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Investigación busca mayor equidad en el acceso a la naturaleza y protección de la biodiversidad


María José Martínez-Harms, científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad, identificó áreas en la que se debiera priorizar la conservación y además, promover el acceso social de la naturaleza a todas las personas. Su trabajo fue publicado en la Revista People and Nature. Bosque mediterráneo costero de la Región de Valparaíso, Altos de Cantillana y la cordillera de Nahuelbuta, son algunos puntos emblemáticos.

Parque Nacional Nahuelbuta. Foto Pixabay

photo_camera La Cordillera de Nahuelbuta se extiende entre los ríos Biobío e Imperial, formando una frontera natural entre las Regiones del Biobío y La Araucanía. En la zona alta del territorio también se encuentra el Parque Nacional Nahuelbuta, donde abundan los bosques de araucarias y otros con especies como lenga, roble y coigüe. Aquí también es posible divisar zorros chilotes, pudúes y pájaros carpinteros, entre otros animales. Foto Pixabay.

El contacto con la naturaleza puede ser un enorme atractivo y fuente de bienestar para las personas, más aún cuando en estos entornos es posible observar y conocer una gran variedad de flora y fauna endémica, es decir, propia del lugar y de ningún otro. Tal es el caso de Chile central, territorio que va desde la Región de Valparaíso hasta el Biobío, y que es reconocido mundialmente como hotspot de biodiversidad.  

Sin embargo, tanto la conservación de estos escenarios naturales, como el acceso equitativo de chilenas y chilenos a los mismos, no es un asunto que esté resuelto en nuestro país. Así demuestran las investigaciones de María José Martínez-Harms, científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y de la Universidad Católica.

“Las desigualdades en Chile no sólo se expresan en ámbitos como la educación, salud o seguridad social. Hemos realizado estudios geográficos sobre el acceso social a la naturaleza, y en ellos hemos visto que el índice de inequidad es muy alto. Por ejemplo, de todas las visitas registradas a las áreas protegidas de Chile, un 87% aproximadamente provienen de la población que concentra los mayores ingresos”, comenta la ecóloga también integrante del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES.

La investigadora advierte que los ecosistemas de Chile central presentan altos niveles de biodiversidad, pero al mismo tiempo, una gran vulnerabilidad. Esto, como resultado de múltiples amenazas y el desarrollo de actividades productivas, como es el crecimiento inmobiliario en las cercanías de los bosques costeros.

Junto a ello, la investigadora advierte que los ecosistemas de Chile central presentan altos niveles de biodiversidad, pero al mismo tiempo, una gran vulnerabilidad. Esto, como resultado de múltiples amenazas y el desarrollo de actividades productivas, como es el crecimiento inmobiliario en las cercanías de los bosques costeros. Del mismo modo, la científica asegura que Chile cuenta con un sistema de áreas protegidas muy deficiente que no representa adecuadamente la diversidad biológica.

Bosque costero de la Región de Valparaíso. Foto María José Martínez-Harms.

Proyecto y escenarios emblemáticos

Para abordar estas problemáticas y proponer soluciones, la investigadora desarrolló un estudio que fue publicado en la revista científica internacional People and Nature. En este trabajo, la ecóloga exploró escenarios de planificación para expandir el sistema de áreas protegidas hacia sectores de alta biodiversidad, con el fin de mejorar la conservación y al mismo tiempo, reducir las inequidades actuales en el acceso social a las áreas protegidas.

“Utilizamos el método de planificación sistemática para la conservación, que ha sido muy validado en otros proyectos. Esta estrategia nos permitió evaluar la efectividad de la conservación a escala regional para alcanzar beneficios de conservación minimizando costos sociales y económicos. Todo esto es muy relevante, ya que permite incorporar la mejor información científica disponible, y considerar criterios tanto ecológicos como sociales en la toma de decisiones, y así trabajar de manera más informada y transparente. Pensamos que esta herramienta puede ser de utilidad para los tomadores de decisiones como es el Ministerio del Medioambiente, quienes de hecho, ya nos invitaron a exponer el proyecto a comienzos del segundo semestre”, comenta María José Martínez- Harms. 

