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Reflexiones para entender la crisis social: Otra vez el pueblo


Compartimos una de las cinco reflexiones publicadas en el último número del periódico Visión. En el artículo, ocho académicos entregan su punto de vista del actual escenario de movilizaciones y protestas de parte de la ciudadanía. A continuación, la visión de Cristián Opazo, Andrés Kalawski, Milena Grass y Pablo Cisternas Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo.

Los académicos Cristián Opazo, Andrés Kalawski, Milena Grass y Pablo Cisternas del Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo.

photo_camera "A través de los miles de graffitis, esténcil y afiches que se multiplican en la ciudad, retornan las frases borroneadas de la voz de una colectividad que se reafirma, sin cesar, como un pueblo cansado de ser infantilizado o, tantas veces, invisibilizado", sostienen los académicos autores de esta reflexión. Fotografía: Banco de Imágenes UC

Por volumen e intensidad, las movilizaciones sociales de octubre de 2019 constituyen un hito solo comparable con las protestas de fines de la década de 1980. La fuerza de un colectivo que, con sus acciones y proclamas, se reivindica como pueblo —ya no ciudadanía— obliga a pensar en los lenguajes que, por estos días, van recomponiendo un tejido social que muchos presumían adormecido por el mercado. 

Sin duda, la eficacia y duración de este movimiento —surgido en buena parte desde los estudiantes secundarios— ha alentado la recuperación de los espacios públicos con cuerpos y afectos. Ni marchas (lineales) ni «actos» (frente a un escenario): estas son reuniones o, mejor dicho, estallidos populares en esquinas, parques, plazas y villas. 

El pueblo —así enfatizan los cánticos de rima futbolera— se autoconvoca bajo banderas que problematizan los límites de la nación (flamean la bandera mapuche junto con el arcoíris de las comunidades LGTBI+). También ese pueblo se protege solidariamente de la violenta represión policial y militar (cuando comparte agua y bicarbonato que amainan la irritación del gas lacrimógeno, se graban y fotografían, ya no en plan selfie, sino con el fin de generar registros que interpelan a los medios tradicionales). 

Toda la densidad gráfica desplegada en las calles da cuenta del ingenio y virtuosismo, de la rabia y el humor, de actores empoderados y reflexivos («Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo», «Nos cansamos, nos unimos”, “Hasta que vivir valga la pena»). A través de los miles de graffitis, esténcil y afiches que se multiplican en la ciudad, retornan las frases borroneadas de la voz de una colectividad que se reafirma, sin cesar, como un pueblo cansado de ser infantilizado o, tantas veces, invisibilizado. Tal como reza el lienzo que hoy día pende de la fachada del Teatro UC: «Aquí están las demandas de la gente». #NoSeBorraNoSePinta. 


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