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Cuando ves a alguien con discapacidad:

¿Cómo ayudar sin meter la pata?


Si estás en la calle y ves que alguien con discapacidad está a punto de subirse a la micro, al ascensor del metro o simplemente está caminando, es natural querer ayudarlo. Sin embargo, puedes causar una molestia si no sabes bien cómo hacerlo. En este reportaje publicado en km cero,  jóvenes en situación de discapacidad enseñan cómo hacerlo.

imagen correspondiente a la noticia: "¿Cómo ayudar sin meter la pata?"

photo_camera Archivo UC

Hablamos con cinco jóvenes en situación de discapacidad de Santiago, dos ciegos y tres sordos. Ellos trabajan o estudian, se relajan y comparten con sus amigos y familia. Nos contaron cómo es desenvolverse a diario en la ciudad, sin verla, sin oírla; y cómo toman la ayuda que les prestan los demás, la que muchas veces, no necesitan. En este reportaje, nos educan sobre cómo ser más atinados.

El mundo sin verlo

Muchas veces, usamos el término no vidente para no decir ciegos, por miedo a que suene muy violento. Sin embargo, el término correcto es efectivamente ciego o ciega.

Dominic Damjanic (20), estudiante de segundo año de Diseño Integral en la UC

“Cuando ando en la vía pública, es típico que me ayuden sin preguntar. En vez de decirme oye, ¿te ayudo?, llegan y me tiran. Me gustaría que me trataran como a cualquier persona. Yo no llegaría y agarraría a alguien y la tiraría para cualquier lado.

Cuando viajo en metro me ofrecen el asiento, pero lo rechazo porque no lo necesito. Les digo que no y no me dejan, como que me retan. A veces, por decir que no, quedo yo como la pesada.

Cuando el parlante del tren no avisa las estaciones, le pido a un pasajero cercano que me avise. Cuando ese pasajero tiene que bajarse, le deja el encargo a otro. Escucho que dicen: y cómo le hablo, y qué le digo…. Yo no veo, pero no es como que no pueda pensar.

En general, prefiero que la gente diga su nombre antes de hablar, porque a veces no identifico la voz de ciertas personas.

En la universidad, si hay que ordenar sillas o mesas en una sala, no tengo ningún problema en ayudar. Les pregunto si moverme a la derecha o a la izquierda y me responden: no, tú no te preocupes. Yo puedo, ¿cachai?

Trato de llegar temprano a clases, incluso antes de que empiecen para agarrar un puesto, porque si no me cuesta saber qué sillas están desocupadas. Si llego tarde a clases es como ¡mierda! ¿Ahora dónde me siento? Y nadie me dice nada.

Salgo a carretear, pero odio las discos, porque la música es muy fuerte, no puedo reconocer las voces y los sonidos me desorientan. Prefiero mil veces los carretes en casa y jugar cartas con braille. No me gusta trasnochar y quedar hecha bolsa, igual me gusta levantarme temprano y hacer cosas”.

Carolyn Sánchez, directora de la Corporación para la Inclusión de Personas con Discapacidad Visual y Sordociegas (CIDEVI) entrega claves para prestar ayuda en la vía pública.

Si es un desconocido, primero pregunta si necesita ayuda. Si la necesita, pregunta cómo podemos ayudar en vez de asumirlo.

“Habitualmente, la persona que está entrenada en el uso del bastón o en el uso de guía vidente te indica cómo quieren que la tomen, ellos mismos ponen la mano en el hombro de su guía. También hay quienes no necesitan ayuda”.

Rodrigo Quintanilla (35), profesor de computación de alumnos ciegos en el CIDEVI

“Estoy divorciado y tengo dos hijos. Quedé totalmente ciego hace cinco años por una infección visual. Antes de eso era muy ignorante en cuanto a la discapacidad, no sentía la misma empatía que ahora. Cuando veía a una persona ciega, no la ayudaba, pensaba pucha qué lata.

Antes de quedar ciego me sabía las calles de Santiago de memoria, de todas formas, a veces pido ayuda para llegar a una dirección. Me responden siga derecho, no más, pero eso no me ayuda, al contrario, me desorienta. Me es más útil cuando me dan información más específica como tienes que seguir derecho, tirarte para la izquierda, virar a la derecha, con eso me puedo hacer un mapa en la cabeza.

Uso la aplicación Lazarillo que me sirve como GPS, viene con voz integrada para moverse en las calles más fácil. Yo no veo nada, dependo de la tecnología para desenvolverme.

