Extinción de los mastodontes hace diez mil años afecta hoy a los bosques chilenos
Una reciente investigación demuestra que la desaparición de estos grandes mamíferos interrumpió un proceso ecológico clave, que hoy estaría amenazando la supervivencia de árboles endémicos de Chile.
photo_camera Ilustración del extinto Notiomastodon platensis alimentándose de frutos de palma chilena en el Parque Nacional La Campana.
Mientras en el mundo crece el debate sobre la posibilidad de “resucitar” grandes mamíferos extintos, restableciendo con ello sus funciones ecológicas, una investigación chilena –que se acaba de publicar en Nature Ecology and Evolution– logró identificar el rol clave que cumplía una de estas especies en su entorno.
Se trata de los extintos mastodontes sudamericanos, conocidos como gonfoterios, que se encargaban de dispersar las semillas de diversas especies vegetales nativas, lo que habría dado forma a los ecosistemas del área mediterránea de América del Sur.
La investigación –que fue liderada por el doctor Erwin González, junto a Claudio Latorre (también investigador del Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma CRG), Andrea Loayza y Ricardo Segovia, del Instituto de Ecología y Biodiversidad– abre una nueva ventana para comprender cómo funcionaban los ecosistemas antes de la extinción de la megafauna, hace más de diez mil años.
“El estudio de estas interacciones ecológicas no solo es relevante para entender el pasado. Tiene implicaciones muy concretas en las estrategias actuales de conservación y restauración frente a la actual crisis climática y de biodiversidad”.- .Claudio Latorre, profesor Facultad de Ciencias Biológicas UC e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).
Hipótesis histórica, ahora con pruebas fósiles
Los investigadores analizaron restos fósiles recolectados en un gradiente de 1.500 kilómetros, desde Los Vilos hasta Chiloé, incluyendo el sitio del antiguo Lago de Tagua Tagua, en la Región de O’Higgins. Para ello, utilizaron tres métodos principales: análisis de isótopos estables de oxígeno, microdesgaste dental y estudio del cálculo dental (sarro fósil). Los resultados confirmaron que estos animales prehistóricos habitaban ambientes boscosos y tenían una dieta variada, que incluía frutos carnosos.
Este hallazgo viene a apoyar la hipótesis de los “Anacronismos neotropicales”, propuesta en 1982 por el biólogo Daniel Janzen y el paleoecólogo Paul Martin, según la cual muchas plantas de América Latina desarrollaron frutos grandes y carnosos –denominados megafaunales– para atraer a grandes animales hoy extintos, como mastodontes, perezosos gigantes o caballos nativos, que actuaban como sus principales dispersores.
“Los gonfoterios recorrían largas distancias diariamente, y con ello ayudaban a expandir geográficamente las plantas que consumían, especialmente aquéllas con frutos megafaunales”, detalla el doctor Erwin González, paleontólogo de la Universidad de O’Higgins e investigador del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social. Agrega que “esa dispersión a gran escala les permitía adaptarse mejor al cambio climático y colonizar nuevos ambientes. Pero con la desaparición de estos animales, ese proceso se detuvo abruptamente”.
En ese sentido, este estudio entrega una evidencia directa de que los mastodontes que habitaron el sur de América desempeñaban un papel central como frugívoros y dispersores de plantas con frutos grandes, muchos de ellos también con semillas de gran tamaño. Esta interacción entre estos grandes herbívoros y la vegetación habría sido determinante para modelar el paisaje y la biodiversidad en zonas como el centro de Chile.
“Los gonfoterios recorrían largas distancias diariamente, y con ello ayudaban a expandir geográficamente las plantas que consumían, especialmente aquéllas con frutos megafaunales. Esa dispersión a gran escala les permitía adaptarse mejor al cambio climático y colonizar nuevos ambientes. Pero con la desaparición de estos animales, ese proceso se detuvo abruptamente” - Erwin González, paleontólogo U. de O’Higgins.
Impacto sobre árboles con frutos grandes del centro de Chile
La siguiente pregunta de los investigadores fue clara: ¿la pérdida de esa interacción sigue afectando hoy a las especies vegetales? “Una vez que encontramos evidencia de frugivoría en los dientes de mastodontes extintos en Chile, nos preguntamos si la interrupción de esta relación hace diez mil años tendría consecuencias actuales sobre las plantas que antes dependían de ellos”, explica el investigador Ricardo Segovia.
Los resultados fueron contundentes: los árboles con frutos megafaunales del centro de Chile, como la palma chilena –en las regiones de Valparaíso y Coquimbo– o el queule –en el Maule–, que antiguamente dependían de estos grandes dispersores, actualmente presentan un mayor riesgo de extinción que los de otras regiones del continente, ya que la ausencia de dispersores efectivos limita su regeneración y conectividad genética, por lo que hoy sobreviven apenas en relictos aislados.
“Especies como la palma chilena dependían de estos grandes herbívoros para dispersar sus semillas a grandes distancias, lo que facilitaba su persistencia, regeneración y expansión geográfica”, explica la doctora Andrea Loayza. La desaparición de la megafauna interrumpió estos procesos, con consecuencias que persisten hasta hoy.
“Especies como la palma chilena dependían de estos grandes herbívoros para dispersar sus semillas a grandes distancias, lo que facilitaba su persistencia, regeneración y expansión geográfica”.- Doctora Andrea Loayza.
A juicio de Claudio Latorre, profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas UC e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), “el estudio de estas interacciones ecológicas no solo es relevante para entender el pasado. Tiene implicaciones muy concretas en las estrategias actuales de conservación y restauración frente a la actual crisis climática y de biodiversidad”.
De esa forma, este trabajo se convierte en un hito para la paleoecología sudamericana, ya que es uno de los pocos casos donde se ha obtenido evidencia concreta de una interacción ecológica perdida hace milenios. Una mirada al pasado que, paradójicamente, puede ser clave para diseñar mejores estrategias de conservación en el futuro.
|
Debate sobre si “revivir” o no a especies extintas En los últimos años, distintas compañías biotecnológicas han impulsado proyectos para “resucitar” a los grandes mamíferos desaparecidos, como los mamuts, argumentando que su regreso podría ayudar a restablecer antiguos ecosistemas, contribuyendo a enfrentar algunos de los efectos del cambio climático. En ese sentido, este descubrimiento adquiere relevancia global, al aportar un nuevo elemento al debate sobre si “revivir” o no a especies extintas para restablecer sus funciones ecológicas. “La idea es que, al reactivar estas interacciones ecológicas perdidas, como la presencia de grandes herbívoros removiendo el suelo y dispersando semillas, podría mantenerse más tiempo la materia orgánica enterrada bajo el permafrost”, explica al respecto el doctor Erwin González. |