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Nuestra Señora de la Candelaria: Una iglesia al sur de Chile rescatada a través del arte


En la localidad de Quinchilca, Los Ríos, la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria está ubicada en una antigua misión franciscana, cuya presencia data de 1560, año en que se construyó un fuerte. Hoy subsisten ruinas de una iglesia levantada en la zona y una parroquia restaurada por la comunidad tras un incendio en 2006. Esta iglesia es una de las paradas de la Ruta Musical de las Misiones, evento enmarcado en una investigación de historiadoras UC.

imagen correspondiente a la noticia: "Nuestra Señora de la Candelaria: Una iglesia al sur de Chile rescatada a través del arte"

photo_camera Archivo UC

Quinchilca es una pequeña localidad ubicada en la región de Los Ríos, rodeada por álamos y sobrevolada por aves de diversas especies. En este pueblo se encuentra la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, ubicada en un terreno que siglos atrás albergó a los misioneros franciscanos quienes llegaron en 1560 y construyeron un fuerte. Casi doscientos años después, en 1778, los misioneros levantaron una iglesia. 

Las ruinas de esta iglesia aún se pueden observar al costado de una capilla que fue restaurada en 2006, tras un incendio que consumió la parroquia. Hoy, una cruz en las alturas de este recinto religioso es la única pieza original tras las llamas. Quinchilca es una de las paradas de la Ruta Musical de las Misiones, evento coorganizado por la corporación Amigos de Panguipulli, y enmarcado en un proyecto de investigación del Instituto de Historia UC, que busca dar a conocer el legado patrimonial de las misiones en la zona.

Este año, como parte del itinerario de la ruta, la iglesia de Quinchilca recibió a la agrupación Trio Baco, quienes con clarinete, violín y piano interpretaron piezas de Bach y Hendel, entre otros compositores de música clásica. La académica de Historia UC, María José Vial es quien lidera el proyecto y contó que entre los objetivos de la investigación, buscarán “recuperar la parte arqueológica de esta misión”

Vial agregó que recientemente obtuvieron un Fondart para centrarse específicamente en el legado de las misiones en la región de Los Ríos, de manera que el rescate arqueológico en Quinchilca tendría lugar en este contexto. A esta labor se sumaría la Universidad Austral.

 

Restauración comunitaria  

Cuando esta capilla se incendió en 2006, Roberto Correa, representante de la corporación de Amigos de Panguipulli impulsó un proyecto de restauración donde participó parte de la comunidad. Durante la ruta de las misiones, Correa señaló que “estamos en un lugar fundacional, donde se formó un pequeño pueblo donde los huilliches llegaron a  socorrerse, educarse y evangelizarse”. 

El principal ejecutor de la obra resultante tras la restauración, fue el artista Gastón Beltrán, quien diseñó una serie de plantillas similares a la técnica del stencil, para plasmar figuras inspiradas en los diseños previos a las llamas. 

Las pinturas fueron donadas por Patricia Gandarillas y con ellas, Beltrán creó colores, patrones y estampó las figuras de forma precisa en todas las paredes de la iglesia. Estuvo seis meses trabajando junto a vecinos de Quinchilca en esta labor, con andamios y escaleras, día y noche a veces. “A la mitad del trabajo me di cuenta de que me había equivocado en una proporción y tuve que empezar de nuevo. A veces me quedaba a dormir aquí. Era un trabajo motivador”, cuenta el artista, quien agrega que buscó plasmar una atmósfera de alegría.

Tras la restauración, la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria comenzó a recibir una vez al mes a los parroquianos de la zona. El padre Misael Reyes es quien oficia la misa y es la lugareña, Guillermina Torres, quien una vez a la semana acude sagradamente para mantener el aseo, las flores frescas y cada objeto en su lugar. Guillermina cumple esta labor de manera voluntaria desde 1950 cuando era una pequeña estudiante de la escuela que funcionaba a un costado de la iglesia.

Esta iglesia está intrínsecamente ligada a su historia. Catequesis, matrimonio, bautismo de sus hijos, todo ha ocurrido allí. Guillermina, quien vive de la agricultura, dice disfrutar su labor de mantención de la parroquia, porque es una iglesia a la que “le tengo mucho cariño”.

Sobre la ruta musical que para en este recinto religioso, manifiesta que “me parece muy bonito y también importante que se realicen actividades de este tipo en la iglesia. Es bueno que la gente sepa que pese a ser un lugar que parece estar solo, aquí hay vida”. 

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, Dirección de Comunicaciones, vsbustos@uc.cl


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