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El destacado historiador Georg Iggers presenta “Historiografía del s. XX” en la UC


Profesor emérito de la universidad estatal de Nueva York y especialista en historiografía europea y norteamericana, reivindicó la objetividad y los juicios éticos en la reconstrucción del pasado durante su visita al Instituto de Historia. Su libro fue presentado por Roberto Breña, Colegio de México, y el profesor de Historia UC Iván Jaksic, quien tradujo su obra al español.

El historiador Georg Iggers durante su visita en el Instituto de Historia UC.

Responder a la crítica postmodernista respecto de la suspensión de todo juicio ético en la labor de reconstruir el pasado, defendiendo la Ilustración, es uno de los principales enfoques del libro “Historiografía del s. XX”, del destacado historiador alemán-estadounidense Georg G. Iggers, el que fue traducido al español por Iván Jaksić, académico del Instituto de Historia UC y director del Programa de la Universidad de Stanford en América Latina.

Como explicó el mismo autor, de visita en el Instituto de Historia, el principal tema de su libro es la siguiente interrogante: ¿existe la objetividad en la investigación histórica? Desde la Antigüedad hasta el siglo XVII no se hacía distinción entre historia y retórica, “la historia se consideraba como una forma de literatura”, expresó. En el siglo XIX, en cambio, “la historia reemplazó a la filosofía y la teología como guía para entender los asuntos humanos”, agregó.

El "paradigma rankeano”, de estudiar la historia como una ciencia en base a la evidencia y dejando de lado cualquier juicio moral, pronto se transformó en la norma. Es entonces cuando esta disciplina entra en conflicto con la pretensión de neutralidad valórica. “Evidentemente en la investigación está presente la subjetividad y el contexto político e intelectual en el que está inserto el historiador”, dijo.

Como este mismo experto confiesa: “Fui en contra de la estrechez del paradigma rankeano”, para luego adscribir al paradigma científico-social que planteaba la necesidad de reducir el énfasis que se hacía en la época respecto del papel del Estado y los líderes políticos, para ocuparse de las estructuras sociales y los cambios; pero también afirmaba que existía una realidad objetiva que puede discernirse a través de la investigación histórica -no es todo subjetividad del historiador- y que existe un cierto grado de coherencia que permite hablar de la historia con mayúscula.

El texto plantea el desafío respecto del supuesto que tienen los historiadores de obtener un conocimiento verdadero del pasado. Algunos críticos dicen que cualquier intento de ir más allá de los hechos para construir una narrativa coherente, es más bien un acto poético; que novela e historia son indistinguibles. “En el libro argumento que hay elementos válidos en la crítica sobre objetividad, pero no acepto rechazar la racionalidad. El concepto de objetividad de Ranke es demasiado simplista: hay sin duda un pasado real, aunque también es cierto que hay factores subjetivos en el proceso de investigación histórica. Pero las interpretaciones descansan en la evidencia más allá de lo poético”, expresó. Esta es precisamente la diferencia entre la historia y el mito, en palabras de Iggers. “El resultado de la investigación no es pura imaginación”, dijo.

Asimismo, el historiador reconoció que una limitación de su libro es centrarse en la historiografía de Europa y América del Norte, dejando de lado otras regiones como América Latina. Por su parte, el académico del Colegio de México Dr. Roberto Breña, subrayó la necesidad de mayor discusión de la historiografía latinoamericana en las facultades de historia del continente. También alabó la brevedad y concisión del texto. “Es una muy buena visión panorámica de la historiografía del siglo XX”, afirmó. Agregó que si bien la parte clave de la obra son los desafíos que ha planteado el posmodernismo a la objetividad, “no es lo único en el libro”.

Finalmente, el profesor Iván Jaksić rescató el profundo humanismo detrás de la figura de Iggers, que se refleja a través de su compromiso con la realidad y su entorno. “Salió en 1938 de Hamburgo, Alemania, para llegar a Estados Unidos, país que estaba muy lejos de ser un paraíso: le tocó vivir las profundas divisiones sociales y el inicio de la Guerra Fría”. Después de doctorarse en la Universidad de Chicago, optó junto a su esposa, llegada de Checoslovaquia, dedicarse a hacer clases en los colegios de afroamericanos en Arkansas y Nueva Orleans. Uno de sus logros fue la desegregación racial de las bibliotecas.

En la época de la Guerra de Vietnam fue consejero de aquellos que se negaban ir al frente de batalla y en la Guerra Fría, promovió el diálogo con los historiadores e intelectuales de detrás de la cortina de hierro. Hoy escribe junto a un historiador chino y otro indio para hacer una historiografía global. “Iggers refleja el compromiso con la racionalidad y su entorno, no hay incompatibilidad entre el historiador y el ciudadano”, concluyó.

Dentro de sus actividades en Chile, además del lanzamiento de la versión en español de su obra, -publicada por el Fondo de Cultura Económica- Georg Iggers se reunió con los estudiantes de postgrado de Historia UC, con quienes discutió los postulados de su libro y sus planteamientos sobre historiografía.


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