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La desconfianza aleja a las familias de los jardines infantiles: ¿Cómo se revierte?


Las aprensiones sobre los cuidados que recibirán niños y niñas y la creencia de que, en sus primeros años, “están mejor en la casa”, son razones que pesan en la decisión de las familias que optan por no enviarlos a la educación parvularia.

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photo_camera Asistir al jardín desde los primeros años puede marcar la diferencia en el desarrollo cognitivo, social y emocional de niños y niñas. Créditos: Freepik.

Pese al amplio consenso que existe en torno a que la educación inicial juega un rol clave en el desarrollo cognitivo, social y emocional de la infancia, pudiendo marcar la diferencia en la trayectoria escolar futura, en Chile la mayoría de la población en edad de asistir a la educación parvularia no lo hace. Según un estudio de la Fundación Educacional Choshuenco –de 2024– unos 600 mil menores de 0 a 4 años no están matriculados en ningún jardín infantil, lo que representa el 60% de ese segmento.

Las razones no solo pasan por la disponibilidad de cupos -que es lo que suele aparecer en el debate-, también subyacen otras causas, relacionadas con las aprensiones de las familias por el cuidado que recibirán sus hijos e hijas en dichos establecimientos y la creencia de que, en sus primeros años, “están mejor en la casa”.

Ya lo mostraba el estudio Mil Primeros Días, del Centro de Justicia Educacional UC –de 2020–, donde el 22% de los cuidadores mencionó como primera razón para no enviar a los menores a la sala cuna o jardín infantil “la desconfianza en el cuidado que recibirá”. Además, el 16% manifestó que “su hijo o hija es muy pequeño aún” y el 12% temía que se enfermara mucho.

“Las familias suelen ver a los jardines como un lugar de cuidado y no de oportunidades de desarrollo para niños y niñas, cuando la investigación dice que es la etapa más crucial para catapultar su desarrollo" - Ernesto Treviño, académico de Educación UC. 

Rukmini Becerra, académica de la Facultad de Educación UC, quien trabaja en temas de primera infancia desde el Campus Villarrica, identifica tres grupos de familias que no envían a sus niños y niñas al jardín: aquéllas que enfrentan barreras de acceso, las que desconocen los beneficios de la educación inicial, y las que –aun sabiendo las ventajas– sienten que los riesgos pesan más.

Hay varios miedos que encuentro constantemente en algunas familias; me ha tocado escuchar que no le cambian los pañales seguido, que los compañeros le pegan o que no comen en el jardín (…) que el niño o niña está mejor cuidado en la casa; y también hay muchas creencias a partir de experiencias que le pasaron a alguien más”, comenta la académica, quien piensa que el problema central no es el desinterés, sino la desconfianza.

Ernesto Treviño, académico de la Facultad de Educación UC y director del Centro UC para la Transformación Educativa, piensa que la desconfianza “tiene su base en la creencia de que los jardines infantiles son para jugar y cuidar, y no para educar, la que es incorrecta”. “Las familias suelen ver a los jardines como un lugar de cuidado y no de oportunidades de desarrollo para niños y niñas, cuando la investigación dice que es la etapa más crucial para catapultar su desarrollo. Los niños se desarrollan a través de interacciones con las educadoras y con otros párvulos; la educación parvularia es una vacuna que abre oportunidades para la curiosidad y para el desarrollo de habilidades cruciales”, enfatiza.

Hacerse cargo de los temores

Para Ernesto Treviño, director de Centre UC, "la educación parvularia es una vacuna que abre oportunidades para la curiosidad y para el desarrollo de habilidades cruciales"Créditos: Freepik.

A juicio de Becerra, es necesario hacerse cargo de las preocupaciones que manifiestan las familias, las que considera “válidas”: “Escuchar esos miedos es muy importante, porque permite tomar medidas de acción, que pueden ser reparatorias o de cambiar creencias”, señala.

Entre las acciones que podrían ayudar, menciona la coordinación entre los jardines y otras áreas, como la atención primaria de salud: “Los centros de salud podrían abordar, por ejemplo, el tema de la alimentación, porque es probable que un niño o niña no coma en el jardín porque en la casa come puras galletas; o dar charlas de cómo disminuir los resfríos, establecer protocolos con las familias”.

Dice que “una vez que se abordan las preocupaciones, estas dejan de tener fuerza y las familias entienden que en el jardín hay profesionales preparados para cuidar y potenciar a sus hijos e hijas”.

Sobre el mismo tema, Treviño dice que “es efectivo que, especialmente los más pequeños, están más expuestos a enfermedades al socializar con otros”. Sin embargo, subraya que, actualmente, “tenemos importantes avances en vacunación y también en cuidados en las salas de clase que deberían ayudar a atenuar estas enfermedades”.

"Una vez que se abordan las preocupaciones, estas dejan de tener fuerza y las familias entienden que en el jardín hay profesionales preparados para cuidar y potenciar a sus hijos e hijas" - Rukmini Becerra, académica de Educación UC.

Por su parte, Marigen Narea, académica de la Escuela de Psicología UC, plantea que “necesitamos conocernos” mejor como comunidad, porque no necesariamente por tener acceso a una sala cuna o jardín, las personas van a dejar a sus hijos en ese lugar. También comenta que en algunos países lo que se hace es que “se entregan alternativas más flexibles que una sala cuna o jardín infantil”. “Existen cosas intermedias, de menos tiempo, de algunos días; por ejemplo, instancias donde los padres van a estimular a sus niños y niñas por algunas horas y lo hacen dentro del jardín infantil; entonces conocen el jardín, ven lo que hacen allí, empiezan a conocer a las educadoras y de esa manera dicen ‘bueno, sí me parece un lugar adecuado para mis hijos’”, señala.

La investigadora del Centro de Justicia Educacional enfatiza en la importancia de que tanto cuidadores como establecimientos actúen en conjunto, ya que “cuando los padres se coordinan con el jardín, ganamos por los dos lados. Se suma lo mejor de ambos mundos: el amor del hogar y la formación especializada del jardín”.


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