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Incendios: "Conejos incandescentes y dragones incendiarios"


Foto de Sebastián Pelayo Benavides
Académico Campus Villarrica
No es sólo un fenómeno local ni de este tiempo que los grandes incendios despierten sentimientos colectivos vinculados a la rumorología, la sed de castigo a eventuales culpables ni todo tipo de teorías sin base científica. En columna para CIPER, un investigador comparte antecedentes históricos y estudios que parten en seres mitológicos y terminan en «piroterrorismo».

Hic sunt dracones («aquí hay dragones») es una frase en latín utilizada por primera vez hacia el siglo XV, en un mapa del mundo del manuscrito de Jean Mansel La Fleur des Histoires (ca. 1460–1470). Poco después, en los globos terráqueos Huevo de Avestruz (1504) y Hunt-Lenox (1510 aprox.), fue puesta en un extremo de la zona asiática, aunque no hay acuerdo sobre si la frase hace referencia al uso de la figura mitológica por las sociedades de la zona o apunta a la creencia de que efectivamente existirían dragones en dichas tierras exóticas y poco conocidas. En todo caso, seguiría la convención de la cartografía medieval europea de explicitar la falta de información respecto a un lugar a través del uso de fórmulas alusivas a animales salvajes y peligrosos, que aumentaban su exotismo.

Como planteara Claude Lévi-Strauss [1964 (1962)], los animales son buenos para ser pensados, y esto incluye a los ordinarios, como los conejos; así como a los extraordinarios, como los dragones. En el contexto de los actuales incendios en la zona centro-sur de Chile, bien se podría escribir aquella antigua frase latina en el mapa, y apuntar a la impresión de que hay criaturas que escupen fuego, volando de un lugar a otro y destruyendo todo a su paso. Captura esa suerte de horror medieval apocalíptico que muchas personas (y animales no humanos) han vivido y están viviendo en la actualidad en dichos territorios.

En una entrevista reciente en TVU, el ministro de Vivienda y Urbanismo, Carlos Montes, aludió entre otras posibles causas de los dramáticos megaincendios en el sur del país al fenómeno de los conejos propagadores de fuego. Sus palabras textuales en ese medio regional fueron: «Yo no tenía idea, lo aprendí ahora: los conejos se queman y parten arrancando a zonas donde no hay fuego; lo llevan a otro sector. Me contaban que acá mismo en la región había personas dedicadas a dispararles para que no trasladaran el fuego». (...)

Si se analiza el video original, Montes sí discute sobre otros varios factores de importancia y que han sido planteados como elementos críticos en la generación y propagación de incendios forestales por muchas personas e instituciones especialistas. Pero nada de eso parece captar la misma atención: el conejo incandescente se volvió una metonimia respecto a diferencias ideológicas y políticas sobre quiénes estarían originando los incendios, metafóricamente encendiendo el imaginario de las redes sociales.

En esta temporada de incendios pareciera que identificar a «un otro incendiario» ha cobrado una relevancia aún mayor que en otras ocasiones. La literatura internacional especializada sobre incendios forestales aborda este fenómeno, puesto que en circunstancias como las que hoy se viven en el sur de Chile se combinan hechos comprobables con rumores conspirativos de diversa índole, según el escenario. Así, Matei Candea [2008] habla sobre la identificación de extraños por parte de población local en los incendios de Córcega de 2003, como agentes probables de los incendios. Esto revelaría una forma de actualizar conocimiento local y situado para redefinir la comunidad bajo amenaza. Como evento, un incendio es una relación socioecológica. (...)


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