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La Tercera

Inteligencia Artificial: ¿Qué hacemos contigo?


Foto de Gabriela Arriagada
Profesora Instituto Éticas Aplicadas, IMC e investigadora CENIA
Los expertos coinciden: la humanidad aún no ha vivido el impacto profundo que producirá el momento en que las máquinas adquieran conciencia de sí mismas. Ese día todo cambiará. De momento, lo mejor es prepararse ocupándose en conocer la tecnología y en aprender a usarla para lo que aporta. A ese ejercicio están invitados científicos, desarrolladores, Estados, legisladores, educadores y, por cierto, los usuarios.

Hace casi 70 años, en 1954, el escritor norteamericano Fredric Brown puso el dedo en la llaga. Autor de novela negra y ciencia ficción, Brown -considerado un “escritor de escritores” - creó un cuento llamado “La respuesta”. Famoso por su brevedad y su sorprendente giro final (lamentablemente es necesario hacer aquí un spoiler), el relato muestra cómo un científico termina de unir, ante una docena de cámaras de televisión, el cable que conectará todos los súper circuitos electrónicos del Universo conocido hasta ese momento. Hablamos de millones de máquinas. (...)

En la vida real, cuando aún la IA -o sus creadores- no han dado el salto cualitativo que la “singularidad” va a implicar, los seres humanos ya estamos ante interrogantes clave. Una es si, a partir de ese día tan imaginado, la IA va a controlarnos, o si -como se espera- seremos nosotros quienes la controlemos a ella. Otras preguntas están ya sentadas en nuestra mesa: ¿Es confiable la IA? ¿Cómo se la gestiona de manera responsable? (...)

Gabriela Arriagada, académica de Filosofía, IA y Ética de Datos, en tanto, lo explica así: “La tecnología tiene esta faceta novedosa, nos llama la atención. Somos seres inherentemente curiosos, aprendemos a través de la curiosidad, y la curiosidad nos lleva a interactuar con estas tecnologías”. Para ella, en este momento, es vital hacer dos esfuerzos: el de entender el cambio de paradigma que trae la IA y el de cambiar el cómo aprendemos. Releva para eso el valor de tener pausas críticas, para comprender e integrar lo aprendido: “Las pausas críticas son lo que nos diferencia de los aprendizajes de máquina”.

Arriagada es investigadora del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) y dice: “Una máquina, un algoritmo, es capaz de optimizar y de clasificar a velocidades y en cantidades de información que nosotros ni siquiera podríamos imaginar. Pero la capacidad crítica de reflexionar el qué, el cómo y el para qué, que es lo más importante, sigue siendo completamente dependiente de nosotros”. (...)


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