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Silvia Pellegrini recibió el Premio Monseñor Carlos Casanueva


Como alumna, profesora, decana y vicerrectora, Silvia Pellegrini hilvanó su vida personal y profesional en el lienzo de la historia de la UC. Con este galardón, la universidad reconoció su trayectoria académica y su contribución al desarrollo de la disciplina en el país.

La profesora Silvia Pellegrini recibe el premio Monseñor Carlos Casanueva de parte del rector Ignacio Sánchez.

photo_camera César Cortés

La Escuela de Periodismo UC que recibió como alumna a Silvia Pellegrini, en 1965, funcionaba una casona antigua de dos pisos, en San Isidro con Eyzaguirre. “Era chiquitita”, dice, en su oficina ubicada en el sexto y último piso de la Facultad de Comunicaciones, 53 años después.  Entonces, Periodismo ni siquiera pertenecía a una Facultad.

La Facultad de Comunicaciones, la primera no norteamericana acreditada por la AEJMC (asociación estadounidense que busca mejorar la enseñanza universitaria del periodismo), como la conocemos hoy, existe principalmente gracias a Silvia Pellegrini Ripamonti, quien trabajó por ella como directora de la Escuela de las Artes de la Comunicación (1975-1977), directora de la Escuela de Periodismo (1982-1988), y decano de la Facultad de Letras (1989-1999).

En esos años, cuando internet aún no se masificaba, la profesora sintió que la universidad no estaba preparada para hacer frente a su revolución. Por eso buscó el apoyo del rector Juan de Dios Vial, peleó por el espacio en Casa Central, al que también aspiraba Medicina, y fue a exponer a Roma sus argumentos para demostrar que las comunicaciones consistían un área del conocimiento distinto y específico.

Los primeros documentos de la Facultad datan de 1998 y Silvia Pellegrini fue decana hasta el 2000. Después volvió al cargo en 2005 y cuando lo dejó en 2016, esta ocupaba el lugar 51 del mundo en el Ranking QS. Hoy ostenta el 46 y es la mejor de Latinoamérica. Sentar las bases que hicieron posible ese posicionamiento es uno de los tantos logros que este Premio Monseñor Carlos Casanueva reconoce.

“Fue una sorpresa. No estaba en mi ánimo la idea de recibir ningún premio, porque lo que he hecho en esta universidad ha sido una parte tan significativa de mi vida personal, que no lo veía como premiable por terceros”, declara. “Me limité a hacer aquí una cosa que me fascinaba; estar permanentemente en la frontera del conocimiento de mi área y abrir espacios para las comunicaciones dentro de la universidad, que se viera su significación, en un momento en que no eran lo que son hoy”, declara.

Apasionada y “trabajólica”

Una de las motivaciones fundamentales de la vida académica de Silvia Pellegrini ha sido abrir, gracias a la información, el abanico en la toma de decisiones; ampliar la libertad de las personas.  Mientras perseguía ese objetivo, hizo cursos de posgrado en la Universidad de Heidelberg, Alemania y siempre mantuvo algún trabajo paralelo en medios como Las Últimas Noticias, La Segunda, TVN y Canal 13, donde participó en el directorio.

Ser “trabajólica”, como ella misma se declara, no fue un obstáculo para formar una familia con el ex decano de la Facultad de Educación Gonzalo Undurraga (1944-2014) con quien compartió la pasión por la vida académica y tuvo 4 hijos.     

Además, fue vicerrectora de Comunicaciones UC e impulsó el Consejo Latinoamericano de Acreditación de Escuelas de Periodismo (CLAEP). Como investigadora lideró dos Fondef, los primeros proyectos de I+D de periodismo del país y desarrolló el concepto “Valor Agregado Periodístico”, un método de estudio de calidad informativa que se usa en más de 20 países. En 2008, la AEJMC le entregó el “Presidential Award” por su aporte a la educación en periodismo y comunicación social. Fue la primera latinoamericana en recibirlo.

Actualmente, la profesora continúa profundizando en sus temas de investigación anteriores con tres proyectos, y acaba de llegar de Estados Unidos donde asistió a un seminario sobre comunicación de crisis. Está estudiando los flujos de información en caso de desastre, para hacer las decisiones más eficientes y pronto viajará a Australia para ver en terreno cómo se resuelven allá los problemas.

Proyectos nunca le faltan. Siente que aún le queda mucho por entregar: “Una institución que se desarrolla es aquella capaz de darle a las distintas generaciones el espacio que les corresponden para apuntar hacia un proyecto común. Y creo que, desde mi experiencia, desde las cosas que he visto, puedo aportar”, asegura.
 

 


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