Del Ártico a Chile: investigan el recorrido de aves migratorias para su conservación
Un estudio liderado por Rocío Jara, investigadora del Centro de Desarrollo Local (CEDEL UC), desarrollado en conjunto con la comunidad en torno a los humedales de Maullín, en la región de Los Lagos, utiliza pequeños transmisores para monitorear las travesías de miles de kilómetros del Pititoy chico; esta información es crucial para diseñar estrategias de manejo y conservación que garanticen la supervivencia de esta especie, actualmente categorizada como vulnerable.
photo_camera La investigación es posible gracias a la estrecha colaboración de los vecinos, quienes aportan su conocimiento, así como permitiendo la instalación de la estación de monitoreo. (Crédito fotográfico: Gabriela Contreras)
El Pitotoy chico (Tringa flavipes) es un ave común -presente a lo largo de Chile de Arica a Magallanes-, que con sus menos de 100 gramos de peso, cada año emprende un viaje de miles de kilómetros hasta el Ártico durante su temporada reproductiva. Y luego, regresa al sur de Norteamérica y todo Sudamérica pasar su temporada no reproductiva.
Actualmente, el Pitotoy chico está categorizado como vulnerable en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN). Estudios realizados en áreas de Estados Unidos y Canadá, han demostrado una disminución en la población de esta ave.
¿Cuáles son las causas? Entre las causas de su disminución se encuentran el uso excesivo de pesticidas, la caza indiscriminada en algunos países, y la destrucción de su hábitat, debido a factores como el relleno de humedales en proyectos de desarrollo urbano, entre otros.
Tras la pista de los Pitotoys
“No sabemos nada de la migración de los pitotoyes que vienen a pasar su temporada de descanso o no reproductiva en Chile”, afirma Rocío Jara, investigadora postdoctoral del Centro de Desarrollo Local (CEDEL UC).
Es por esto que nació la idea de una investigación que busca entender la ecología del movimiento -que estudia cómo el movimiento de los organismos se relaciona con su entorno y con otros, afectando la dinámica de poblaciones y ecosistemas- y conectividad migratoria de los pitotoyes chicos que habitan las costas del sur de Chile durante su temporada no reproductiva.
Para lograrlo, el proyecto considera la instalación de una estación Motus - dispositivos que permiten detectar y registrar los movimientos de las aves que portan transmisores de radio- en la zona de Lepihué y La Pasada, en la región de Los Lagos, en el sur de Chile. Esta estación se conecta con una red de investigación mundial del mismo nombre, iniciada en 2017 por un grupo de investigadores e investigadoras, entre ellos Christopher Guglielmo, director del Centre for Animals on the Move de la Universidad de Western, Canadá, quien colaboró con Rocío Jara en la elaboración de este proyecto.
“Este es un sistema de estaciones para el estudio de movimiento de animales a través de la detección de unos transmisores”, explica Rocío Jara. Estos transmisores son aparatos pequeños que pesan menos de un gramo, que se instalan en la espalda de las aves y que emiten ondas de radio, permitiendo registrar su movimiento a través de la de distintas estaciones.
“Este estudio nos permitirá entender aspectos claves sobre los movimientos migratorios de esta especie, como por ejemplo, detalles sobre sus fechas de partida y llegada, rutas, paradas, y conectividad migratoria, convirtiéndose en información útil para diseñar e implementar estrategias de manejo y conservación que garanticen la supervivencia de estas aves y la salud de los humedales que dependen de ellas”, detalla la investigadora.
Colaboración con la comunidad
La estación de monitoreo se instaló en marzo de este año en la zona de los humedales de Maullín, en la región de Los Lagos. "Estos humedales pertenecen a una red de sitios importantes para aves playeras a nivel hemisférico”, explica la investigadora Rocío Jara, haciendo referencia a la Western Hemisphere Shorebird Reserve Network (Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras).
Específicamente, la estación se ubica en las cabañas Lepihué, con una vista privilegiada del humedal. “Me da un valor agregado a mis cabañas. Cualquier persona que sea ‘pajarero’, curioso, científico, va a querer llegar y conocer el lugar”, dice el propietario del complejo Erwin Ruiz, operador turístico y pescador, quien se hizo parte de la investigación.