Conocí a mi actual pareja hace tres años, cuando era alumna del CIDEVI. Quedó ciega por infartos oculares, tiene mejor orientación que yo para desplazarse.

Siempre he sido quitado de bulla, no me gusta mucho salir, creo que la gente no será empática con nosotros. No he salido a compartir tampoco con grupos inclusivos para ciegos. Me gusta quedarme echado en mi departamento, jugando videojuegos o escuchando tele, a menos que vaya a la iglesia o a ver a mi madre.

Quiero estudiar Ingeniería Civil en Computación, ya estoy haciendo los papeleos en una universidad”.

Andrea Vásquez, coordinadora del Programa para la Inclusión de Alumnos con Necesidades Especiales de la UC (PIANE), además de recalcar que siempre hay que preguntar antes de prestar ayuda, da otras claves.

Anticipar: “Evitar las expresiones sin información como ‘¡Ay, cuidado!’, que no dicen nada. Si hay que alertar a la persona de un peligro, puedes decir ‘detente’, eso es mucho más informativo. Luego le podrás explicar por qué le estás pidiendo que se detenga”.

El bastón describe el entorno: “Aun cuando esa persona esté siendo guiada por ti, está usando el bastón para ir anticipando cómo es la textura del terreno o si viene un escalón, antes que tú alcances a decirle que viene una escalera, ya lo saben”.

El color del bastón cambia según el grado de discapacidad: “El color blanco es para la ceguera total y el amarillo para la ceguera parcial o de resto visual”.

El mundo sin oírlo

Es de uso común el término “sordomudos”. Actualmente, se está dejando de usar, ya que en estricto rigor, las personas sordas no están impedidas de comunicarse, solo que lo hacen de formas distintas.

Fabián Velásquez (29), técnico en educación especial del CIDEVI

“Soy sordo, mi forma de comunicarme es a través de mis manos con lenguaje de señas. Fui alumno de la Corporación y hace dos meses soy profesor. Me he sentido cómodo, me tratan como a un trabajador más. Desearía que todos supieran lenguaje de señas, aunque soy independiente cuando transito por la vía pública.

Si tengo que comprar en la farmacia, me dirijo al vendedor y le paso un papel donde advierto que soy sordo y el producto que necesito. Me pasan siempre el precio a pagar en papel y detecto leyendo los labios cuando me preguntan si cancelo con efectivo o tarjeta.

Para relajarme tomo alcohol de forma salvaje y me inyecto sustancias. Es broma. Hablando en serio, me gusta jugar fútbol y videojuegos. Mi polola es oyente y nos comunicamos con lengua de señas. Ocho meses antes de que empezáramos nuestra relación, ella había hecho cursos para aprenderla. Salimos al cine, a caminar por la plaza o visitamos a familiares. Me gusta mucho cuando se queda a dormir conmigo en mi casa”.

Carolyn Sánchez, del CIDEVI, explica cómo dar apoyo a personas con sordera.

Presentarse antes de hablar: “Tocarlo, con mucho respeto y decir nuestro nombre”.

No hablar con exageraciones: “Habitualmente cuando nos enfrentamos a ellos, modulamos más de lo normal. Generalmente manejan lectura de labios y pueden entender si modulamos y hablamos un poco más pausado, pero sin exagerar”.

Dar información visual: “Puede usarse el celular. Yo creo que los medios digitales para las personas sordas ha sido la puerta de entrada al resto del mundo”.

Ojo si es hipoacúsico: “Al igual que la persona que tiene baja visión, el hipoacúsico tiene baja audición. En ciertas condiciones, esa audición se reduce y queda sordo. Por ejemplo, si el espacio es muy amplio, va a perder la información de lo que está sucediendo por el eco”.

Sebastián Morales (41), vive del arriendo de propiedades

“Tengo sordera parcial (hipoacusia) de nacimiento. Manejo el lenguaje de señas, pero no lo ocupo. Llevo una vida normal, estoy casado con una oyente y tengo dos hijos.

Mi sordera parcial me impide entender las voces a veces, debo preguntar más de una vez para saber qué dijeron los demás. Vuelvo a preguntar y si no entiendo, lo hago otra vez y las personas se molestan por eso.

La gente no está preparada para tratar con personas con discapacidad, están ajenos al tema, no tienen herramientas ni conocimiento. Lo único que espero de la gente es un poco de paciencia, comprensión y aceptación. En el caso de la sordera es complejo, muchas veces te aíslas del resto.

