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Pablo Marquet, Mesa de Datos Covid-19

"Si vamos hacia una tercera vacuna debemos preocuparnos de las comunas más vulnerables"


Según un estudio que el académico UC, Pablo Marquet, doctor en Ciencias Biológicas, publicó junto a otros investigadores en la revista Science, la probabilidad de contraer y de fallecer por Covid-19 de los santiaguinos puede predecirse según su nivel socioeconómico. Las personas que viven en comunas más pobres de la capital, como San Ramón, La Pintana o Cerro Navia, tienen tres veces más posibilidades de morir de esta enfermedad que aquellas que viven en Vitacura o Las Condes. Por este motivo, Marquet, quien también es integrante de la Mesa de Datos Covid-19 del gobierno, asegura que se debería priorizar las comunas más vulnerables en el plan de vacunación, ya que son las que tienen mayor movilidad y están más expuestas al virus.

El investigador Pablo Marquet.- Foto FCB

photo_camera Según un estudio que Pablo Marquet, doctor en Ciencias Biológicas, publicó junto a otros investigadores en la revista Science, la probabilidad de contraer y de fallecer por Covid-19 de los santiaguinos puede predecirse según su nivel socioeconómico. Foto FCB

Una tormenta perfecta. Así describe Pablo Marquet, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), la situación que se generó durante la pandemia en las comunas más pobres del Gran Santiago. “Hubo pocos test, poca capacidad hospitalaria, probablemente mucho hacinamiento y, por sobre todo, baja reducción en la movilidad de las personas durante las cuarentenas. Esos datos se deberían haber tenido sobre la mesa para atacar mucho más fuerte en las comunas con menores ingresos”, dice el doctor en Ciencias Biológicas y miembro correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias. Este diagnóstico es una de las conclusiones del estudio que realizó junto a un equipo científico de la Universidad de Oxford y la Universidad de Harvard, y que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Science.

Desde que se decretó la primera cuarentena en la Región Metropolitana, en marzo de 2020, los investigadores comenzaron a observar que la movilidad en las comunas más vulnerables de la capital no disminuía cómo se esperaba. Por eso, decidieron cruzar el indicador socioeconómico “Socioeconomic Status” (SES) con datos de movilidad de los habitantes.

"Solamente las personas de las comunas más adineradas se podían dar el lujo de quedarse en la casa. El resto tenía que salir a trabajar y moverse mucho más y, por lo tanto, estar más en contacto con el virus”- Pablo Marquet, investigador Mesa de Datos Covid-19

 
El estudio, titulado “El estatus socioeconómico determina la incidencia de Covid-19 y la mortalidad en Santiago, Chile”, analizó datos desde marzo a agosto de 2020, buscando entender cómo se transmitía el virus en una ciudad tan segregada como Santiago.
 
Para hacerlo, el equipo científico —liderado por los investigadores Gonzalo Mena y Pamela Martínez— utilizó datos públicos y anónimos que les facilitó Facebook, a través de su iniciativa Data For Good. Con ellos, pudieron estudiar el movimiento de los habitantes de 34 municipios de la capital, donde viven casi siete millones de personas (el 36% de la población total del país). Los resultados los fueron plasmando en reportes semanales al Ministerio de Ciencias, para que sirvieran como insumos en la toma de decisiones.

Menos riqueza, más movilidad

Marquet explica que incluso en junio de 2020 —el peak de contagios de ese año en la Región Metropolitana—, quedarse en casa era un beneficio que solo podían cumplir los más privilegiados. “Solamente las personas de las comunas más adineradas se podían dar el lujo de quedarse en la casa. El resto tenía que salir a trabajar y moverse mucho más y, por lo tanto, estar más en contacto con el virus”, dice. De hecho, durante las cuarentenas, las municipalidades con mayor índice socioeconómico redujeron la movilidad hasta en un 61%, mientras que en aquellas más pobres solo disminuyó, en promedio, un 40%. Eso, explica el científico, lleva a la conclusión más contundente del trabajo: la pobreza es un factor de riesgo para contraer Covid-19.

Un solo dato sirve para ejemplificar hasta qué punto esto es así: mientras que a mediados de mayo de 2020 Vitacura alcanzó 22,6 casos semanales cada 10 mil personas, a principios de junio, en La Pintana —a no más de 30 kilómetros de distancia— ese valor llegó a 76,4. Eso también se observó en otras zonas de Santiago: según los análisis, las personas de comunas más desfavorecidas, como San Ramón o Cerro Navia, tenían hasta tres veces más posibilidades de morir de Covid-19 que aquellas que vivían en Vitacura o Las Condes.

"Los habitantes de estas comunas  no solo estaban más expuestas al virus, sino que además solían presentar otros factores de riesgo, como sobrepeso o sedentarismo, por lo que tenían mayor probabilidad de sufrir síntomas graves e incluso fallecer. Además, concluyeron que en esas zonas se hacían menos cantidad de test diagnósticos —eran mínimos al comienzo de la pandemia— y los resultados, a su vez, eran más lentos"- Pablo Marquet, investigador de la UC.

