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Chile necesita más profesoras y profesores


En estos días que los jóvenes postulan a la educación superior, actualizamos esta columna del académico Juan Larraín, director del Instituto de Éticas Aplicadas UC, aparecida en el diario El Mercurio en 2022, sobre el impacto del déficit de docentes en la educación escolar.

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photo_camera Según Elige Educar, del 2011 al 2021 la matrícula en programas de educación de párvulos y pedagogía ha caído un 8% anual. En consecuencia, para el año 2025 existirá un déficit de más de 32.000 docentes.

Nuevamente hemos recibido una mala noticia para nuestras niñas, niños y jóvenes. Al igual que en otros años, las vacantes para estudiar pedagogía no se ocuparon completamente. Según Elige Educar, del 2011 al 2021 la matrícula en programas de educación de párvulos y pedagogía ha caído un 8% anual. En consecuencia, para el año 2025 existirá un déficit de más de 32.000 docentes. A pesar de los muchos desafíos que tenemos, esta emergencia no puede esperar. 

Esta caída se debe, en parte, al aumento en las exigencias para las instituciones que imparten pedagogías, y para el ingreso a estas carreras. Dos razones que buscan mejorar el sistema y que van en la dirección correcta. Lo preocupante es que esta disminución en el interés por estudiar pedagogía se da en el contexto de la nueva ley de desarrollo profesional docente que tenía como objetivo introducir mejoras a la carrera docente de forma de hacerla más atractiva. Intención que también perseguía la beca de vocación de profesor. Los datos mencionados muestran que estas políticas públicas no son suficientes para motivar a nuestros jóvenes a seguir este camino. 

Razones para la poca motivación de los jóvenes

Aunque es muy probable que existan múltiples explicaciones, una razón que podría estar en la base del problema es la baja valoración, apoyo y reconocimiento que damos a quienes se dedican a esta profesión. Esto se aprecia a distintos niveles, tanto individuales como institucionales, y de ello somos todos responsables.

Por una parte, hoy es común observar que cuando alguien manifiesta interés en estudiar pedagogía sus padres, apoderados, familiares y amistades les darán argumentos para que desistan de dicha decisión, y le recomendarán seguir una carrera más “prestigiosa”. Algo similar se aprecia en la orientación vocacional de los establecimientos educacionales, donde no siempre se estimula a que quienes egresan estudien pedagogía. 

«Ser docente es mucho más que trabajar en el aula. Implica la relación con apoderados demandantes y empoderados, el trabajo con la comunidad, el ser capaces de lidiar con los problemas de salud mental» - Juan Larraín, director Instituto de Éticas Aplicadas

Además, es importante entender que ser docente es mucho más que trabajar en el aula. Implica la relación con apoderados demandantes y empoderados, el trabajo con la comunidad, el ser capaces de lidiar con los problemas de salud mental del estudiantado, los problemas de bullying y de violencia dentro de los establecimientos educacionales, y el desafío de generar aulas inclusivas. A lo que se suma el enorme impacto de la pandemia. Para que los jóvenes se entusiasmen a ser docentes tienen que sentirse respetados, reconocidos y valorados por su comunidad, y deben tener la certeza de que recibirán el apoyo y las herramientas necesarias para poder enfrentar esta gran tarea. 

Un aspecto que tampoco contribuye es la percepción negativa que tiene la sociedad de algunas asociaciones de profesores. Estas en muchos casos parecen estar más preocupadas de sus intereses, muchos de los cuales son muy atendibles, que de tener al estudiantado como su prioridad. En esta pandemia ha sido notoria la percepción positiva que se tiene de los gremios relacionadas a la salud, en comparación con la impresión que se tiene sobre algunas asociaciones que agrupan al profesorado. Esto repercute en nuestros jóvenes que prefieren ser parte de un colectivo que sea percibido como un aporte a la sociedad, y no de uno que tenga una evaluación negativa.

¿Qué podemos hacer?

La situación descrita antes, de no remediarse con urgencia, tendrá un impacto enorme, en especial en los más vulnerables. ¿Qué podemos hacer? Por una parte, todos podemos aportar apoyando y estimulando a que los jóvenes elijan ésta profesión. Se requiere una gran alianza entre Estado y universidades para que las carreras de pedagogía sean las de mejor calidad y las más atractivas e innovadoras. Las asociaciones de profesores deben trabajar para mostrar el enorme trabajo que hacen sus profesoras y profesores, y así se transformen en modelos que inspiren a las futuras generaciones. De esta forma podremos lograr un cambio cultural y un compromiso país que empuje la creación de políticas públicas para revertir esta situación. Para ello lo primero es establecer salarios competitivos y acordes a la importancia y dedicación que implica ser docente. Además, se requieren políticas públicas que definitivamente  mejoren el desarrollo y la calidad de vida del profesorado.

 «Se requieren políticas públicas que definitivamente mejoren el desarrollo y la calidad de vida del profesorado» - Juan Larraín, director Instituto de Éticas Aplicadas

Hoy más que nunca, tras los largos años de pandemia, hemos constatado la gran labor que realizan las profesoras y profesores. Debemos agradecer profundamente el tremendo esfuerzo realizado en este tiempo y trabajar de forma urgente para lograr que ser docente sea la profesión de mayor prestigio, valoración y reconocimiento. De esta forma podremos motivar nuevas vocaciones y asegurar que las futuras generaciones tengan quienes puedan enseñarles y educarlos. Para que las niñas, niños y jóvenes puedan ser felices, y para tener una ciudadanía preparada para una vida en democracia, Chile necesita más profesoras y profesores. 


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