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Dos estudiantes sentadas y uno de pie revisan unos papeles

David Rettinger: “Los enfoques punitivos no funcionan para lograr la integridad académica”


En un contexto en el que aparecen nuevas tecnologías ligadas a la inteligencia artificial que facilitan el plagio, el fraude y la adulteración de la documentación, David Rettinger, presidente emérito del Centro Internacional para la Integridad Académica, sostiene que las universidades deben apostar por una formación que le enseñe a sus estudiantes las conductas deseables y promueva valores como la confianza, el respeto, la responsabilidad y la honestidad.

Fotografía de perfil de David Retttinger apoyado en una baranda

photo_camera "La tecnología es neutral, puede ser usada de distintas maneras, y en sí no implica ningún riesgo para la integridad académica. Lo que genera el riesgo es nuestro fracaso en cómo responder", afirma David Rettinger, experto en integridad académica, recientemente de visita en la UC. (Crédito fotográfico: Karina Fuenzalida)

“Son todos unos tramposos”, dice en tono de broma desde el estrado David Rettinger, profesor visitante de la Universidad de Tulsa, Estados Unidos, y presidente emérito del Centro Internacional para la Integridad Académica. Acaba de preguntarle a la audiencia que asiste a su ponencia en la UC -“Promoviendo una cultura de aprendizaje auténtico e integridad académica”- si hay quienes condujeron por encima del límite de velocidad permitido durante los últimos días. Y algunas personas levantan su mano. La interpelación provoca risas entre el público, pero el académico estadounidense afirma que es justamente este tipo de situaciones las que nos ponen a prueba frente al cumplimiento de ciertas reglas, y sobre las que además podemos ponderar de manera diferente.

“¿Entonces, hay reglas y reglas? Pareciera siempre más fácil juzgar las conductas de los demás con nuestro propio lente”, agrega Rettinger.

"No constituye una falta moral usar tecnología. Lo que sí implica una falta es no entender cómo funciona esta tecnología y las formas en las que podemos integrarlas para formar a personas bien educadas" - David Rettinger, experto en integridad académica

Como profesor de ciencias psicológicas, se ha especializado en la investigación sobre la integridad académica y cuenta con varias publicaciones sobre la materia. Entre sus conclusiones está el hecho de que aquellos que hacen trampa se parecen bastante a los que no lo hacen. “Tratan de hacer las cosas de la manera correcta la mayoría del tiempo, pero a veces la conducta equivocada parece tanto más fácil que lo correcto, que no se resisten”, afirma.

Justamente es en este aspecto en el que el doctor Rettinger considera que han fallado muchas instituciones de educación superior, al promover la integridad académico desde un enfoque más bien punitivo y sancionador. Como aborda en esta entrevista, para él resulta clave construir confianzas entre estudiantes y académicos, enseñar sobre las conductas esperables y abrazar una cultura en la que la comunidad universitaria promueve valores como el respeto, la responsabilidad y la honestidad. Más aún, frente a los múltiples desafíos que representan las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, y los efectos que tuvo la pandemia sobre la educación.    

Alumnas estudian en una biblioteca sentadas en una mesa
"(...) Más allá de preocuparnos de las notas, deberíamos centrarnos en lo que los estudiantes están aprendiendo", afirma David Rettinger. (Crédito fotográfico: Karina Fuenzalida)

-Muchas universidades experimentaron incrementos de plagio y trampa durante la pandemia, ¿cuánto afectó realmente a la integridad académica?

-Fue dramático, cada escuela y universidad que he podido conocer, tuvo incrementos de entre 50 y 200% en temas como plagio y uso de recursos no autorizados. Se usaba mucho Google o internet durante las pruebas, compartían respuestas a través de WhatsApp.

Personalmente, creo que hicimos un trabajo terrible los profesores, como sector general a nivel mundial, le fallamos a nuestros estudiantes. Los estudiantes entraron en crisis, los profesores también. Tratamos de hacer lo que pudimos para sobrevivir, que fue llevar nuestros cursos tradicionales a formato Zoom. Nadie pensaba que eso iba a funcionar, pero teníamos que seguir funcionando. Sin embargo, creo que esto se ha convertido en el catalizador para mucha innovación, en las formas de usar la enseñanza en línea de manera más efectiva, en los modos de relacionarnos con los estudiantes y de evaluar el aprendizaje de la mejor manera. Todo esto será muy importante cuando enfrentemos los problemas que se desprenden de las nuevas tecnologías.

-La inteligencia artificial ha hecho grandes avances y tecnologías como Chat GPT permiten desarrollar ensayos, presentaciones, por ejemplo, ¿qué retos supone para la integridad académica?

