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La vida en torno al piano de Liza Chung


La académica de la Facultad de Artes, que desde el 2006 se dedica a formar a músicos bajo los más altos estándares, hace un recorrido por su carrera artística y formación musical en distintos países. "El trabajo que hago es enseñarles a ver la música no solo por el lado artístico/técnico, que es lo primordial, sino que también me gusta entregarles la visión profesional. Eso quiere decir todo el aspecto de la disciplina, del día a día del oficio de un intérprete, de un artista. Por ahí he intentado inculcar mi docencia", detalla la intérprete.

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photo_camera La destacada intérprete hace un repaso por su formación musical en Chile, Suiza y Estados Unidos. Un camino lleno de premios, presentaciones en importantes escenarios y también dudas, las que fueron despejadas con el ejercicio de la docencia, labor que desempeña en la Facultad de Artes desde 2006 formando a las y los músicos del futuro. (Crédito fotográfico: Valeria_Zalaquett)

Liza Chung (1974) llegó de Seúl, Corea del Sur, a temprana edad a Santiago y sus padres la inscribieron en la Escuela Moderna de Música. “Había obras que me llamaban la atención y las estudiaba con muchas ganas. Como la Sonatina de Beethoven en Sol mayor, que me encantó. Así que la aprendí en una sentada solo porque me gustaba”, relata la pianista, que a lo largo de sus más de 30 años de carrera se ha presentado en importantes escenarios, como el Steinway Hall en Nueva York, el Teatro Colón de Buenos Aires y el Teatro Municipal de Santiago, entre otros espacios.

Incentivada por su profesora de entonces, al ver que estudiaba con muchas ganas, participó en la primera versión del Concurso Internacional Claudio Arrau, que se desarrolló en el Teatro Municipal de Santiago. En el Primer Nivel, para niños y niñas pequeños, obtuvo el segundo lugar. Luego, a los 13 y 16 años, obtuvo el primer lugar en las categorías de Tercer y Cuarto Nivel, respectivamente, que le permitieron cursar clases en el extranjero, como en Santander, España, y también realizar conciertos, como por ejemplo en las Semanas Musicales de Frutillar.

Continuaron los premios y los viajes, y segura que su futuro estaba sentada frente al piano, Liza viajó a Suiza y a Estados Unidos para perfeccionar su técnica. “Apenas terminé el colegio me fui, entonces, de no tener tanta vida musical pasé a tener exclusivamente una vida musical. Eso fue un lindo cambio porque en los concursos en Chile, a pesar de la competitividad que había, yo aprovechaba esas instancias para conocer a otros pianistas”, recuerda.

Hasta ahí, su carrera como intérprete se desarrollaba sin problemas. Pero luego de sus estudios de postgrado en la Universidad de Indiana y en la Universidad de Yale, vino un cambio brusco al pensar en su futuro. "Nunca dudé de la música, pero sí del campo laboral. De qué espacio había para uno como solista porque, si bien tuve la suerte de ser admitida y estudiar con los grandes maestros que existían en ese entonces, esta carrera tiene ciertas similitudes con un deporte de alto rendimiento en que hay mucha competencia", explica la artista, que recién en ese momento comenzó a ver la docencia como un camino en su carrera.

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