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Profesora de Estética investiga en jardines japoneses y ceremonia del té


Recientemente, la académica Claudia Lira se adjudicó un fondo de la fundación Japón, junto al director de Geografía Johannes Rehner, para realizar una investigación sobre la estética de los jardines japoneses en Chile. Asimismo, hace algunas semanas llegó a Chile luego de un periplo investigativo por Kyoto, ciudad en la que ahondó en la experiencia de la ceremonia de té y los rituales asociados a esta práctica.

imagen correspondiente a la noticia: "Profesora de Estética investiga en jardines japoneses y ceremonia del té"

photo_camera Los jardines japoneses y la ceremonia del té son verdaderos iconos de la cultura nipona, y ambos son el objeto de estudio de la profesora del Instituto de Estética e investigadora del Centro de Estudios Asiáticos UC, Claudia Lira. (Crédito fotografía: Claudia Lira)

Los jardines japoneses poseen una estética implícita y un potencial para la educación de la sensibilidad orientada a la sustentabilidad. Bajo esta premisa, la académica Claudia Lira, del Instituto de Estética e investigadora del Centro UC de Estudios Asiáticos, ha desarrollado una investigación que busca explorar las maneras en que el diseño de estos espacios favorece determinadas experiencias a través del despertar de los sentidos. La académica cuenta que una de las motivaciones que la llevó a plantear esta propuesta que hace dialogar a dos naciones fueron algunas de las características que conectan a Chile y Japón.

Ambas naciones, por ejemplo, explica la investigadora, tienen un clima de cuatro estaciones, lo que abre la posibilidad de incluir la educación estética a través de la apreciación del cambio estacional (propia de la cultura japonesa). “El paso del tiempo experimentado en la mutación vegetal, el clima, la presencia o ausencia de aves, insectos, olores y sonidos, nos conectan con el espacio”, profundiza la académica, quien agrega que la “atención activa” en estos procesos permite sentir el espacio/tiempo desarrollando una sensibilidad. Así, podemos sentir, por ejemplo, que “la vida está siempre ahí, creciendo y decreciendo” y, en ese momento, conectarnos con nosotraos mismos a través de lo que sentimos sensorial y afectivamente”.  Esta experiencia estética de manera natural conduce a una conducta ética hacia el medio ambiente. Cuidamos aquello que apreciamos, aquello con lo que entramos en relación.

Este proyecto de investigación se enmarca en una serie de exploraciones orientadas a estimular los sentidos por medio de la resignificación de la naturaleza en su dimensión educativa. Uno de sus proyectos se vincula justamente con la “educación de los sentimientos”, instancia que desarrolla junto a la Fundación MOA. La investigación actual, tras obtener fondos de Japan Foundation, se abocará al potencial de los jardines nipones para desarrollar la sensibilidad en tanto nos conectan con la atención plena. “Hemos olvidado vivir lo natural, cultivarlo. El jardín japonés no es solo la presencia de esa cultura en Chile, sino una invitación a reconectar con el gran libro de la vida”, manifiesta la profesora.

Jardines en movimiento

La estética tradicional japonesa se basa en dos principios: conservación y ruptura. Es por esto que el jardín japonés se instala en una evolución permanente. Esta visión también se vincula con las concepciones enlazadas con el arte: “aquellos que siguen el camino del arte con ahínco de pronto se abren a lo nuevo, llega, no lo buscan, de pronto al repetir y al vaciarse aparecen las innovaciones de la tradición. Una tradición viva requiere de mucho esfuerzo. El reconocimiento de todas y todos los que participan en ella, desde el que la crea hasta el que día a día la cuida y de los que la disfrutan”, dice

El jardín está vivo, asegura la profesora Lira, “es la vida misma”, de manera que podemos acompañarlo o cuidarlo, prácticas que se transforman en una “oportunidad para tomar el sabor de lo real”. Los pequeños jardines cotidianos complementan a estos inmensos parques, santuarios y jardines famosos, reflexiona. “Cada cual, aunque sea en una maceta, expresa su alegría y su estética del otoño. No hay excusas, la vida entera entra en una pequeña maceta solo falta el compromiso de velar por ella día a día”, expresa.

La académica apunta a la idea de que quienes no cultivan la vida, no pueden cultivarse a sí mismos. “Es culto quien se vuelve sensible no el que maneja información. La vida no puede estar en un libro, el libro habla de esa vida, pero para sentirla y vivirla hay que convertirse en jardinera/campesina. Ahí se le toma el peso a lo que significaría la ausencia de la naturaleza”, concluye.

En Japón, la experiencia estética de la naturaleza es cultural y está asociada al ritual festivo estacional, siendo parte de un modelo que se enseña en la familia, pero también en las escuelas, aumentando la calidad del aprendizaje, así como mejorando las relaciones humanas y la capacidad creativa.