Durante mayo y julio de 2020 se percibió, además, un aumento del 73% de las muertes con respecto a un año normal. Según Marquet, las comunas de menor rango socioeconómico fueron los más afectadas en cantidad de muertes por Covid-19. Como indican las conclusiones  del artículo de Science, la desigualdad social es un factor de gran peso en temas de salud pública y se traduce en que a menores privilegios, mayor tasa de mortalidad.
 
Los habitantes de estas comunas, explica el investigador de la UC, no solo estaban más expuestas al virus, sino que además solían presentar otros factores de riesgo, como sobrepeso o sedentarismo, por lo que tenían mayor probabilidad de sufrir síntomas graves e incluso fallecer. Además, concluyeron que en esas zonas se hacían menos cantidad de test diagnósticos —eran mínimos al comienzo de la pandemia— y los resultados, a su vez, eran más lentos.

Por otra parte, agrega, había otro problema: el acceso a salud era limitado. Las personas que vivían en entornos más desfavorecidos no siempre fallecían en el hospital, sino en sus casas. Según recoge esta investigación, más del 90% de las muertes atribuidas al Covid-19 en las zonas sur y oeste ocurrían fuera de los establecimientos de salud, comparadas con un 55% en la zona este.

“Si vamos hacia una tercera vacuna debemos preocuparnos especialmente de las comunas que son más vulnerables, porque es gente que no puede dejar de trabajar ni de salir a la calle para comprar la comida del día. Por lo tanto, tienen mayor probabilidad de contraer la enfermedad y de seguirla esparciendo, porque se mueven mucho”- Pablo Marquet, investigador UC.

En el caso de la población más joven, la situación era especialmente compleja, ya que incluso tenían más posibilidad de infectarse que los adultos mayores. “En las clases socioeconómicas más pudientes, el grupo etario de 40 años sí puede respetar la cuarentena y tener menos movilidad, a diferencia de lo que sucede en las clases socioeconómicamente más deprimidas”, dice Marquet.

La ciencia, una aliada para tomar decisiones

Desde mayo de 2020, Pablo Marquet es integrante de la Mesa de Datos Covid-19, creada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para acercar a la comunidad científica datos estadísticos y epidemiológicos sobre la enfermedad. Los resultados de esta investigación, dice el científico, deberían ser utilizados por el gobierno para tomar mejores decisiones con respecto a la vigilancia epidemiológica y al proceso de vacunación. Esto incluye realizar test de forma regular, vigilar que no se produzcan rebrotes y, sobre todo, priorizar a las comunas con menos recursos en el proceso de vacunación. “Si vamos hacia una tercera vacuna debemos preocuparnos especialmente de las comunas que son más vulnerables, porque es gente que no puede dejar de trabajar ni de salir a la calle para comprar la comida del día. Por lo tanto, tienen mayor probabilidad de contraer la enfermedad y de seguirla esparciendo, porque se mueven mucho”.

Sin embargo, cree que aún no se han focalizado los esfuerzos en las zonas que más lo necesitan. “Parece que no se aprende mucho, porque la estrategia con esas comunas debió haber sido de una vacunación fuertísima y no restringida a segmentos etarios. Toda la gente mayor de 18 años debió empezar a vacunarse, o al menos haberlo hecho por segmentos más grandes, de 10 años, y mandar buses para que pudieran hacer campañas de vacunación”.

A pesar de que la pandemia ha exigido respuestas rápidas, en un terreno de completa incertidumbre, Pablo Marquet cree que la ciencia chilena ha estado a la altura de las circunstancias. “La ciencia en Chile ha reaccionado de una manera espectacular”, dice. “Aquí la gran falla fue de los políticos de no tomar en cuenta los consejos técnicos, pero es parte del juego. Los científicos tenemos que poner los datos a disposición de los que toman las decisiones y los que toman las decisiones probablemente van a hacer política y deberán hacerse cargo de por qué no hicieron lo que se les dijo que podrían haber hecho. Se necesitan dos para bailar tango, lo mismo que para hacer política pública basada en evidencia científica”, dice el científico.

Marquet tiene la esperanza de que en un futuro cercano los gobiernos de Chile tomen en mayor consideración los datos entregados por la ciencia, no solo en temáticas de salud pública. Espera que se valore cada vez más la Academia Chilena de Ciencias y que, como sucede en Estados Unidos y Europa, los gobiernos se apoyen en ella para recibir insumos y consejos estratégicos en distintos ámbitos. Concuerda plenamente con esta opinión la Dra. M Cecilia Hidalgo, presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, quien además expresa que el trabajo del Dr. Marquet y sus colaboradores representa un aporte crucial para tomar decisiones informadas que aporten a frenar los contagios en las comunas más pobres de Santiago. 

 


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