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Los aprendizajes de Natalia Holmes en la Facultad de Ciencias Biológicas


Llegó a la Facultad de Ciencias Biológicas hace siete años, como apoyo administrativo para el traslado de documentos y correspondencia. Holmes fue la primera funcionaria con Síndrome de Down contratada por la universidad, en el marco de la propuesta del Centro UC Síndrome de Down, la cual en el año 2015 buscaba impulsar el desarrollo laboral de personas con esta condición. Esta su historia, publicada en la última edición del periódico institucional Visión UC.

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photo_camera De vuelta a la presencialidad, en marzo de este año, se reincorporó de acuerdo con las exigencias de prevención del Covid-19, y con la necesaria reestructuración de la forma de trabajar que esta etapa imponía. Eso transformó también las rutinas y actividades que realizaba Natalia. Los envíos de correspondencia disminuyeron y muchos documentos comenzaron a ser únicamente electrónicos. Créditos: Karina Fuenzalida.

Está contenta. «Me gusta todo lo que hago», dice Natalia Holmes, mientras se dispone a conversar en la sala de reuniones del decanato de la Facultad de Ciencias Biológicas a donde llegó hace siete años. Desde entonces, rigurosamente, de lunes a viernes, entre 9:30 y 13:30 horas, se la ve transitar por la oficina de partes y los laboratorios de pre y postgrado.

Hasta antes de la pandemia, realizaba labores administrativas y de apoyo únicamente al personal del decanato. Sus tareas incluían repartir la correspondencia, y trasladar documentos entre los edificios de la facultad y los departamentos de Biología Celular y Molecular, Ecología, Fisiología, y Genética Molecular y Microbiología.

«Me gusta todo lo que hago» - Natalia Holmes, funcionaria Ciencia Biológicas.

De vuelta a la presencialidad, en marzo de este año, se reincorporó de acuerdo con las exigencias de prevención del Covid-19, y con la necesaria reestructuración de la forma de trabajar que esta etapa imponía. Eso transformó también las rutinas y actividades que realizaba Natalia. Los envíos de correspondencia disminuyeron y muchos documentos comenzaron a ser únicamente electrónicos.

Por ello, desde el decanato surgió la posibilidad de involucrarla en los laboratorios de la facultad, primero en los de pregrado, preparando cajas de puntas para micropipetas, y luego apoyando el trabajo de postgrado de los distintos departamentos y de las plataformas de investigación.

Hoy, su evaluación la destaca como una persona muy responsable, cercana y bien dispuesta para su trabajo, que ha ido superando metas y mejorando notoriamente su desempeño diario. Para ello –comentan sus cercanos–, siempre cuenta con la alarma de su celular encendida, que le ayuda a ser puntual y le recuerda sus tareas.

Constanza Aballay, coordinadora de Bienestar de la unidad académica, la ha acompañado en sus nuevas rutinas, señala que el trabajo de Natalia en los laboratorios es muy valorado y necesario, porque son tareas que requieren de mucho tiempo y dedicación. Además, ella ocupa un espacio importante en la unidad, el de una persona que, con su empatía y sentido del humor, contribuye al clima laboral. «Es nuestro cable a tierra en el día a día», cuenta Constanza.

Música, caminatas y abdominales

La vida de Natalia Holmes transcurre entre su trabajo y una vida familiar alegre y tranquila, acompañada por su mamá «que es su mejor amiga, y que le enseñó a andar sola en metro», y sus cuatro hermanos menores: Matías de 26 años, Catalina de 22 y las mellizas Antonia y Romina de 14. «Soy madrina de bautizo de la Romina, por eso con la plata de la pega la invito a la playa, al campo y a comer cositas ricas», dice orgullosa. Créditos: Karina Fuenzalida.

Con 33 años recién cumplidos, «la edad de Cristo», según dice la propia Natalia, mira hacia atrás, cuando llegó a la UC en el 2015, con 26 años. Son muchos los recuerdos que tiene acumulados desde entonces. Como también los del jardín infantil, en sus primeros años; los del Colegio Exequiel González Cortés, donde terminó el nivel diferencial; más tarde en el Colegio Francisco de Miranda, en talleres de capacitación laboral; y finalmente, en la Universidad Central, en un programa de tres años para jóvenes con capacidades diferentes.

«Es que para nosotros, como familia, siempre fue importante que personas adultas con discapacidad intelectual pudieran integrarse laboralmente, y que tuvieran un espacio donde fuera necesario su aporte a la sociedad. Por eso Natalia creció con esta idea y la tiene muy presente», dice Ximena Lanas, su mamá.

Por su parte, Natalia subraya que «hay que hacer un trabajo de calidad, para cumplir los sueños», como tener un departamento propio, que ya está concretando con la ayuda de su mamá, y algún día casarse y tener hijos. Entre sus ilusiones también está conocer gente de la TV. «Me encanta la TV, cuando llego a mi casa, almuerzo, descanso y veo teleseries en el celular», cuenta.

Durante su recorrido diario por la universidad, mientras se dirige a su trabajo, Natalia piensa en su papá, fallecido el año pasado. «Miro al cielo y me acuerdo de él. Lo quería demasiado, por eso recuerdo las cosas chistosas, cuando me contaba historias divertidas mientras me llevaba en las mañanas a la pega», dice.

Sin duda, ha sido uno de los momentos difíciles que le ha tocado enfrentar, pero Natalia ha sabido entenderlo y asimilarlo. Como también lo fue su ruptura con Carlos, su pololo de muchos años. «Terminé con él porque me engañó, pero más adelante pololearé de nuevo cuando me consiga algo mejor, y quizás me case y tenga hijos», cuenta entre risas.

Por el momento, su vida transcurre entre su trabajo y una vida familiar alegre y tranquila, acompañada por su mamá «que es su mejor amiga, y que le enseñó a andar sola en metro», y sus cuatro hermanos menores: Matías de 26 años, Catalina de 22 y las mellizas Antonia y Romina de 14. «Soy madrina de bautizo de la Romina, por eso con la plata de la pega la invito a la playa, al campo y a comer cositas ricas», dice orgullosa.

En ese entorno, le gusta cantar, bailar, escuchar música y hacer deporte, caminatas, 300 pasos al día, y 100 abdominales los fines de semana. Es que tiene claro lo importante que es el cuidado de su salud, y aunque es fanática de las bebidas dulces, solo las consume un día en la semana, los jueves, y en ocasiones especiales, para su cumpleaños, Navidad y Año Nuevo.

«Veo a Natalia súper resuelta para el futuro. Siempre tendrá el apoyo de sus hermanos, somos una familia ‘apatotada’, muy unida, y por eso a la Natalia no le va a faltar apoyo ni cariño, y podrá trabajar mientras pueda», dice Ximena.


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