En este trabajo, la ecóloga exploró escenarios de planificación para expandir el sistema de áreas protegidas hacia sectores de alta biodiversidad, con el fin de mejorar la conservación y al mismo tiempo, reducir las inequidades actuales en el acceso social a las áreas protegidas.

Para caracterizar la representación de la biodiversidad, las y los investigadores consideraron los 34 tipos de ecosistemas de bosques remanentes en Chile central. Luego, compararon el escenario de conservación actual, con tres escenarios posibles de expansión: uno que “minimiza el costo de la tierra” y  prioriza la selección de sitios menos costosos; otro escenario que “maximiza el acceso social” favoreciendo la selección de zonas cercanas a poblaciones vulnerables con bajo acceso social a las áreas  protegidas, y un “escenario  combinado de costo de la tierra y acceso social”.

Bosques costeros y cordillera

Considerando esas variables, la investigadora del IEB exploró algunos escenarios claves para fomentar la protección de ecosistemas amenazados y reducir brechas de inequidad en el acceso a áreas protegidas, que no impliquen grandes costos económicos.

“Una de las zonas emblemáticas que identificamos, son los bosques mediterráneos de la Región de Valparaíso, en zonas de Zapallar y Papudo, que además se encuentran altamente amenazadas por proyectos inmobiliarios. En estos lugares están los últimos remanentes de bosques mediterráneos costeros”, detalla la científica del IEB.

Otro sector clave se ubica en la zona de  Altos de Cantillana, en el cordón montañoso costero de la Región Metropolitana, a unos 70 kilómetros de Santiago. Este territorio abarca las comunas de Melipilla, San Pedro, Alhué, Isla de Maipo y Paine. En este mismo sector se han detallado nuevos hallazgos de biodiversidad. Uno de éstos es el descubrimiento de la nueva especie de planta: Leucheria Cantillanesis, realizado por el botánico del IEB, Nicolás Lavandero.

Un tercer territorio que destaca María José Martínez-Harms es la Cordillera de Nahuelbuta, que se extiende entre los ríos Biobío e Imperial, formando una frontera natural entre las Regiones del Biobío y La Araucanía. En la zona alta del territorio también se encuentra el Parque Nacional Nahuelbuta, donde abundan los bosques de araucarias y otros con especies como lenga, roble y coigüe. Aquí también es posible divisar zorros chilotes, pudúes y pájaros carpinteros, entre otros animales.

“Una de las zonas emblemáticas que identificamos, son los bosques mediterráneos de la Región de Valparaíso, en zonas de Zapallar y Papudo, que además se encuentran altamente amenazadas por proyectos inmobiliarios. En estos lugares están los últimos remanentes de bosques mediterráneos costeros”-  María José Martínez-Harms, científica del IEB.

“Esos tres sectores son los que más llamaron nuestra atención y donde sería más adecuado invertir los esfuerzos en conservación privada. Sin embargo, también hay muchos otros lugares de alta biodiversidad, como la precordillera de Curicó, donde aún no hay áreas protegidas”, asegura la científica.

Oportunidades de conservación  y  acceso a la naturaleza

El estudio concluye que es urgente mejorar la conservación en esta región, donde la superficie que abarca el sistema de áreas protegidas es inversamente proporcional al grado de endemismo y la riqueza de las especies presentes en la zona. Así es como los resultados del trabajo podrían ayudar a encontrar nuevas oportunidades de conservación en diversos territorios, y mejorar el acceso social a la naturaleza.

En ese contexto, la nueva política de conservación privada desarrollada en Chile -Derecho Real de Conservación, Ley 20930- podría ayudar a compensar los costos de conservación a través de nuevas e innovadoras asociaciones público-privadas. “En la región de estudio, la mayor parte del área que tiene un alto valor de conservación se encuentra en terrenos privados y nuestro estudio puede ser útil como una de las actividades claves en la implementación de esta nueva política para ayudar a identificar de manera rentable sitios estratégicos para la conservación privada de la región”, comenta la investigadora.

Por último, la ecóloga también advierte que las acciones de planificación para facilitar el acceso social a la naturaleza, deben realizarse cuidadosamente, con el fin de proteger la biodiversidad y evitar mayores presiones sobre los ecosistemas.


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