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El País

Nueva constitución


Foto de David Altman
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Profesor Facultad Ciencia Política
A una semana del plebiscito por una nueva Constitución, el profesor de la Universidad Católica dice que Chile se podría haber ahorrado el estallido y los cuatro años de constituyente, de haber contado con mecanismos de democracia directa.

A una semana del plebiscito por una nueva Constitución en Chile, que se celebrará el 17 de diciembre próximo, con 15,4 millones de ciudadanos convocados a las urnas, el politólogo David Altam (55 años, Montevideo) analiza el momento político y social chileno. Es el segundo intento en cuatro años por cambiar la Carta Magna redactada en la dictadura de Augusto Pinochet, reformada unas 70 veces desde 1989. Referente mundial en mecanismos de democracia directa –un asunto que Chile prácticamente no tiene– el profesor titular de Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile aborda para EL PAÍS un problema del sistema político local: Chile no tiene caminos de tramitación intermedias, es decir, sistemas en que la ciudadanía puede ser escuchada y tomar decisiones ante la acción de la clase política. Es lo que hace que, en muchas ocasiones, la política chilena pareciera rodar sobre su mismo eje, no avanzar. Una política bloqueada, como dice Kathya Araujo.

Es de lo que trata esta entrevista que se realiza en la casa de Altman en la zona cordillerana de Santiago de Chile, la ciudad donde vive junto a su familia hace 20 y tantos años. Sobre el referéndum del próximo domingo, asegura: “Al día de hoy, puede pasar cualquiera de las dos cosas. El resultado es incierto. A pesar del repunte del A Favor, el En Contra parecería tener aun cierta ventaja. Y me es francamente muy difícil ver qué va a pasar después. Va a depender mucho de la forma en que los líderes políticos se posicionen frente a ese resultado”.

- Pregunta. ¿Cómo describe el momento?
- Respuesta. Estamos en un momento movido, en un ambiente muy efervescente. Han pasado tantas cosas. Y han pasado tantas cosas que diagnosticar a Chile hoy es mucho más complejo de lo que era antes. Han habido cambios. Generacional, indiscutiblemente. Hay un cambio de los horizontes de los temas sobre los que se puede hablar. Antes, algunos temas eran casi tabú y hoy en día, por las convenciones y los consejos, tenemos licencia para matar, es decir, hablar de cualquier tema. Sin embargo, han pasado muchas cosas desde el estallido social de 2019 y, hoy en día, seguimos en esta constante especulación sobre lo que va a ocurrir el día después.

- P. Ahora estamos con la incertidumbre de lo que ocurrirá el día 17.
- R. Que se apruebe o no el proyecto de nueva Constitución. Si se aprueba, ¿cómo se va a convivir con ella? Si no se aprueba, ¿qué va a pasar con el proceso constitucional? ¿Esto es un eslabón más antes de un tercer paso o hasta acá llegamos? Eso está muy difícil de decir, no es tan claro. Pero estamos en un momento, literalmente, de reacción a lo que sucedió durante el estallido y después, con la primera Convención Constitucional.

- P. ¿A qué se refiere?
- R. Lo que estamos viendo ahora, el apoyo inmenso que tiene el Partido Republicano, por ejemplo, personalmente no creo que se deba a una derechización del electorado chileno, porque los datos no son tan claros. Es una reacción a todo lo que se vivió: los momentos de violencia, exabruptos, de pasar muchos límites que la sociedad chilena no estaba acostumbrada. Se asoció, entonces, al Partido Republicano, a esta fuerza nueva, como algo relativamente impoluto, ya que nunca gobernaron. Entonces, claro, son los que quedan. (...)


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El País
edit Sección
América - Chile
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