-La tecnología es neutral, puede ser usada de distintas maneras, y en sí no implica ningún riesgo para la integridad académica. Lo que genera el riesgo es nuestro fracaso en cómo responder. Podrías usar inteligencia artificial para desarrollar respuestas del modo de lo que haría un tutor, lo que podría ser útil. Pero si por otro lado usas Chat GPT para reemplazar algunas de las habilidades y funciones que estamos tratando de enseñarle a nuestros estudiantes, puede convertirse en un problema. Nadie espera que hagas cálculos matemáticos complejos sin una calculadora o que dejes de usar una máquina lavadora para limpiar tu ropa. No constituye una falta moral usar tecnología. Lo que sí implica una falta es no entender cómo funciona esta tecnología y las formas en las que podemos integrarlas para formar a personas bien educadas. No estamos ni cerca de saber lo que puede hacer esta tecnología, ni de cómo puede ayudar a nuestros estudiantes. Nuestro trabajo ahora y en la próxima década es comprender cómo funcionan estas herramientas, para que podamos enseñar y educar con ellas.

-Podría ser problemático reaccionar muy tarde…

-Ese es un gran riesgo de que no respondamos, habrá sin duda una brecha. Implica una tremenda revolución y toma un tiempo averiguar cuáles serán sus implicancias. El riesgo más grande es que formemos una generación de estudiantes que no tengan las habilidades que estamos prometiendo. La mejor metáfora que puedo dar es la de los primeros pasos que tuvo el pintor Claude Monet. Si ves sus obras tempranas se ven técnicamente muy bien ejecutadas, pero al mismo tiempo son paisajes muy aburridos. Sólo una vez que pudo dominar esa técnica, también pudo abrirse paso hacia otro lado y convertirse en un impresionista. Debes asegurar que tus estudiantes tengan acceso a las formas fundamentales para desarrollar su pensamiento, y que no lo pierdan. Debemos entonces concentrarnos en cómo podemos integrar estas herramientas para desarrollar una educación con sentido. Si no lo hacemos, tendremos personas poco educadas, que parecerán como son educadas.

"Debemos entonces concentrarnos en cómo podemos integrar estas herramientas para desarrollar una educación con sentido" - David Rettinger, experto en integridad académica

-El desarrollo tecnológico pareciera siempre ir un paso adelante, planteando nuevos desafíos a las instituciones que quieren implementar una política de integridad académica…

-En el pasado, las tecnologías han funcionado un poco como una rueda. Se inventan tecnologías que facilitan hacer trampas y eso lleva a que se desarrollen nuevas soluciones para prevenir la trampa, y así sucesivamente. Todavía estamos en etapas muy tempranas en el uso de inteligencia artificial. Seguramente tendremos que dar tareas en los que tecnologías como ChatGPT no sean tan buenas para resolver, así podremos evaluar qué es realmente lo que los estudiantes saben. Sin embargo, más allá de preocuparnos de las notas, deberíamos centrarnos en lo que los estudiantes están aprendiendo.

-¿Habría que revisar entonces el modelo de evaluación?

-Creo que tenemos que ir cambiando el sistema tradicional de notas y evaluación a un sistema en la que se pueda analizar realmente las habilidades que tienen los alumnos y las que les faltan. Los estudiantes de excelencia irán mostrando que tienen más credenciales y los con menor talento, si bien obtendrán su diploma universitario, tendrán menos certificaciones para poder realizar algunas tareas que se requieren en ciertos trabajos.

"La Universidad Católica está bastante más adelantada que muchas otras universidades en el mundo, no solo en América Latina, en el sentido de haber implementado una política clara, que refleja sus valores y no es simplemente un listado de reglas" - David Rettinger, presidente emérito del Centro Internacional para la Integridad Académica.

Enfoques punitivos y medidas para favorecer la integridad académica

David Retainer en el podio ante el público y una presentación de fondo
Una de las vías para impulsar la integridad académica al interior de las comunidades universitarias, -como dijo David Rettinger durante su conferencia en la UC-, es "verlo como un trabajo permanente y en esto está el de abrir una oficina o departamento de integridad académica, que se enfoque en estos valores, que produzca contenidos relativos, organice seminarios y traiga a expositores internacionales en la materia". (Crédito fotográfico: Karina Fuenzalida)

-¿Por qué ya no funciona asumir un enfoque punitivo cuando se trata de promover la integridad académica?

