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Entrevista

¿Qué nos dejan los seminarios sobre el Golpe del Centro UC para el Diálogo y la Paz?


Un consenso total respecto de condenar el Golpe de Estado, las violaciones a los derechos humanos y la violencia, fue lo que dejaron los cinco seminarios realizados por este centro que dirige el profesor Patricio Bernedo.

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photo_camera "No hay que caer en la trampa de ponernos de acuerdo en todo. A partir de escuchar versiones distintas y miradas distintas -que fue lo que buscamos en el ciclo de seminarios- tú puedes detectar aspectos que dan para acuerdos", dice Patricio Bernedo, director del Centro UC para el Diálogo y la Paz. Créditos: César Cortés.

El profesor Patricio Bernedo tenía 12 años para el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, cursaba sexto básico en el Colegio Alemán de Temuco, cuyas clases comenzaban a las 7:45 de la mañana. Ese día "estábamos iniciando una clase en el laboratorio, y ahí entró el director del colegio, el doctor Metz, que era alemán, y con una tranquilidad tensa nos dijo, en su idioma, que había un putsch (golpe), y que nos fuéramos tranquilos para nuestras casas los que vivíamos cerca", recuerda el académico del Instituto de Historia. "Me quedó dando vueltas por años la palabra putsch. Fue la primera vez que la escuchaba".

50 años después, el aniversario del Golpe de Estado encuentra a Bernedo dirigiendo el Centro UC para el Diálogo y la Paz, cerrando lo que han sido cinco seminarios sobre la conmemoración de esta efeméride luctuosa y sus efectos para nuestro país. El lanzamiento del mismo durante abril, coincidió con la apertura de la Plaza de la Paz, la que cuenta, además, con un espacio dedicado a los 31 académicos, profesionales y estudiantes ejecutados y detenidos desaparecidos de la UC tras el Golpe.

-¿Cómo lo ha desafiado como académico este nuevo centro?

-"Ha sido un desafío exigente, interesante y con mucha adrenalina. Después de 15 años dedicados a la gestión académica, primero como director del Instituto de Historia y enseguida como decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, acepté con entusiasmo el ofrecimiento del rector Ignacio Sánchez para crear este centro y organizar el primer año de actividades, que se inició oficialmente con un seminario sobre los 60 años de la encíclica Pacem in Terris el 11 de abril. Después vino el ciclo de cinco seminarios sobre los 50 años del Golpe de Estado. Esto, que se dice en dos líneas, implicó un extenso e intenso trabajo de definir una línea editorial, una lista de invitados y contactarlos, establecer fechas, en fin, toda una logística muy compleja".

El lanzamiento del Centro UC para el Diálogo y la Paz coincidió con la apertura de la Plaza de la Paz, la que cuenta con un espacio dedicado a los 31 académicos, profesionales y estudiantes ejecutados y detenidos desaparecidos de la UC tras el Golpe. Créditos: César Cortés.

-¿Qué nos dejan los seminarios?
-"Lo que hicimos con los seminarios fue tratar de buscar lecciones que nos pueda entregar el pasado, específicamente, el año 73, los 50 años, tanto hacia delante como atrás, lecciones para hoy y para el futuro. Ese fue el pie forzado que pusimos a los expositores e invitados. La mayoría lo cumplió. Ahí esté el tema de las violaciones a los DDHH, por ejemplo. Es un tema que se venía discutiendo hace cinco años atrás, para los 45 años del Golpe. Recuerdo que hubo una gran polémica en torno al Museo de la Memoria, en donde mucha gente cuestionó que ese museo no tenía contexto histórico. Nosotros, ya en esa época como universidad, plantemos en otro seminario que los derechos humanos (DDHH) no se contextualizan, no se explican. Más allá de las situaciones históricas, el compromiso tiene que ser respetarlos en toda circunstancia. Ese fue un elemento que trajimos a colación y que lo mencionó el rector en su discurso de apertura y bienvenida, y yo también. Te diría que en el público de los seminarios hubo un consenso total respecto de este asunto".

-Eso es satisfactorio, pero un poco triste darse cuenta que no es un tema resuelto en la sociedad.

-"Debiera serlo, pero en rigor, no lo es aún, y esto pasa casi en todas las sociedades. El caso clásico es el alemán con el Holocausto. Son temas en los que se sigue insistiendo, así lo hace la educación alemana. Nosotros debiéramos profundizar mucho más este tema a nivel escolar y también dentro de la universidad". 

-¿Como ramo?

-"Como ramo, aunque ya hay ramos sobre DDHH".

-Pero optativos...

-"Sí, tanto en Derecho, en Ciencia Política, en Historia, en Filosofía, en Éticas Aplicadas y más. Hay capacidad instalada en DDHH en la universidad. Este es uno de los temas centrales que sale como lecciones de estos seminarios. La segunda derivada de eso es cómo insertar este tema dentro del currículo de nuestras carreras. Es un tema en el que nuestro centro está a cargo, esto es, de generar una propuesta de curso. Esa es la lógica hoy día, de cuando hablamos de paz no es como era antiguamente al decir 'la paz es la ausencia de conflicto', y nos quedábamos tranquilos. Hoy, el concepto de paz, así sea en el contexto del Vaticano o de Naciones Unidas, se entiende precisamente como justicia social, como respeto a los DDHH y la dignidad humana. Hablar de paz es todo un pack, un conjunto que incluye de manera muy importante a los DDHH". 

Polarización en Chile

El rechazo al Golpe de Estado fue parte de la línea editorial de los ciclos de conversaciones. En la foto, Patricio Bernedo y Sol Serrano, durante el último seminario. Créditos: César Cortés.

-¿Por qué el centro se crea este año y no antes?