Antes jugaba a la pelota, ahora lo que más me gusta es ver películas subtituladas. Mis favoritas son las de acción, también me gustan los dramas, de fantasía, de terror y los westerns”.

Andrea Vásquez, de PIANE UC, distingue entre las formas de interacción propias de las personas que usan la lengua de señas como lengua materna de las que pueden prescindir de ella.

Para los que prescinden de la lengua de señas

Igual pueden hablar: “No todas las personas sordas hablan lengua de señas, depende de su trayectoria educativa. Hay gente sorda que ha sido educada en medios oralistas y les han enseñado a hablar. La única diferencia que tú podrías notar es que hay algo raro en su acento o puedes creer que viene de otro país”

Permitir la lectura labial: “Hablar de frente para que esa persona pueda hacer lectura labial. Uno debería evitar hablar con la mano en la boca o de repente cuando uno anda con una bufanda o chupa un lápiz”.

Expresión visual: “Si yo digo ‘¡estoy feliz!’ con cara de felicidad es más fácil que esa persona entienda el mensaje. Eso también es válido para las personas que utilizan el lenguaje de señas”.

Para los que usan necesariamente lengua de señas

Textos escritos: “La lengua de señas se estructura distinto al español. Quienes tienen la lengua de señas como lengua materna, cuando escriben en español, puedes ver diferencias significativas, por ejemplo no usan artículos. Para preguntar: ‘¿cuál es tu nombre?’, ellos podrían preguntar: ‘nombre cuál’. Si te comunicas por un medio escrito, los mensajes en español deben ser precisos y concisos. Las preposiciones, por ejemplo, pueden molestar más que aportar.

Mathias Bonnassiolle (25), contador auditor

“Soy sordo de nacimiento por herencia. Mi hermano, mis padres, abuelos paternos y tíos también lo son. Soy vicepresidente la Corporación Real de Sordos de Chile (CRESOR).

Me gusta jugar videojuegos, fútbol y salir a pasear con amigos. Mis amigos también son sordos. Salgo con ellos a carretear a pubs, discotecas o simplemente nos quedamos en casa para tomar y picar algo.

La mayoría de la gente no sabe qué significa la sordera, por lo mismo, no saben comunicarse y se alejan. La gente debería saber cómo modular y comunicar un poco de señas, al menos en caso de emergencias.

Creo que la solución es difundir más sobre la discapacidad, decir qué significa, cómo se comunica, etc. Simplemente hacer más cursos de lengua de señas.

Estoy soltero, hace un tiempo terminé mi relación con una pareja que era oyente. Cuando quiero conquistar a alguien hay muchas formas de hacerlo. Depende del ambiente, pero siempre intento comunicarme de alguna forma para lograrlo”.


Revisión de esta nota

Enviamos este reportaje, antes de ser publicado, a los expertos y jóvenes en situación de discapacidad que participaron del mismo, para que hicieran sugerencias y correcciones tanto de los términos usados, como de la forma de acceso al contenido.

Carolyn Sánchez, directora de la Corporación para la Inclusión de Personas con Discapacidad Visual y Sordociegas (CIDEVI), nos dijo que el único término para referirse a personas con discapacidad visual es ciega o ciego. Aunque la palabra “invidente”, que nosotros usamos en la primera versión, se encuentra en el Diccionario de la Real Academia Española, no es la expresión correcta. Comentó también: “el color del bastón no está normado a nivel nacional, los colores mencionadas son una referencia, pero no es formal”

Sánchez nos hizo saber que Rodrigo Quintanilla, quien es ciego, no pudo leer el reportaje en primera instancia ya que se lo enviamos en PDF, formato que no es compatible con el programa de lectura de pantallas que usa, Jwas. El programa sí puede leer documentos en formato Word.

Andrea Vásquez, coordinadora del Programa para la Inclusión de Alumnos con Necesidades Especiales de la UC (PIANE), nos dijo que no es correcto usar el término “sordomudo” ya que: “ las personas sordas no son siempre mudas, muchas de ellas no hablan, porque no escuchan, pero en estricto rigor pueden hablar”. Por ende incluimos esa aclaración en el texto.

Mathias Bonnassiolle, recalcó que la forma de comunicación de las personas sordas es la “lengua de señas”, no “lenguaje de señas”, corrección que hicimos.

Tanto Sebastián Morales y Fabián Velásquez, no nos manifestaron comentarios y no tuvieron dificultades para acceder al contenido.


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