La ciencia amenazada, un riesgo para la democracia
La ciencia es uno de los pilares de la democracia. Sin buena ciencia, la democracia se debilita. Se pierde la deliberación racional, el diseño de políticas públicas basadas en evidencia y una ciudadanía que exija transparencia y que cuestione la desinformación.
Hoy, la ciencia está amenazada. Desde fuera, por el negacionismo científico (e.g., desconocer el efecto protector de vacunas, el origen humano del cambio climático). Y desde las comunidades científicas, por los fraudes, faltas a la ética y posturas científicas reduccionistas, que afirman que la ciencia explica todo, olvidando las humanidades y las artes.
Una ciencia amenazada refleja la pérdida de confianza de la sociedad. Por ello es necesario proteger la ciencia, entendiendo qué es y cuánto confiar en ella, comprendiendo su función en la democracia, y desarrollando una ciencia ética y basada en valores.
La ciencia como actividad humana busca la verdad mediante la comprensión de la realidad. Se basa principalmente, aunque no únicamente, en la evidencia empírica. Entendida como conocimiento incluye a las humanidades y las artes. Debe estar siempre abierta a la crítica y a revisar sus conclusiones ante nueva evidencia. La ciencia puede llegar a proveer altos grados de certeza, pero estos nunca llegarán a ser absolutos, ya que de serlos no podrían ser revisados. (...)
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