vivida como un duelo por la sociedad chilena”, explica el académico del Instituto de Historia René Millar.

Era un tiempo en que la gente rezaba en su casa, se invitaba a la reflexión, los niños no podían jugar, se hacía ayuno y la comida era frugal. Los templos lucían lienzos morados en señal de duelo y en la nave central, se ubicaba un segundo altar, con flores, que simbolizaba el sepulcro. Las actividades religiosas se hacían de noche, la gente participaba en las vigilias. Las iglesias estaban abiertas, los fieles iban de una en otra. Estaban atiborradas.

La Semana Santa era la conmemoración religiosa oficial más importante. Por ejemplo en Valparaíso, como narra el profesor Millar en su artículo “Aspectos de la realidad porteña. 1830-1930”: “El Jueves Santo la ciudad se paralizaba. A mediados del siglo XIX, a las 10 de la mañana se suspendía el tráfico de rodados, cesaban las actividades mercantiles y los buques "cruzaban sus vergas" (varas donde se colocan las velas) y subían el pabellón a media asta. Le seguía una nutrida cantidad de actividades: una misa en la Matriz, procesiones, la ceremonia del lavado de pies, rezo de las estaciones, adoración de la cruz, sermones, bendición del cirio pascual y la pila bautismal, la “quema de Judas” -tradición común de Castilla-, el Vía Crucis y la misa solemne de Pascua el domingo de Resurrección.

Con el correr del tiempo, esta fiesta se ha “laicizado”. “Se ha perdido el sentido de duelo”, afirma Millar y agrega que desde los años 30, se fue introduciendo la idea de descanso, de transformar este tiempo en una especie de vacaciones aprovechando los días feriados.

"La Semana Santa era vivida como un duelo por la sociedad chilena", afirma el académico de Historia René Millar. (Foto: César Cortés)
"La Semana Santa era vivida como un duelo por la sociedad chilena", afirma el académico de Historia René Millar. (Foto: César Cortés)
 

Volver a mirar el sentido esencial de la fiesta

“(…) ¿Cómo voy a celebrar yo estos días, esta Semana Santa? Podemos mirar la televisión o escuchar la radio, pero lo importante es que miremos nuestra familia, que miremos nuestro propio corazón", dijo el arzobispo de Santiago y Gran Canciller de nuestra universidad, monseñor Celestino Aós, en la misa del domingo de Ramos pasado, frente a una cámara y sin público presencial.

Se trata de una invitación a poner el foco en el verdadero sentido de la celebración, en el fondo más que en la forma. “El foco es el Misterio Pascual”, afirma el padre Fernando Valdivieso y agrega: Cada cristiano, cada comunidad, vive en este misterio de ser amados por Dios. En cada momento de la vida este Misterio Pascual se redescubre con nuevas facetas. Este 2020 la muerte y resurrección de Jesús iluminará la situación de pandemia global, iluminará nuestros deseos de construir un mejor Chile. Su luz señalará el camino: el del amor”.

Es una invitación a reflexionar respecto del sentido original de esta fiesta: la muerte y resurrección de Cristo. “En estos momentos, esto se vuelve especialmente significativo, dada la coyuntura que estamos viviendo. Esto es algo inédito. Nuestra generación nunca vivió algo parecido, en que nos enfrentáramos a la muerte de manera tan directa, el ver que la vida es algo tan frágil. La cultura moderna nos había ido alejando de la muerte, se escondía, se veía como algo lejano. Ahora la tenemos encima. Y por lo tanto, esto nos lleva a reflexionar sobre el significado del sacrificio de Cristo y la redención que implica su muerte, justo en un momento de angustia”, afirma Millar.

Para Federico Aguirre, esta es una oportunidad de vivir y “concretar” el Cristianismo: “Es un llamado para buscar nuevas formas de colaboración, generosidad y conciencia del otro. Encontrarme con quienes tengo al lado -física o virtualmente- y preguntarme qué significa que Jesús esté personificado en ellos”. Se trata de vincular la celebración litúrgica con la vida cotidiana.

“Tendemos a adormecernos entre los ajetreos del día a día, de las responsabilidades, de los proyectos, de la investigación, del trabajo y de la multiplicación del hacer. Dejamos de lado el ser, el sentir, el vivir nuestra familia, y muchas veces olvidamos a quienes están más alejados y son más vulnerables –incluso entre nuestros seres queridos–, nuestros ancianos, nuestros enfermos, nuestros necesitados”, agrega Haddy Bello.

Como finaliza el padre Fernando Valdivieso, “creo que esta Semana Santa 2020 puede tener un efecto muy positivo. Es verdad, puede pasar desapercibida entre las preocupaciones por la pandemia, el trabajo remoto, el colegio en casa y la imposibilidad de ir a la iglesia. Pero será una oportunidad de contemplar desde una nueva perspectiva el misterio del amor de Dios. Dejemos a Dios entrar con su "amor hasta el extremo" dentro de nuestros hogares, dentro de nuestros corazones, y descubriremos una vez más que el amor de Dios salva”.

Esta es una invitación a reflexionar respecto del sentido original de esta fiesta: la muerte y resurrección de Cristo.
Esta es una invitación a reflexionar respecto del sentido original de esta fiesta: la muerte y resurrección de Cristo.
 

Algunos consejos del capellán general de Pastoral UC, Fernando Valdivieso, para vivir esta Semana Santa:

  1. Hacer un pequeño altar en la casa. Reservar un espacio, poner una imagen, una vela que se encienda para los momentos de oración
  2. Ojalá en familia, sigamos cada celebración de Semana Santa a través de los medios.
  3. Conocer los horarios de las celebraciones en Pastoral UC, para organizar el día y seguirlos.
  4. Leer uno de los relatos de la pasión estos días (elige un evangelio y lee las últimas páginas).
  5. Hacer algún gesto de solidaridad inspirado por el amor de Jesús: acompañar con una llamada por teléfono a alguien que esté solo, ayudar en casa, etc.
  6. Dejar un poco el computador y los libros estos días, y tomar el Libro, la Palabra de Dios.
  7. Pedir a Santa María que nos enseñe a contemplar la pasión, muerte y resurrección de su hijo.

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