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El Mostrador

Glaciares después del último plebiscito constitucional


Foto de Cristián Simonetti
Académico Escuela Antropología
Aceptar o rechazar la visión de mundo de la propuesta votada el domingo 17 de diciembre no era inocuo en lo que respectaba al futuro de los glaciares en Chile.

(...) ¿Cómo es posible que, en el transcurso de solo unos meses, dos propuestas hayan podido contrastar tan diametralmente con relación a un elemento tan definitorio del paisaje y el carácter nacional, considerando que Chile es el país del hemisferio sur con la mayor superficie glaciar del planeta, lo cual se refleja distintivamente en sus símbolos patrios? ¿Cómo es posible que estos dos pactos de convivencia hayan pasado tan rápidamente de reconocer a los glaciares como ecosistemas complejos, a reducirlos a un recurso de agua en estado sólido? Hablar de que estamos ante la coexistencia de mundos paralelos puede parecer de perogrullo. Sin embargo, pareciera ser precisamente esto a lo que las electoras y los electores se habrían enfrentado el domingo 17 de diciembre en las urnas, a saber, la necesidad de optar por formas contrastantes de ver la relación entre lo humano, los glaciares y la naturaleza en su conjunto.

La primera pareciera partir del presupuesto de que la naturaleza es pasiva y está para el aprovechamiento de lo humano, dada su supremacía en el orden de las especies. La segunda, por el contrario, partiría del presupuesto de que lo humano sería el producto de un equilibrio precario con el resto de la naturaleza, el cual estaría al borde de un posible colapso producto de la crisis ecológica.    

A la hora de elegir un mundo u otro, es importante no perder de vista aspectos que brillan por su ausencia en la idea de los glaciares como bienes privatizables, omisiones que, hasta cierto punto, serían compartidas por esfuerzos que buscan proteger a los glaciares declarándolos “reservas estratégicas de agua”. Sin duda, los glaciares juegan un rol crítico en la seguridad hídrica del país. Esto considerando cómo hoy el grueso de la población, emplazada en el centro, depende de agua proveniente de su derretimiento para consumo humano y riego de cultivos en períodos secos; una situación destinada a empeorar, considerando la progresiva desertificación proyectada para la zona central por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático.

Sin embargo, los glaciares son mucho más que agua en estado sólido. Desde un punto de vista ecológico, los glaciares y su entorno cumplirían numerosas funciones ecosistémicas, como controlar el clima global, además de formar parte integral de paisajes que comunidades locales y sociedades indígenas veneran y respetan. Más aún, sin embargo, los glaciares estarían lejos de ser considerados como entidades homogéneas, es decir, como mera agua en estado sólido, a ojos de la ciencia actual. Como señalan estudios recientes en biología de la criósfera, los glaciares constituirían hoy espacios habitables, en tanto que en ellos y su entorno conviven diversas especies, incluyendo microorganismos, gusanos, algas y aves, en arreglos ecológicos heterogéneos e irrepetibles. (...)


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