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Tres directores estadounidenses contemporáneos conforman el nuevo ciclo del Cine UC


Del 5 al 11 de enero, la sala universitaria está presentando una muestra con lo mejor de Alexander Payne, James Gray y David O. Russell. Estos  realizadores iniciaron sus carreras a fines de los 90, provienen del cine independiente y llegaron en poco tiempo al mainstream hollywoodense. 

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photo_camera Archivo UC

Los tres directores estadounidenses a los que está dedicado este ciclo, titulado “3x1: Alexander Payne, James Gray y David O. Russell”, han modelado su carrera a lo largo de los últimos quince años, y si bien todos ellos se forjaron al alero del cine independiente, hoy se acercan a la primera fila de la industria.

A su modo, cada uno ha elaborado un cine de relaciones personales y se ha mantenido en el territorio de las emociones posibles y, en ese intento, es la generación que más se ha parecido a la de los representantes del nuevo cine americano. 

De los tres, probablemente sea David O. Russell quien más ha migrado desde la dramaturgia de los personajes hacia la dramaturgia de una época. Tanto "El lado bueno de las cosas" como "Escándalo americano" hablan de su intención de retratar el pasado y  el presente de una generación.

James Gray es quizás el más íntimo y el menos conocido de este trío de cineastas, aunque probablemente el más dotado de talento para los detalles afectivos y para imprimirle un sentido trágico a sus personajes. Los amantes bien puede ser uno de los más intensos relatos de amor del cine americano en varios años.

Paralelamente, el cinismo de Alexander Payne -a partir de historias que hablan de la segunda oportunidad de quienes quedaron fuera de la ruta del éxito- es también un complemento a la conciencia crítica que los tres realizadores parecen asumir respecto de su país y de su tradición cultural.

 

 PROGRAMACIÓN - Conozca los horarios aquí 

La Elección, de Alexander Payne. Estados Unidos. 1999. 102 minutos.

Había una dificultad ostensible en no crear falsas apariencias para que  este drama de ambiente escolar no pasara por el tamiz de filmes como Ni Idea (Amy Hackerling, 1995) y mantuviera su naturaleza malvada. El filme habla de los intentos de un profesor de colegio para impedir que su manipuladora alumna gane las elecciones internas. Para ello convence a un popular jugador de rugby a candidatearse y competir con ella. Bajo esta superficie, el filme opera en tonos evidente de represión y deseo, con cruces y tensiones entre sus personajes, lo que convierte al filme en una pieza para apreciar con mucha atención.

Las Confesiones del Sr. Schmidt, de Alexander Payne. Estados Unidos. 2002. 125 minutos.

El viaje por Estados Unidos cuando pareciera que ya no queda mucho por hacer se convertirá a partir de este filme en un tópico al que Payne regresará una y otra vez. En este caso, es la figura de un ex funcionario de una compañía de seguros que, casi en forma paralela, es jubilado de su empleo y pierde a su mujer. Sin más que hacer que entregarse a morir, decide partir en su casa rodante para viajar hasta Denver para impedir el matrimonio de su hija con  quien considera un idiota. Como en los siguientes filmes del director, será el viaje, lleno de encuentros y desvíos, el sentido final de la travesía humana y el momento en que el ser humano encuentra, casi al final del camino, la razón de su existencia.

Entre Copas, de Alexander Payne. Estados Unidos. 2004. 127 minutos.

Si con Las Confesiones del Sr. Schmidt, Payne había rozado al Oscar como posibilidad, con Entre Copas, recibió la primera de sus tres nominaciones. Hay que decir que Payne ha sido nominado en esta categoría en todas sus películas desde entonces y que su cine ha versado sobre ese tópico esencial del viaje de aprendizaje. En el caso de este filme, se trata de dos amigos que parten durante un par de días a recorrer las viñas del Valle de Napa, en California. Uno es crítico de vinos y el otro es su ex roommate de la universidad, pero lo importante es que ambos acarrean frustraciones afectivas y profesionales que modularán el viaje y sus consecuencias.

Nebraska, de Alexander Payne. Estados Unidos. 2014. 110 minutos.