-No funciona por la misma razón de que no puedes entrenar a un perro golpeándolo con un papel de diario. El perro va a aprender a no ser atrapado. Si le dices a un niño que no, pero no le explicas lo que debe hacer, esperará a que te vayas para volver a hacerlo. Esto mismo aplica para los estudiantes universitarios. Los enfoques punitivos no le enseñan lo que deberían hacer, no funcionan para lograr la integridad académica. Intelectualmente no funcionan, ni tampoco emocionalmente. No digo que no haya castigos o sanciones, pero lo que debe prevalecer es un concepto de accountability o responsabilidad. Para la universidad es una obligación que los estudiantes que no hacen trampa puedan recibir un trato preferencial sobre los que sí lo hacen. Deberían tener mejores notas y oportunidades. Y el estudiante que hace trampa debe tener la oportunidad de aceptar las consecuencias, aprender de la situación, y poder volver a la senda correcta.

-Otro reto para las universidades es que efectivamente trabajen en la detección de estas faltas…

-Debe haber un proceso consistente de detección. Si yo sé que voy a recibir una multa de 100 mil pesos por pasarme de velocidad en una carretera, pero no hay fiscalización, no será efectivo. Francamente en muchas universidades lo que ha primado son enfoques punitivos, pero sin aplicación efectiva, lo que evidentemente no funciona. Debes tener una consecuencia que sea proporcionada y fiable, que sepas que realmente serás sorprendido muchas veces si cometes una falta, que conoces sobre sus consecuencias, para que no quieras exponerte.

-¿Cómo establecemos los fundamentos para una cultura de integridad académica en una universidad?

-Esto debe partir antes de la universidad. Si bien la universidad puede afectar a las culturas, también las culturas inciden en la universidad. Una de las mejores cosas que podemos hacer es hablar con las familias y los padres sobre la posibilidad de admitir un fracaso, y enseñarles que los estudiantes pueden crecer pese a fallar. No debemos presionarlos a obtener buenas notas, sino que sobre todo es importante que nos enfoquemos en que aprendan y mejoren como personas a través de sus fallos. De esta manera, cuando lleguen a la universidad, estos alumnos estarán preparados para convertirse en líderes aventureros, en pensadores críticos, porque no tendrán miedo a fracasar. En ese momento, desde la universidad, podemos promover principios y valores de respeto, confianza, responsabilidad, honestidad y comunidad.

La generación de confianza entre académicos y estudiantes es un aspecto importante para que pueda producirse una cultura de la integridad académica, afirma David Rettinger. (Crédito fotográfico: Karina Fuenzalida)

-Desde la universidad se debe igualmente hacer un esfuerzo de promover estos valores entonces al interior de la institución…

-Debemos modelar estos principios tratándonos primero entre nosotros en la universidad con respeto, confianza y el sentirnos verdaderamente parte de una comunidad. Nuestros estudiantes verán esto y también lo abrazarán. Luego debemos confiar en nuestros estudiantes. Evidentemente es difícil confiar completamente en alguien que no conoces, se va desarrollando en el tiempo, pero es importante que exista esta confianza mutua. No vamos a penalizarlos si cometen un error desde la honestidad, vamos a enfocarnos en lo que les prometimos, que es enseñarles y llevarlos a ser mejores personas. Nuestro rol no es meterle datos en la cabeza de un estudiante, sino que brindarles espacio para que crezcan como seres humanos y como miembros de una disciplina, ya sean ingenieros, psicólogos o lo que sea. A través de la cultura irán adquiriendo habilidades blandas, duras y también pensamiento crítico. Si lo hacemos, vamos a ir logrando nuestras metas en conjunto, sin una lógica antagónica. Confianza, comunidad y respeto son valores muy importantes.

-La promoción de estos valores es importante, ¿qué otras medidas se pueden adoptar?

-Los aspectos culturales son principalmente estos, y también hay iniciativas prácticas, como las que está impulsando la UC. Creo que la Universidad Católica está bastante más adelantada que muchas otras universidades en el mundo, no sólo en América Latina, en el sentido de haber implementado una política clara, que refleja sus valores y no es simplemente un listado de reglas. Lo segundo, es verlo como un trabajo permanente y en esto está el de abrir una oficina o departamento de integridad académica, que se enfoque en estos valores, que produzca contenidos relativos, organice seminarios y traiga a expositores internacionales en la materia.

Una vez que determinas que será un tema importante para la universidad, y le dedicas recursos, estás también en una posición de comunicar estos valores y realizar cambios. Hay que pensar a la integridad académica como el eje de una rueda, en la que se consideran la enseñanza, el aprendizaje, el desarrollo estudiantil, los asuntos estudiantiles, las facultades y la biblioteca. Todas estas unidades trabajando junto con la integridad académica, con un eje unificador, puede producir una gran diferencia. La Universidad Católica está realmente haciendo eso.


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