-"Lo veníamos conversando desde septiembre del año 2021 con el rector, el prorrector, el vicerrector Fernando Purcell, Sol Serrano, Claudio Rolle, Eduardo Valenzuela y Maureen Boys. En un minuto nos asesoró José Miguel Vivanco, ex director de la División de las Américas de Human Rights Watch, y todo por zoom. Nos dimos cuenta del contexto de alta polarización en Chile en esa época. Nos dimos cuenta, además, que se venían los 50 años del Golpe de Estado. Por el lado positivo de eso, apareció el aniversario 60 de la encíclica Pacem in Terris. Hubo una serie de factores polarizantes dentro de Chile y, por eso, nos dijimos: 'aquí hay que crear una instancia nueva', las cuales existen, por lo demás, en muchos países del mundo, en muchas universidades, pero no acá. Acá hay centros específicos de DDHH, centros de resolución de conflictos, en fin, pero no un centro que aglutine todas esas miradas, esos problemas que sean más holísticos en ese sentido, y con respuesta académica. Y justo dejé el decanato y asumí la dirección de esta nueva unidad. Hice una investigación de cómo era este tema, cómo abordarlo, y ahí le hice una propuesta al rector y a este mismo grupo para después pasar por todas las instancias para terminar con la propuesta en el Honorable Consejo Superior".

-¿Está satisfecho?

-"Sí. Y también con el tratamiento en los seminarios de los temas de DDHH y la violencia. Respecto de este último en Chile, uno también podría decir '¿hasta cuándo con este asunto?'.  Pero no. Este tema quedó claro también en los seminarios. Después de todo, esa fue la postura editorial del ciclo, de que el Golpe hay que rechazarlo: un golpe, por definición, no es una manera de solucionar un conflicto político, porque es violento, porque te rompe la democracia. Y porque todo acto de violencia que atente contra el Estado de derecho y atente contra el sistema democrático, hay que rechazarlo".

-Usted dijo que con estos seminarios trataban de abstenerse de las polarizaciones, pero fue difícil evitarla incluso en los seminarios. Ahí está el lanzamiento del libro del general Martínez y el altercado con el militar en retiro. 

-"Se han inventado varios epítetos para describir nuestro actual momento (eléctrico, tóxico...). Nuestra postura es que el tema del diálogo y la paz no es un tema ingenuo. No lo abordamos desde la pura buena voluntad y buenos deseos. El punto es cómo lo discutes, y ahí vienen las metodologías de diálogo, las técnicas para dialogar bien, no para ponerse de acuerdo, pero sí para escuchar otras posturas y acostumbrarnos también a manejarnos en las diferencias. En Chile nos cuesta mucho. Puedes tener posturas más realistas en este contexto, como por ejemplo, el tener de invitado a alguien como Alfredo Zamudio, quien, como hijo de víctima, se abre a tener un diálogo con los victimarios de su padre. Ahí tienes un testimonio y a una persona con toda la credibilidad del mundo que se abre a esa posibilidad. Por el otro lado, nos abrimos a la presentación del libro del general Martínez bajo el alero del centro sabiendo que podía generar un problema. Hubo un altercado, pero se logró manejar de manera tal que no escalara. Eso pasa también cuando tú entras en temas reales. Es parte de la polarización, de la fractura que vive nuestro país y que seguiremos viviendo por mucho tiempo más". 

-Claro, la idea no es ponerse de acuerdo, pero supongo que también debemos partir de una base que sí nos encuentre. ¿Cuál podría ser esa base?

-"No hay que caer en la trampa de ponernos de acuerdo en todo. A partir de escuchar versiones distintas y miradas distintas -que fue lo que buscamos en el ciclo de los seminarios- tú puedes detectar aspectos que dan para acuerdos. Muchas veces estas cuestiones se politizan, un lado empuja la violencia, otro el Golpe, otro los DDHH. Pero no hay una mirada realista en materia de decir ¿cuáles son los mínimos? A esto se le llama ahora los mínimos civilizatorios, pero son los mínimos que tienes que tener en una sociedad, y sobre esos mínimos, construir. Así, no necesariamente nos pondremos de acuerdo en por qué hubo un golpe de Estado, pero sí en ponernos de acuerdo en decir que un golpe no es la manera de resolver conflictos políticos y sociales". 

-En definitiva usted sí cree que existen mínimos civilizatorios respecto del Golpe de Estado de 1973.

-"Sí, claro que sí. Tienen que haber. Una democracia no puede resolver sus conflictos a punta de golpes de Estado. Ese es el principio, la formulación en simple". 

-¿Estamos en un momento particularmente crítico como sociedad?
-"El principal problema es el de la polarización, no solo la polarización en sí, que es ya un problema. Cuando tienes una sociedad tan polarizada, a una clase política tan polarizada, el país se queda sin proyecto. Tienes hoy un país sin proyecto y te preguntas '¿para dónde vamos?'. Tampoco nadie te presenta propuestas que digan 'mira, por ahí es donde nos vamos a ir'. Entonces, te diría que esa es la preocupación central, que uno podría tener proyectándolo al futuro. Chile tenía un proyecto, que había que arreglarlo, un proyecto que tenía cosas positivas, y cuestiones muy negativas que mostró la cara pacífica del estallido, pero hoy estamos completamente vacíos de proyecto nacional. Hoy estamos bastante a la deriva, y no en lo concerniente a un gobierno, sino respecto de proyectos políticos. Los que hoy se nos ofrecen no integran al todo de la sociedad, van por partes, y hay que preocuparse, eso no necesariamente va a terminar bien, si es que no abordamos los problemas dialogando, buscando puntos de unión y con mirada de bien común".


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