Para él, quien es quinta generación de pescadores en Lepihué, esta investigación es el resultado de un proceso de una década, desde que empezaron a llegar a la zona los primeros investigadores y aficionados a las aves. “No sabíamos nada sobre estas aves, para nosotros todas eran patos”, admite Erwin Ruiz. Gracias a la invitación a trabajar en proyectos como este, el operador turístico afirma haber aumentado su conocimiento sobre la fauna con la que convive. “Hoy puedo distinguir a las aves, sé de su importancia (...) y ya sé que hay una cadena a nivel mundial relacionada con el medio ambiente, las aves y su conservación”, cuenta.
En mapudungun, Lepihué significa lugar de plumas (lëpi, plumas de aves grandes; hue, lugar). Como cuenta Bernardita Muñoz, psicóloga que vive en Los Muermos, a unos 20 kilómetros de esta zona, “la zona de ‘pajareo’ (observación de aves) es Lepihué y La Pasada, y es donde siempre vamos”. Ella también se sumó a la investigación como voluntaria, a partir de un llamado realizado a través de la Red de Observadores de Aves de Chile (ROC).
La zona es también el lugar de desembocadura de dos ríos: Maullín y Quenuir. “Es un lugar sumamente importante”, asegura Bernardita y agrega: “Esto te lleva al contacto con la naturaleza y eso es esencial para la salud física y sobre todo para la salud mental”. Junto a ella, un grupo de unos 12 voluntarios y voluntarias aportaron con su conocimiento y experiencia a esta investigación, la que ha sido realizada codo a codo con la comunidad.
“Trabajar con la comunidad es clave”, asegura Rocío Jara. La investigadora explica que además del alto interés que presentaron los vecinos y vecinas al momento de iniciar la investigación, el proyecto se apoya fuertemente en el conocimiento local. “Son ellos y ellas quienes tienen información clave sobre la dinámica de las aves en este lugar”, comenta.
“Este estudio nos permitirá entender aspectos claves sobre los movimientos migratorios de esta especie, como por ejemplo, detalles sobre sus fechas de partida y llegada, rutas, paradas, y conectividad migratoria, convirtiéndose en información útil para diseñar e implementar estrategias de manejo (...)" - Rocío Jara, investigadora de CEDEL UC y CHIC.
Un hito para la región de Los Lagos
La investigación ya cuenta con los primeros resultados preliminares -los que se pueden monitorear en Motus- y espera cerrar su recolección de datos entre 2027 y 2028. De acuerdo al equipo, esto entregará un antecedente importante para la migración de aves en los humedales de Maullín.
"Es un hito sumamente importante para la región, para la zona de Lepihué, donde llegan muchas aves migratorias”, asegura Bernardita Muñoz. “Todos tenemos que aprender todavía mucho más”, reflexiona por su parte Erwin Ruiz, asegurando que como pescador recae en él y sus colegas la responsabilidad de conservar la fauna del lugar.
El proyecto además se enmarca en el Plan de Acción para la Conservación de Aves Playeras en Chile, parte de la Estrategia Nacional de Conservación de Aves (ENCA) 2021–2030, buscando fortalecer el monitoreo de aves a nivel nacional y la consolidación de una red Motus en el país.
Los trabajos realizados para esta investigación contaron con el apoyo de voluntarios y voluntarias principalmente de la Región de Los Lagos, entre ellos Edwin Price, Gabriela Contreras, Fernando Medrano, Nicole Arcaya-Orrego, Sarah Saldanha, Danae Garrido, Daniel Terán, Daniel Valencia, Matías Gutiérrez, Eduardo Quintanilla, Bernardita Muñoz, Jorge Alava, Daniela Ruz, Ángeles Díaz, Angélica Almonacid, Felipe Godoy, Álex Toledo.
También participaron Ariel Vera, de Turlepihue, y vecinos y vecinas de los humedales, quienes compartieron su conocimiento, curiosidad y entusiasmo, y facilitaron espacios de trabajo en sus propiedades.
Se trata de una red de estaciones de radiotelemetría automatizadas, que forman parte de una comunidad global de investigación para el seguimiento de aves migratorias y otras especies. Las estaciones están dotadas de una antena que detectan señales de transmisores miniaturizados colocados en los animales, permitiendo a los investigadores rastrear sus movimientos a larga distancia - en un radio de 15-20 kilómetros- y obtener datos sobre sus patrones de migración y comportamiento. Son más de dos mil estaciones emplazadas en lugares estratégicos en 34 países. Hasta la fecha, esta comunidad de investigación han etiquetado más de 400 especies, entregando información a casi mil proyectos.