La educación es un pilar fundamental del desarrollo sostenible. Al mismo tiempo que exploramos origen y desarrollo de los jardines japoneses en Chile, consideramos sus principios estéticos y fundamentos filosóficos y nos preguntamos si los jardines japoneses en Chile adaptan dichos principios al particular contexto cultural y ecológico al que se trasladan. Además, se discute el uso político y simbólico que estos espacios han tenido en Chile”, se indica en la descripción del proyecto, en el que participa un equipo interdisciplinario de investigadores de los institutos de Estética, Geografía e Historia, vinculados al Centro de Desarrollo Urbano Sustentable CEDEUS y el Centro UC Estudios Asiáticos.

“Hemos olvidado vivir lo natural, cultivarlo. El jardín japonés no es solo la presencia de esa cultura en Chile, sino una invitación a reconectar con el gran libro de la vida” - Claudia Lira, Instituto de Estética y Centro de Estuudios Asiáticos UC.

La ceremonia japonesa del té

Ceremonia del té
“Ha sido una gran deleite poder recorrer estos espacios accesibles del té, porque la ceremonia misma o el té es algo a lo que se puede entrar hasta cierto punto si es que no lo practicas”, cuenta la académica Claudia Lira. (Crédito fotografía: Claudia Lira)

La ceremonia del té es un rito muy importante en la cultura japonesa. Claudia Lira cuenta que esta práctica data del siglo XVI, periodo en que la ceremonia adquirió un sello japonés de la mano del maestro del té, Sen no Rikyu, “quien realizó un cambio radical en las dimensiones de las casas, en el estilo del jardín, incluyendo, por ejemplo, en el interior pequeño y sombrío, el espacio tokonoma”. Este concepto, explica, apela a la noción del vacío y a la de belleza. En este sitio, además, se cuelga una caligrafía y se agrega un Ikebana (arreglo floral) con flores estacionales e incienso.

Estas prácticas, agrega la profesora, no son casuales, sino que tienen una profunda intención: “despertar los sentidos y los sentimientos que comunican las estaciones. La sensibilidad hacia lo sencillo, rústico y áspero ('wabi')”. Asimismo, explica que esta sensibilidad y sus rituales no fueron inventados por Rikyu, pero fue él quien le dio un tono íntimo, cotidiano y natural a este “encuentro” ('chakai'), conectando la experiencia de “ver/escuchar, sintiendo” cómo se prepara el té y, luego, beberlo”.

La académica viajó a Kyoto para profundizar en este ritual, a través de una inmersión investigativa que tituló “Taitoku. Estética y sabiduría corporal en la ceremonia del té japonesa”. El viaje coincide con la conmemoración de los 500 años del nacimiento de Sen no Rikyu. Por ello, el Museo Nacional de Kyoto abrió la exposición “Chanoyu, encuentro de té", con los utensilios creados y usados por Rikyu, dando cuenta de la evolución de esos implementos, así como la estética china del té, incluyendo a otros maestros que construyeron este camino del arte del té, 'chado'.

Entre esos maestros, añade Claudia Lira, se encuentran 'Yosa'i o 'Eisai', quien introdujo las semillas del té matcha y se las dio a un monje que las plantó en la zona de Uji. Asimismo, otros aportaron con la creación de nuevos cuencos y diversos objetos. “Las tres grandes escuelas de té derivan de la familia de Sen como en muchos otros caminos del arte tradicional japonés”, relata la investigadora, quien explica que la razón para referirse a la estirpe masculina es porque esta historia fue de varones hasta la época Meiji, que se extendió hasta 1912.

“Ha sido una gran deleite poder recorrer estos espacios accesibles del té, porque la ceremonia misma o el té es algo a lo que se puede entrar hasta cierto punto si es que no lo practicas”, cuenta la docente.

La investigación actual del té se inició con Cristina Geisse, de la escuela Urasenke, figura fundamental para entender la experiencia de té en Japón. La académica Claudia Lira agradece por su legado y camino, así como también al maestro Ishibashi de Japón, quien le enseñó el estilo Bontemae el año 2017. Sin embargo, cuenta que la posibilidad de entrar en espacios del té, cerrados a los occidentales, refinados y profundos, junto a una formación estética fundamental, fue posible gracias a su trabajo con la Fundación Mokichi Okada (MOA internacional), Masahiko Hiraizumi y el señor Uchida del Museo, hicieron todo lo posible para abrir espacios de encuentros. Todo esto apoyado por las fundaciones Ishibashi y Japón, las que financiaron el proyecto, así como por la Vicerrectoría de investigación UC.

A partir de 2023, Claudia Lira y Cristina Geisse realizarán una serie de instancias de ceremonias del té en Santiago, para educar y generar experiencias a partir de los saberes adquiridos en su viaje académico en el marco de su año sabático.

 


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