Payne retorna al terreno de Las Confesiones del Sr. Schmidt con este drama sobre Woody, un anciano obsesionado para viajar a la localidad de Lincoln, en Nebraska, para cobrar un millón de dólares que ha ganado en un concurso. El viaje, que realiza junto a su hijo David, se complica debido a la senilidad de Woody y a sus crecientes niveles de obsesión sumado al resentimiento familiar. Nebraska es el reconocimiento de la geografía estadounidense desde el lado sombrío de la memoria y es a la fecha el trabajo más severo de un director que durante los últimos años había sembrado dudas sobre cuál era su visión del sueño americano.

Los Dueños de la Noche, de James Gray. Estados Unidos 2007. 117 minutos.

En sus primeros trabajos, James Gray se afianzó en género criminal, pero agregándole un cuidado en las motivaciones psicológicas y emocionales de sus personajes que no suele ser frecuente en la actualidad. Con Los Dueños de la Noche, el primero de sus trabajos que genera notoriedad internacional, Gray establece la historia de dos hermanos, uno de ellos policia y el otro un criminal de poca monta que administra un club nocturno regentado por un mafioso ruso. Los Dueños de la Noche es un filme sobre las lealtades familiares y si bien se pliega sin demasiado esfuerzo a una estructura muy clásica, los mayores están en la composicion del hijo descarriado, interpretado con intensidad por Joaquin Phoenix.

Los Amantes, de James Gray. Estados Unidos. 2008. 95 minutos.

La gran película de James Gray es este melodrama pequeño que narra la relación entre un judío que regresa a su hogar luego de un intento de suicidio que lo lleva a pasar una temporada en una clínica psiquiátrica, y una abogada en ascenso. Si bien las diferencias que separan a ambos es en primera instancia de clase -él pertenece a los barrios bajos y el universo de ella es el de la clase alta neoyorkina- entre ambos se forja una relación de afecto y protección que tiene su punto más notable, nuevamente, en la actuación de Phoenix, quien construye un personaje de gran fragilidad y siempre a punto de perder la estabilidad.

Tres Reyes, de David O. Russell. Estados Unidos. 1999. 104 minutos.

Tres Reyes se estrenó dos años antes del ataque a las Torres Gemelas pero, en cierto modo, prefigura la actuación de Estados Unidos luego de ese hecho. En 1991, cuando la Guerra del Golfo está llegando a su fin, tres soldados norteamericanos deciden desertar al ejército para partir en busca de un supuesto tesoro que Saddam Hussein arrebató a Kuwait y que se encuentra en la ciudad iraquí de Karbala. Esta comedia que podría tener entre sus principales antecedentes al cine de John Huston (El Tesoro de la Sierra Madre y El Hombre que Sería Rey), prefigura el personaje del sinvergüenza que volverá a aparecer en varias de las películas posteriores del director. 

El Vencedor, de David O. Russell. Estados Unidos. 2010. 115 minutos.

Con este filme en el que destacó la actuación de Christian Bale, O. Russell se estableció definitivamente en el Mainstream estadounidense. El filme es en esencia una relación entre hermanos, la del boxeador Mick Ward, un pugilista del montón, adicto a la coca y que sobrevive en un pueblo de Massachusetts, y su hermano Dicky que oficia como su entrenador. Mick está en el momento de recuperar su fugaz gloria pasada y su destino se juega primero en una importante pelea en Atlantic City, cuya derrota lo hará comenzar nuevamente. El éxito crítico de El Vencedor puso a O. Russel en otra categoría. Con sus seis nominaciones al Oscar, de las que ganó dos, su cine seguiría apuntando a ese territorio a partir de entonces.

El Lado Bueno de las Cosas, de David O Russell. Estados Unidos. 2012. 122 minutos.

Menos disparatada que Yo Amo a Huckabees (2004) esta comedia romántica tiene en el centro a un hombre de mediana edad que regresa a la casa familiar luego de una crisis psicológica que lo mantuvo varios meses en un hospital. Obsesionado por recuperar a su ex esposa, se una a una joven viuda que decide ayudarlo en esa tarea a cambio de que él la acompañe en un concurso de baile. El Lado Bueno de las Cosas retoma el interés de O. Russell por los personajes numerosos y presenta a un director bastante más reconciliado con su visión de América que en sus primeros filmes. No obstante en sus últimos filmes mantiene el buen manejo de la narración y, especialmente, su capacidad para extraer interpretaciones extraordinarias de sus actores.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Constanza Flores L., cmflores@uc.cl


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