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La UC recupera el patrimonio de parte de la frontera colonial


Un proyecto encabezado por el académico de la Escuela de Antropología UC Roberto Campbell, investiga en fuertes coloniales ubicados en la cordillera de la Región del Biobío.

Restos arqueológicos de un muro y escalera de piedra

photo_camera Un equipo interdisciplinario dirigido por el arqueólogo y académico de la Escuela de Antropología Roberto Campbell, investiga acerca de los fuertes coloniales cordilleranos del Biobío, a través de un proyecto del Fondo del Patrimonio Cultural. (Fotografía: Escuela de Antropología UC)

Hacia fines del siglo XVIII, el control de las fronteras de lo que entonces era la Capitanía General de Chile, era prácticamente inexistente. Consciente de esta carencia, Ambrosio O’Higgins, por aquellos años intendente de Concepción, mandó a construir los fuertes Ballenar y Príncipe Carlos, en las proximidades de Antuco y Santa Bárbara, respectivamente. El propósito de ambas estructuras fue controlar el tránsito de pehuenches desde la cordillera y la pampa transandina hacia el valle central de Chile. Ambos puntos funcionaban como hitos de control de las rutas tradicionales que usaban los pehuenches en sus viajes, en los que movilizaban ganado y especies, con vistas a comerciar con ciudades como Concepción, Los Ángeles y Chillán.

Hacia 1830, ambos fuertes fueron abandonados.

La recuperación patrimonial impulsada por la UC

Mapas que muestran las ubicaciones de los fuertes de Ballenar y Príncipe Carlos.
En estos mapas se muestran las ubicaciones de los fuertes de Ballenar y Príncipe Carlos. (Imagen: Escuela de Antropología UC)

En 2016, el sector donde se ubicada el Fuerte Ballenar fue loteado para parcelas, y gracias a gestiones de académicos del Instituto de Historia y la Escuela de Arquitectura, la universidad adquirió el predio correspondiente al fuerte. Desde entonces, es administrado por el Centro UC del Patrimonio Cultural.  

En 2017, un equipo liderado por Emilio de la Cerda, docente de la Escuela de Arquitectura, desarrolló un proyecto FONDART que reubicó, evaluó y registró los catorce fuertes de la Frontera visitados y descritos por el ingeniero militar español Juan de Ojeda, en 1793. Se elaboraron también los expedientes de Declaratoria para Monumento Histórico de los cuatro fuertes coloniales de los cuales aún hay restos, pero que todavía no cuentan con aquella mención: Mesamávida, Talcamávida, Príncipe Carlos y Ballenar. Esta declaratoria tiene la particularidad de que permite fijar un área clara de protección para el monumento.

Ya en 2023, a través de un proyecto del Fondo del Patrimonio Cultural, un equipo interdisciplinario dirigido por el arqueólogo y académico de la Escuela de Antropología Roberto Campbell, investiga acerca de los fuertes coloniales cordilleranos del Biobío. El objetivo es estudiar y comprender estos espacios y su territorio desde su historia pasada hasta el presente, profundizando en su importancia para los actuales habitantes de la zona.

“A largo plazo, el propósito es montar una infraestructura que permita un posicionamiento territorial de la universidad en ese territorio y que conlleve a que diferentes disciplinas puedan desarrollar proyectos desde allí. La zona de Antuco es un área de interés no solo patrimonial e histórica, sino también natural por su cercanía al Parque Nacional Laguna del Laja y al volcán Antuco”, explica Roberto Campbell.

Valor patrimonial

Restos de un muro de piedra de un fuerte colonial.
son las comunidades aledañas las que sienten como necesario el reconocimiento y trabajo de visibilización de estos fuertes, y que permanezcan en la memoria colectiva a través del tiempo.(Fotografía: Escuela de Antropología UC)

La importancia de estos resabios de la época colonial estriba en la conservación de partes de su arquitectura, como es el caso del Fuerte Ballenar. “Aún existen el muro de contención sobre el cual se edificó el fuerte, las fundaciones y su piso, y parte de su foso. En el caso de Fuerte Príncipe Carlos, al parecer la construcción fue completamente hecha en material perecible, pues lo único que se ha conservado han sido sus fosos”, comenta el profesor Campbell.

En ambos casos, a través del proyecto en curso, se destaca que son las comunidades aledañas las que sienten como necesario el reconocimiento y trabajo de visibilización de estos fuertes, y que permanezcan en la memoria colectiva a través del tiempo.

“Estas situaciones son las que vuelven más urgente el esfuerzo por investigar, recuperar y dar a conocer la historia que se gestó en estos espacios de encuentro entre indígenas, españoles y chilenos, para así contribuir a crear un país y una ciudadanía conscientes de su patrimonio, incluso en un lugar aparentemente tan alejado como la cordillera del Biobío”, recalca Roberto Campbell.


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